Un autobús que trae al líder de la Liga, contratado en la ciudad a visitar, escoltado por un furgón de Policía Nacional, tiene destino al estadio del equipo de fútbol local. La falta de serigrafía exterior dificultó saber quiénes iban dentro, dos horas antes del inicio del partido oficial.
¿Qué aporta un autobús recorriendo miles de kilómetros sin la plantilla, para un uso tan breve del aeropuerto o estación al hotel de concentración antes del encuentro y su regreso? La huella de carbono es evidente, se puede compensar también, pero ¿realmente es necesario?
Unas lonas imantadas identificativas, exaltando los colores del club o incluso banderas en un bus panorámico de techo abierto, que hay en tantas ciudades del país, son aportaciones a un detalle que no ha de pasar desapercibido.
Responsabilidad Social Corporativa, fomento de la movilidad sostenible, manejo de residuos incluyendo alrededores del estadio y ciudades deportivas, además de determinación de la huella hídrica —de los terrenos de juego y vestuarios—, energética —agua caliente sanitaria y focos de luz— y de carbono, que generan los clubes del balompié han de compensarse con estrategias comunicadas y seguimiento de su cumplimiento temporada a temporada.
La alimentación saludable de jugadores y cantera, con productos ecológicos certificados y locales, es necesaria y motivacional, aplicando el principio “mens sana in corpore sano”. Hacer un esfuerzo responsable mantenido en el tiempo, de eso se trata.
Los detalles crean conciencia y toda responsabilidad ejemplarizante, sabiendo que el encuentro también se juega fuera del terreno de juego, y partido a partido. Sostenibilidad también en el futbol, por el bien de nuestra sociedad.
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