Ir al campo, sus labores de la infancia en vacaciones eran tiempos familiares ligados al terruño.
Antes llovía, los arroyos corrían y se diluía la acción contaminante del hombre. En la actualidad los límites permitidos de vertidos de las depuradoras urbanas son insuficientes para recuperar nuestras playas de tierra adentro, sin divisar la mar, por cierto cada vez más caliente.
La reutilización de las aguas regeneradas en riego subsuperficial de parques y jardines urbanos, para consolidar los cultivos leñosos de regadío histórico y social, lograr recuperar lagunas y charcas secas y complementar procesos de pequeñas industrias locales, repercutirá directamente en una mejora significativa de la calidad del agua en arroyos y ríos, basándonos en el vertido cero al DPH (sin impacto), una vía hacia la declaración de zona de baño de interior.
El territorio, con uso indebido de pesticidas y abonos químicos de síntesis, laboreo en zonas de pendiente provocando alta erosión de suelo fértil también han de ser controlado por las autoridades competentes, otorgadoras de subvenciones públicas para evitar dichos impactos negativos, especialmente en las aguas superficiales, un lujo cada vez más escaso.
La conservación de la naturaleza asociada a los cauces públicos, nuestros bosques de ribera conformadores de paisaje, mitigadores del Cambio Climático, espacios de biodiversidad, estabilizadores de cauces, funcionales cortafuegos naturales ante incendios, nos dotan de sombra para uso y disfrute de toda persona incluso en abrasadores días.
La posibilidad de volver a bañarme en el río, donde de pequeño aprendí a ver más allá del líquido elemento, interaccionar con la vida acuática y a valorar los placeres de una inmersión sin picor de ojos, provoca emociones en mi. El poder enseñar a mis hijos, un argumento adicional y ante las generaciones futuras, un acto de justicia universal.
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