La gente que desprecia el chóped

Las redes se han inundado de reacciones y las reproducciones del videoclip suben como la espuma superando los 50 millones de visualizaciones en Youtube en menos de 24 horas

Antonia Nogales

Periodista & docente. Enseño en Universidad de Zaragoza. Doctora por la Universidad de Sevilla. Presido Laboratorio de Estudios en Comunicación de la Universidad de Sevilla. Investigo en Grupo de Investigación en Comunicación e Información Digital de la Universidad de Zaragoza.

La cantante Shakira en el videoclip de su nueva canción.
La cantante Shakira en el videoclip de su nueva canción.

Nunca me he fiado de quien desprecia el chóped. Así en general. Mi primer contacto con la palabra beef fue por escrito y en un contexto con poco glamour. Yo era una niña y en la tienda de comestibles que regentaban mis padres teníamos ambas variedades de chóped: el pork —el de cerdo— y el beef —el de ternera—. No recuerdo no saber que beef era ternera, como no recuerdo no comer chóped. Ingenua de mí, pensaba que controlaba el significado del término en toda su extensión. Pero resulta que no. También se denomina beef al cruce o enfrentamiento de dos raperos en sus versos, incluso aunque no se produzca de forma inmediata. Así que un rapero puede componer una canción en la que se acuerde de toda la familia de otro, y este, después, responderle con un tema en el que aproveche para vengarse y soltar mierda. Y eso también es beef pero, para mi desilusión, no lleva chóped. Para acabar de rizar el rizo, el término se ha extendido más allá del ámbito musical y se emplea también para el cruce de indirectas que se pueden lanzar a través de redes sociales. “Tirar beef” o algo así sería la expresión correspondiente de la generación Z en adelante.

Desde ayer asistimos a un episodio de beef en toda regla, con algo de música y grandes dosis de cuerno quemado. La cantante Shakira ha sacado una canción junto al músico Bizarrap en la que arremete de lo lindo contra su ex y la actual pareja de este. La de Barranquilla ya se había dejado caer en sus letras contra el padre de sus hijos pero, hasta la fecha, no había mencionado a su novia. Ahora debe de haberse quedado como si se hubiera comido un pavo, a juzgar por las perlas que les dedica. “Tiene nombre de persona buena, claramente no es como suena”, dice jugando con el nombre de la novia de Piqué, Clara Chía. También pide irónicamente perdón a Piqué porque su música “lo sal-pique”. Al ex futbolista le suelta que debería “trabajar el cerebro un poquito” y dedicarse menos al gimnasio, para luego espetarle: “Por eso estás con una igualita que tú”. En la canción hay también momentos para la literalidad más mundana y específica, a lo Merche: “Me dejaste de vecina a la suegra, con la prensa en la puerta y la deuda en Hacienda”. Está claro que esta tríada la componen los tres mayores temores de la colombiana —algo así como sus tres parcas o sus tres moiras—: suegra, paparazzi y fisco. 

Las redes se han inundado de reacciones y las reproducciones del videoclip suben como la espuma —superando los 50 millones de visualizaciones en Youtube en menos de 24 horas—. Por lo tanto, parece palpable que el objetivo prioritario de la colombiana se ha cumplido: “Las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan”. Y es que el beef no podría estarle saliendo más rentable. No quiero ni imaginar la cantidad de barras de chóped que podrá comprar con eso. Y de ternera, que siempre ha sido más caro. Objetivo recaudador, por tanto, cumplido con creces. Esperemos que no vuelva a las andadas y decida, ahora sí, compartir con Hacienda los beneficios. 

Y ante todo esto me pregunto hasta cuándo será necesario para que una mujer se empodere y cante al mundo su valía que arrastre por el fango a otra. Y hasta cuándo la sociedad más progresista de la historia lo va a aplaudir. “Cambiaste un Ferrari por un Twingo. Cambiaste un Rolex por un Casio”, dice también la canción. Y esto me preocupa más si cabe. Este modelo de éxito que consiste en acumular, tener y fardar ya viene dando asquito. No he podido evitar acordarme del infame docu-reality de Netflix, Soy Georgina, en el que la mujer de Cristiano Ronaldo —como ella misma se define en el audiovisual— traslada como triunfo vital “pasar de vender lujo a comprarlo” tras su emparejamiento con el futbolista. El peligro de la sociedad que no valora el chóped, ni el Casio, ni el Twingo, es el peligro de la gran estafa hecha discurso viral, del eterno menosprecio entre mujeres, de los individuos que se olvidan de ser. De una mierda bien gorda la cante quien la cante.

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