Hoy sábado se está celebrando en Jerez la Jornada de divulgación sobre explotación reproductiva y mercado de bebés, organizada por Marea Violeta Jerez y que cuenta con la colaboración de la plataforma Stop Vientres de Alquiler, para abordar el controvertido y tan polémico tema de actualidad, como es la gestación subrogada.
La gestación subrogada o todos los eufemismos empleados como, gestación por sustitución, maternidad subrogada, maternidad o madre suplente, que permiten evitar el uso de la expresión más conocida y, en mi opinión, acertada como es la de vientre o madre de alquiler, hace referencia a la práctica o técnica de reproducción asistida, por la que una mujer acepta quedarse embarazada, gestar y dar a luz a un bebé y futuro hijo o hija de otra persona o pareja, las cuales se convertirán en sus futuros padres.
En España esta práctica, aunque a quienes de manera interesada nos quieren hacer creer lo contrario, sí está regulada por la Ley 14/2006, de 26 de mayo, sobre técnicas de reproducción humana asistida, que en su artículo 10 dice que "será nulo de pleno derecho el contrato por el que se convenga la gestación, con o sin precio, a cargo de una mujer que renuncia a la filiación materna a favor del contratante o de un tercero". Por lo tanto, en nuestro país la gestación subrogada sí está regulada, pero no permitida.
No hay duda de que es un tema polémico y que está generando un acalorado debate, entre quienes se posicionan a favor o en contra de esta práctica, así como por el trasfondo de la misma. Por un lado, encontramos a quiénes la defienden considerándola como un derecho reproductivo de toda persona, apoyado por un trasfondo altruista y de generosidad de quienes quieren ayudar a otras personas a hacer realidad su deseo de ser padres. Y por otro, encontramos a quienes se oponen frontalmente a esta práctica, pues la consideran una forma más de explotación de la mujer, que pretende la mercantilización de su cuerpo y que pasa por encima de los derechos humanos de las mujeres. Sirva como ejemplo, el caso de las “granjas de mujeres” de Ucrania, el país más empobrecido de Europa y el gran almacén de hornos humanos.
Teniendo conocimiento de lo que ocurre en Ucrania, convertida en el útero de Europa, ¿de verdad alguien se cree que de manera totalmente desinteresada y altruista una mujer está dispuesta a pasar por un embarazo y el correspondiente parto de un bebé que entregará a unos desconocidos? ¿Y que la proliferación de empresas y agencias de subrogación o alquiler que cuentan con bufetes de abogados y acuerdos con entidades financieras, trabajan con ese espíritu desinteresado y generoso? Permítanme que lo ponga en duda. Aquí lo que se está abriendo es la puerta a un negocio que lo que pretende es blanquear la desigualdad y aprovecharse de mujeres que se encuentran en una posición desfavorecida para ser meros recipientes de quienes pueden pagar por el producto deseado, un bebé.
Dejémonos de eufemismos y llamemos las cosas por su nombre. Aquí lo que se pretende es enmascarar un lucrativo negocio, una práctica comercial, que explota a las mujeres, que las vuelve a cosificar y alquila sus vientres. Aquí no se trata de generosidad o altruismo. Aquí se trata, de Trata. Insisto, dejémonos de eufemismos y llamemos a las cosas por su nombre, porque no es gestación subrogada es… trata de mujeres con fines de explotación reproductiva.