Ir al contenido

Guerra, paz y rearme

El español actual –como ocurre en muchas poblaciones del mundo– no concibe hoy la guerra como la manera de solucionar nada

16 de abril de 2025 a las 19:04h
La plataforma Paremos la Guerra en la marcha organizada en las calles de Jerez.
La plataforma Paremos la Guerra en la marcha organizada en las calles de Jerez.

La Unión Europea ha aconsejado a sus ciudadanos para que se preparen para una futura guerra. La advertencia ha pasado desapercibida entre la población española, que no percibe la amenaza bélica. Ha aconsejado que la población se avitualle con kits básicos de supervivencia para varios días y pide a los estados miembros que aumenten su gasto en defensa.

El pacifismo tradicional se ha mostrado contrario al aumento del gasto en defensa, pide su reducción y lo considera superfluo. Un pacifismo que posee una visión humanista en la resolución pacífica de los conflictos. Los partidos más a la izquierda rechazan un rearme que puede conllevar una reducción en los derechos sociales. Por otra parte, denuncian que no se está tratando igual a Ucrania y a Palestina, en donde se ha abandonado a la población civil ante un evidente “genocidio”.

Para el PSOE y los partidos de derechas, el rearme se ve más como una exigencia internacional que como un verdadero peligro inminente. Aparte, se colman las exigencias de los militares españoles respecto a la modernización del ejército y a la subida de sus sueldos.

El caso es que los españoles no están preparados para una guerra. El español actual –como ocurre en muchas poblaciones del mundo– no concibe hoy la guerra como la manera de solucionar nada. Después de 90 años sin vivir una guerra –4 generaciones– a los españoles la guerra le suena a noticias de telediarios en lugares lejanos o a películas de Hollywood.

El planteamiento belicista de la UE obedece a lo que ha ocurrido en Ucrania. Rusia, uno de los estados con más recursos armamentísticos del planeta, ha invadido militarmente Ucrania, un estado soberano desde 1991. Aunque la OTAN no debería de seguir existiendo y haberse disuelto tras la caída de la Guerra Fría, Rusia ha puesto como excusa para la invasión la extensión de la OTAN cercando su ámbito de influencias, así como el supuesto maltrato del estado ucraniano a los separatistas pro-rusos del Donbas. Un separatismo alimentado por Rusia para justificar el conflicto.

La justificación de Rusia es falsa. Nadie amenazaba a Rusia. Más de 2,5 millones de rusos viven pacíficamente en Occidente, más de 400.000 en EEUU y más de 130.000 en España. Los rusos viajan de vacaciones a Europa y estudian en sus universidades. No existía ningún odio entre Occidente y Rusia.

La invasión rusa de Ucrania obedece a criterios imperialistas, queriendo Rusia mantener su antiguo ámbito de influencias de las épocas zarista y soviética. Rusia quiere hacerse con la gran riqueza material de Ucrania y acabar con el inconveniente ucraniano para que el gas ruso llegue fluidamente a los países del norte y Este de Europa.

El deseo de Ucrania de querer convertirse en una democracia liberal, su separación del ámbito ruso para incorporarse a la U.E y su acercamiento a la OTAN ha llevado a Rusia a su invasión. Rusia ha roto con todas las normas del derecho internacional, pese a pertenecer al hipócrita Consejo de Seguridad de la ONU que debiera velar por evitar los conflictos bélicos.

Occidente, con Biden y la U.E., consideraron inaceptable la invasión y han ayudado a Ucrania a defenderse, no sin alimentar debidamente a las industrias bélicas de sus países. Con la llegada de Trump y el agotamiento de la guerra, las negociaciones van a ser duras porque Putin, aparte de territorios, quiere un Lukashenko para Ucrania, un gobierno títere que devuelva a Ucrania al ámbito ruso.

Sin duda, una vez atravesada la frontera de la anexión militar, comenzada en 2014 en Crimea, los países del norte de Europa temen a Rusia. Estonia, Letonia y Finlandia están en la OTAN por temor a Rusia. Polonia y Alemania perciben la hostilidad rusa y se han negado a comprar su gas. Francia y Reino Unido, países con armas nucleares y defensores del liberalismo político, no están dispuestos a consentir las agresiones rusas al margen del derecho internacional,  a sabiendas de que la política de no intervención que asumieron ante Hitler condujo a nefastos resultados. Cuanto más nos acercamos hacia el sur de Europa la guerra está más lejana y el temor decrece.

Por ello, el rearme que pide la U.E. es visto en España como algo no urgente y aprovechado por los distintos partidos políticos para su particular enfrentamiento, como nuevo asunto de negociaciones para sacar provecho o simplemente para deteriorar al gobierno ante su evidente falta de apoyos.

En España nadie quiere una guerra contra nadie. Los jóvenes españoles no se plantean morir en una guerra como está ocurriendo con miles de jóvenes rusos y ucranianos. Más de 200.000 muertos se ha cobrado ya la guerra. El ejército español está muy preparado para cumplir misiones de paz, pero no para misiones de guerra en donde nuestros jóvenes vuelvan cadáveres en bolsas negras. Y en misiones de paz esperando que no ocurran hechos como los de Srebrenika en Bosnia, donde habría que ver como actuaría el ejército español ante una situación límite.

De producirse una guerra en el norte de Europa contra una potencia nuclear como Rusia, España tendrá que decidir si  entra en guerra, si es fiel a sus obligaciones por pertenecer a la OTAN y si está dispuesta a que miles de jóvenes mueran en el sinsentido de una guerra. Rusia considera que esta percepción de la guerra entre los españoles y entre muchos europeos es una debilidad.

La amenaza de guerra sobrevuela Europa, aunque los españoles sigan entretenidos en otras cosas. Si estalla otra guerra volveremos otra vez a las cavernas. Sin duda, la humanidad sigue sin aprender nunca de la Historia.

Lo más leído