Las hermanas de la Cruz visitan la casa donde nació hace 178 años Santa Ángela

Este centro de la institución religiosa es un lugar especial que conserva su habitación, la pila bautismal y la cocina. La fundadora de la Compañía de la Cruz ha conseguido que su labor en favor de los pobres se expanda por Andalucía, Madrid, Extremadura, Canarias y Galicia

Periodista y doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla. Miembro del Grupo de Investigación en Estructura, Historia y Contenidos de la Comunicación (Grehcco) de la US.

Santa Ángela de la Cruz.

Santa Ángela de la Cruz, nacida en Sevilla hace hoy 178 años, es un ejemplo de superación, fe en Jesucristo y amor hacia los pobres. En su casa natal, situada en la calle Santa Lucía núm. 5, residen actualmente varias hermanas de la Cruz, que continúan trabajando en favor de las personas más necesitadas. En la entrada de la fachada hay un azulejo con la siguiente leyenda: "Aquí nació Sor Ángela, madre de los pobres de Sevilla". Fue el 30 de enero de 1846. La casa conserva la pila bautismal, la cocina y la habitación donde nació, ahora convertida en una preciosa capilla. Con este motivo, la congregación de monjas que residen en el Convento de Santa Ángela acuden este martes la casa su fundadora en Santa Lucía. 

La casa donde nació la santa puede visitarse por las mañanas, aunque ahora sólo abre los domingos, a partir de las 11:00 horas, porque las hermanas que están allí, unas cinco o seis, ya mayores, suelen tener algunos problemas de salud en estas fecha, como resfriados y enfriamientos, y no pueden atender al público. La casa natal es un lugar especial que permanece cuidado, como reliquia, por las hermanas de la Cruz.

Santa Ángela fue bautizada con el nombre de Ángela Guerrero González, el 2 de febrero de 1846, a los tres días de nacer, en la Iglesia de Santa Lucía (hoy desaparecida y convertida en la actual sede del Centro de Documentación de las Artes Escénicas de Andalucía). Angelita nació y se educó en un ambiente devoto, ya que en su casa tenían un pequeño altar para rezar el rosario durante el mes de mayo. La familia también tenía a su cargo un altar en la parroquia vecina, consagrado a la Virgen de la Salud. En la Casa Madre se venera con especial devoción una pequeña Virgen de la Salud, proveniente originalmente de la Iglesia de Santa Lucía y a la que solía acudir en sus rezos diarios, siendo una niña.

Fue una colosa de la caridad y gracias a su incansable empeño fundó en Sevilla la Compañía de la Cruz el 2 de agosto de 1875, con una misa del padre Torres. El sacerdote José Torres Padilla tuvo una importante influencia en la consolidación de la vocación y dirección de la vida espiritual de la santa andaluza. Desde el primer momento descubrió sus cualidades y la animó a continuar el apostolado con los pobres.

Entrada de la casa de la calle Santa Lucía. 

Era muy devota de San Francisco de Asís, el Poverello, al que consideraba su padre espiritual, siguiendo su ejemplo de pobreza en vida y en muerte. También tenía una especial devoción a San José. La madre de la santa sevillana se llamaba Josefa y tenía la costumbre de procurar que todos los niños del barrio de Santa Lucía fuesen bautizados con el nombre de José. El Santo Patriarca es también titular de la Casa Madre, situada en la calle Santa Ángela de la Cruz, 4 (antes calle Alcázares).

La labor ingente de Santa Ángela (las hermanas de la Cruz la siguen llamando Sor Ángela) cobra cada día más actualidad en una sociedad donde la pobreza está aumentando. En las últimas décadas, las tasas de pobreza y exclusión se han mantenido altas y constantes en España. 

Mucha gente anónima acude diariamente por necesidad al Convento de Santa Ángela de la Cruz, para recibir ayuda de las hermanas, ya sea comida, ropa o cualquier otra asistencia. La congregación también recibe donativos de personas que depositan dinero a la entrada del convento y son atendidas por las hermanas. 

Es habitual verlas andando con paso firme por las calles -van en pareja con su característico y sencillo hábito marrón, con la toca blanca y colgando el rosario y el crucifijo-, para asistir a los más desfavorecidos, a personas enfermas y van a casas donde reciben donativos (de gente que les han pedido que las visiten en casa y así poder entregarles una limosna periódica). Espontáneamente, personas que las ven se acercan para darles algún dinero en mano. Ellas responden siempre dando las gracias y ofreciendo una estampita de Santa Ángela. 

Piden siempre en nombre de los pobres y desfavorecidos. Su espiritualidad, centrada en la Cruz, se ha caracterizado por la vivencia de la virtud de la pobreza. Las hermanas destinan prácticamente todos sus ingresos para socorrer a los más necesitados, a los que consideran sus "amos y señores".

Además, asisten en sus domicilios a enfermos y necesitados, preparándoles los alimentos, ayudando en las tareas domésticas y asearlos. Una labor callada y caritativa, de apoyo material y espiritual, de orientación en sus problemas y acercándoles el consuelo de las virtudes cristianas.

Es importante destacar que las Hermanas de la Cruz se encargan de cuidar a enfermos solos o que la familia no puede atender, especialmente por la noche.

Esta labor de asistencia benéfica que desarrollan las hermanas se expande no sólo en Sevilla capital, sino en la provincia donde se han creado conventos de la Compañía de la Cruz (Carmona, Utrera, Fuentes de Andalucía, Morón de la Frontera, Peñaflor, Montellano, Écija, Lebrija, Umbrete y Osuna, entre otros). También en otras provincias de Andalucía funcionan conventos de las Hermanas de la Cruz, como en Cádiz capital, Sanlúcar de Barrameda, Chiclana o Jerez. En Málaga capital, en Ronda o Archidona. En Córdoba capital y en la provincia de Jaén (Lopera, Linares y Arjona, entre otras localidades). En el resto de España, se encuentran en Extremadura, Galicia, Madrid y Canarias.

Sor Ángela falleció en Sevilla el 2 de marzo de 1932 y el 4 de mayo de 2003, el Papa Juan Pablo II vino a España para canonizarla en Madrid, en la Plaza de Colón, con el nombre de Santa Ángela de la Cruz. Uno de los milagros atribuidos a la santa que la Iglesia aprobó para proceder a su canonización, fue la curación de un niño que sufría obstrucción arterial de la retina de un ojo, y que recuperó repentinamente la visión.