En 1948 veía la luz la obra de George Orwell titulada 1984, allí se describe una sociedad futurista distópica, donde el Sistema tiene todo el poder con respecto al individuo, describe una sociedad gris, donde el atreverse a cuestionar el Sistema es castigado, no solo con la muerte, sino con la desaparición total de la historia, no dejar huella, no haber existido nunca.
Esta sociedad, descrita por Orwell, se fundamenta en los siguientes pilares: el control total de la prensa, manipulando la información siempre en beneficio propio, el control del pasado para justificar las acciones del presente, el control total de los movimientos de la población, manipulación de los datos, trasladar la certeza de que el “Gran Hermano”, nombre con el que se designa al líder, todo lo ve, todo lo sabe, pero nadie lo conoce realmente, un mundo dividido en tres bloques: Oceanía (que podríamos considerar occidente) Eurasia (Europa y Asia) y Asia Oriental, en un estado de guerra continuo.
Hoy estamos en 2022 y nuestro presente no parece muy distinto (aunque hay matices que lo diferencian) al que describió Orwell en su novela.
La manipulación de la información, es más que evidente, donde los grandes medios dirigen el foco a aquellas noticias que interesa difundir, con el enfoque necesario para posicionar a favor o en contra a la población según interese. La prensa no es controlada por el Estado, sino por la banca, que es quien se sienta en los consejos de dirección de los grandes grupos de comunicación.
La historia se manipula a placer, ocultando datos, exagerando otros, importando más el relato interesado que los datos objetivos. La gente parece más interesada en aprender historia a través de series de televisión que de su estudio como ciencia.
Nuestros gustos, intereses, si viajamos o nos quedamos en casa, nuestras compras etc., son controladas por empresas gracias al terminal del teléfono móvil, todos hemos visto como nos llegan anuncios a nuestras redes sociales, después de haber hablado de una posible compra, un posible viaje, etc., que estamos interesados en realizar.
La sensación de que no hay alternativa a este sistema, todo lo que cuestione al Sistema es tachado de “radical”, “peligroso”, “antidemócrata”, etc., los “expertos” saben lo que necesitamos y las políticas que hay que aplicar, la democracia ha quedado en segundo plano. Cuestionar al Sistema te posiciona fuera de él y te aísla del resto.
La guerra de Ucrania ha iniciado una recomposición de bloques muy similares a los descritos por Orwell, y la sensación permanente de estar en guerra, incluso sin que nuestro país lo esté oficialmente, hace que la población se encuentre en continua tensión.
Desconozco si hay marcha atrás, si esta situación es reversible, si en algún momento las utopías volverán a tener más fuerza que las distopías. Lo que sí es seguro es, que mientras la ilusión de crear un mundo mejor que el que tenemos no supere al conformismo que nos hemos implantado, la obra de Orwell se hará cada vez más presente.
“Hasta que no tengan conciencia de su fuerza, no se rebelarán, y hasta después de haberse rebelado, no serán conscientes. Ese es el problema” 1984. George Orwell.