El día en que conmemoramos el 45º aniversario de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), conocemos la sentencia que está llamada a marcar un hito en la lucha contra la violencia sexual, la cultura de la violación y la impunidad: el caso de Gisèle Pelicot. Su exmarido, Dominique Pelicot, ha sido condenado a 20 años de prisión por drogar a su esposa hasta ponerla en situación de absoluta indefensión e inconciencia, para facilitar que decenas de hombres la agredieran sexualmente en su propio hogar durante casi una década. Junto a él, 50 hombres más han recibido condenas en un juicio que, como señaló el fiscal, representa un “antes y un después” en la lucha contra la violencia sexual de mujeres y menores.
La importancia de este juicio histórico
El caso Pelicot, que ha conmocionado a Francia y a medio mundo, ha evidenciado la brutalidad de los delitos sexuales cometidos contra Gisèle en el interior de su hogar, pero sobre todo el carácter estructural de la violencia sexual contra las mujeres, incluido el ámbito doméstico. Este juicio ha puesto el foco en cómo la sumisión química y las agresiones sexuales operan en la sombra, perpetuando una cultura que banaliza la violencia contra las mujeres y menores.
Gisèle Pelicot, con su decisión de renunciar a un juicio privado y permitir que su caso se ventile públicamente, ha roto el silencio que a menudo oprime a las víctimas. Su valentía y determinación no sólo buscaban la justicia en su caso en concreto, sino que pretendía abrir un debate social que desplace la vergüenza de las víctimas a los victimarios. Como ella misma afirmó: es hora de que “la vergüenza cambie de bando”.
Un juicio ejemplar y un homenaje a las mujeres víctimas de violencia
La sentencia llega en un momento significativo: el 45 aniversario de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), el Tratado Internacional clave en la lucha por la igualdad entre mujeres y hombres, donde se reconoce que los derechos de las mujeres se basan en el sexo, porque ser mujer es lo que determina las causas de la opresión, violencia y discriminación que sufrimos. Este fallo se convierte en un homenaje vivo a todas las mujeres que han sufrido violencia machista y sexual por el hecho de ser mujeres.
El caso Pelicot también denuncia la cultura de la violación, un sistema de creencias y conductas que normaliza y justifica la violencia sexual contra las mujeres y menores, culpabilizando a las víctimas y minimizando o excluyendo la responsabilidad de los agresores. Este juicio demuestra que la justicia puede ser un arma poderosa para desafiar estas estructuras de poder. Gracias a Gisèle, la mujer que, con una serenidad y dignidad fuera de serie se ha enfrentado al sistema patriarcal, la vergüenza está cambiando de lado y se ha abierto la puerta para que otras víctimas sean escuchadas y protegidas, y los victimarios sean desaprobados socialmente y sancionados judicialmente.
El impacto intergeneracional de la violencia sexual
Las agresiones sexuales no sólo destruyen a las víctimas directas, también tienen un impacto devastador en sus familias. En este caso, los hijos de Gisèle Pelicot han roto todo contacto con su padre, señalando que su núcleo familiar ha sido “destruido”. Esta dimensión intergeneracional resalta la necesidad urgente de erradicar la violencia sexual desde sus raíces. Y, como pone de manifiesto el caso Pelicot, el primer lugar donde debe abordarse es el hogar, el lugar que suele ser el más peligroso para muchas mujeres y menores.
En el juicio, el tribunal también abordó una de las cuestiones más preocupantes que evidenció el caso Pelicot: la sumisión química al interior del hogar, una herramienta utilizada para despojar a las víctimas de su autonomía y garantizar la impunidad de los agresores. Este tipo de violencia, a menudo invisibilizada, exige respuestas legales más contundentes y recursos especializados para conocerla, combatirla y sancionarla.
El reto de la justicia: penas adecuadas y prevención efectiva
Aunque el tribunal de Aviñón impuso un total de 428 años de prisión para los 51 condenados, la familia de Gisèle Pelicot expresó su decepción ante las penas, que consideran insuficientes para un caso tan grave. Este descontento subraya una de las mayores deficiencias del sistema judicial en los casos de violencia sexual: la falta de proporcionalidad entre la gravedad de los delitos y las penas impuestas, así como la insuficiencia de garantías para las víctimas.
Igualmente, el caso Pelicot resalta la necesidad de un enfoque preventivo. Es imprescindible que las autoridades inviertan en campañas de sensibilización, concienciación y formación de profesionales y apoyo a las víctimas, garantizando que la justicia sea no sólo reactiva, sino proactiva en la protección de los derechos de las mujeres y menores.
Un compromiso global por los derechos de las mujeres
En el día en que conmemoramos el 45 aniversario de la CEDAW, el juicio Pelicot seguido por más de 180 medios internacionales, nos hace recordar que la lucha por los derechos de las mujeres y las niñas debe reforzarse a nivel global, combatiendo de forma eficaz la violencia machista y sexual, la discriminación y la opresión que sufrimos por ser mujer.
Gracias Gisèle, por cada mujer que ha sufrido en silencio, por las generaciones futuras que merecen un mundo libre de violencia y discriminación, celebramos este día en tu honor.
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