En la víspera del 85 aniversario del asesinato de Blas Infante, todas las organizaciones políticas andaluzas (que no andalucistas) rinden homenaje al Padre de la Matria Andaluza a su manera, resaltando los aspectos que más les interesan para manipular la figura del ideólogo del andalucismo y para mostrar una vez al año lo mucho que “les duele” Andalucía, para luego guardar esta Nación y a su Pueblo en el desván de las causas perdidas.
En el homenaje que, como todos los años, convoca la Fundación Blas Infante en el km. 4 de la antigua carretera de Carmona de Sevilla, se ha visto desfilar a un sinfín de personalidades (“aventureros de la política”, como les llamaría Infante) de todos los signos y colores para rendir homenaje a la figura del ilustre notario. Muchos de ellos reivindican seguir los pasos, e incluso encarnar, el Ideal Andaluz pero lo cierto es que cuando se rasca un poco aparecen en sus posturas numerosas contradicciones.
Un “andalucismo” moderado que, según ellos, sigue el legado de Blas Infante, en el que se esgrime el agravio comparativo porque el partido de signo contrario está en el Gobierno del Estado. Una postura que no puede mirar hacia Andalucía sin quitarse las lentes rojigualdas.
Un “andalucismo” “socialista” (nótese el doble entrecomillado) del que se olvidaron durante 40 años mientras gobernaban, dejando de defender esta tierra y a su pueblo, escondiendo sus raíces y sin llevar a cabo las transformaciones que tanto necesitaba Andalucía. Ahora que están en la oposición del gobierno andaluz aparecen nuevamente como adalides de un Ideal que desarticularon con dedicación.
Un “andalucismo” descafeinado en el que se intenta reducir el Ideal y la identidad del Pueblo andaluz a una “lucha por la igualdad”, a una defensa por la justicia social y el universalismo. Por supuesto, pero no solo. Nuestro Ideal no quiere hacer que el resto sea menos, ni que su consecución sea en detrimentos de otros Pueblos. El Ideal andaluz está hecho para que Andalucía tenga futuro, y eso solo se puede conseguir si esta tierra se libra de la tutela que el centralismo, en todas sus facetas, intenta imponer sobre ella.
Y es que al final a eso se reduce la cuestión: a intentar ver a Andalucía como una parte indivisible de un todo; cuando es Andalucía la que debe ser ese Todo.
Andalucía como parte de España, Andalucía como granero de votos, Andalucía como baluarte de un pseudo socialismo, Andalucía como sujeto “federable” que forma parte de una España plurinacional construida desde Madrid en la que quedamos relegados al papel de región subalterna. Y así podríamos seguir hasta el infinito, analizando cada una de las aristas del Ideal Andaluz de postín que esgrimen.
Para todas estas figuras advenedizas de la política, para quienes cuestionan el Ideal y la figura de Infante, para quienes son herederos de Castilla y solo quieren ver a Andalucía como parte de un proyecto centralista, solo darles algunos apuntes:
- Andalucía no necesita reconocimiento exterior ni verse en otros espejos para existir, para tener condición propia. Porque un Pueblo de más de ocho millones de habitantes tiene la relevancia suficiente como para decidir por sí mismo cuál es el futuro que quiere.
- Andalucía se ha llevado demasiado tiempo a la sombra, manipulada por unos y otros, por intereses de terceros, explotada y expoliada. Si se quiere alguna transformación para esta tierra no se puede hacer por la vía de replicar lo que se ha hecho hasta ahora, se necesita de coraje y valentía para cuestionar lo establecido. Solo así se podrá empezar a andar un camino de futuro.
- Para que Andalucía tenga una economía propia debe desprenderse de su condición de colonia, de subalternidad con un Estado centralista que solo quiere a esta tierra como productora de materia prima y de mano de obra barata pero que se olvida de ella en el reparto de la (poca) riqueza que se origina. Es necesario conquistar nuestra soberanía también para poner la economía andaluza al servicio de los intereses del pueblo andaluz.
- La cultura andaluza tiene tanto valor que otros se han apropiado de ella. No es que Andalucía sea una parte cultural importante de España. La cultura es una parte intrínseca de Andalucía y España es una amalgama de tal calibre que tiene que parasitar expresiones culturales ajenas con tal de legitimarse (con escaso acierto, por cierto).
Estos principios, entre otros muchos, también se encuentran en el Ideal Andaluz de Blas Infante, y no pueden ser apartados a conveniencia del consumidor como si no existieran. El andalucismo y las ideas de tantos andalucistas históricos no son un traje que vestir a conveniencia. O se acepta por completo, con todo lo que supone, o sino solo se está uno disfrazando. Y las copias nunca son tan buenas como el original.
Al final todo se reduce a una cosa: ¿se está dispuesto a aceptar que el Pueblo Andaluz es merecedor de su propia soberanía y de decidir por sí mismo cual es su futuro? ¿Se está dispuesto a luchar por la soberanía andaluza? Si es así, bienvenidos quienes luchen por Andalucía, pero por favor quienes no que se quiten las falsas máscaras porque fingir está feo.
Viva Andalucía libre.