Martes Santo en Jerez. En la imagen, un nazareno del Cristo del Amor de camino a la salida de la hermandad. La religión también forma parte de la identidad.
Martes Santo en Jerez. En la imagen, un nazareno del Cristo del Amor de camino a la salida de la hermandad. La religión también forma parte de la identidad. ESTEBAN

La construcción de identidad es una cuestión que me interesa enormemente debido a su complejidad. Habitualmente vemos como el carácter identitario se utiliza con demasiada frecuencia con un contenido bastante sesgado, resaltando únicamente rasgos parciales de una identidad concreta.

La construcción de la identidad propia se construye en base a paralelos opuestos, así tenemos la identidad nacional, que en España está construida en dos ejes: la confrontación entre los nacionalismos periféricos y el centralista, así como en el mito de la reconquista y el mito fundacional de España, otro rasgo de nuestra identidad está conformada, por ejemplo, por nuestro equipo deportivo favorito, la música que oímos, la religión (o la ausencia de ella). También forman parte de nuestra familia pudiendo definirnos  a la vez como: padre, hijo, nieto, hermano, primo, sobrino, tío… siento todo cierto al mismo tiempo.

Es muy complicado definirse a uno mismo, de tal manera que esta definición abarque todos los parámetros  que componen nuestra identidad.

Por todo esto, Las identidades (2012) de Felipe Benítez Reyes, ha sido todo un descubrimiento porque lejos de encontrar respuestas que aclaren las dudas que genera la construcción de la identidad, he encontrado más preguntas para ser pensadas y meditadas, y eso, precisamente eso, es lo que me gusta encontrar en un libro.

Cuando comencé a leerlo tuve la impresión que lo leía diez años tarde, para después darme cuenta que algunos libros llegan a ti justo en el momento que tienen que llegar.

Comentaba más arriba, que la identidad se construye a través de la confrontación de paralelos opuestos, lo que nunca había imaginado es que esos paralelos  opuestos  podemos ser nosotros mismos, nuestro “yo” presente frente a nuestro “yo” pasado, lo que somos frente a los podíamos haber sido, “pesa más quien no fuiste en lo que eres//que el balance de todo tu vivir” (La lección inexplicable). Este descubrimiento revela una construcción mucho más compleja de la propia identidad de lo que podía plantearme antes de leer este poemario.

Las decisiones que no tomamos, los caminos que no andamos, los libros que no leímos… toman la misma importancia que aquello que hicimos y conforman nuestro propio paralelo opuesto, conteniendo al “otro”, al “contrario”, al “opuesto” dentro de nosotros mismos.

Porque si lo pensamos bien, aquello que no hicimos, las decisiones que no tomamos también son responsables de la persona que somos hoy.

“Que el nuevo amanecer no te sorprenda ni huido ni de vuelta a lo que eres” Felipe Benítez Reyes.

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