Irene, la ley del sí es sí y el segundo momento histórico

Irene Montero no debe ceder. Solo sí es sí. Si el PSOE se ha aflojado que asuma esa responsabilidad y el coste político de esa traición a las mujeres

La ministra de Igualdad, Irene Montero, en una imagen de archivo.
La ministra de Igualdad, Irene Montero, en una imagen de archivo.

Que no nos tiemblen las piernas. El movimiento social 15-M nació como una reacción de indignación de los de abajo por la enésima crisis provocada por la especulación y corrupción de los de arriba. Fue una desobediencia contra la corrupción política y económica de esos devotos de la patria que sustentan a esa máquina corrupta llamada partido popular, que regaló 80.000 millones de euros a la banca que no han devuelto, aún sus obscenos beneficios que no revierten en la patria que tanto aman. 

Ese movimiento ciudadano parió otro, esta vez organizado: Podemos. Su irrupción en el tablero político quebró al régimen bipartidista del 78, afortunadamente para la democracia española, reequilibrando el espacio de la izquierda. La montaña se movió un milímetro. Desde ese mismo momento se inició la cacería con la anuencia de algunos cooperantes (poderosos) “socialistas” que dieron un golpe de mano echando a Pedro Sánchez y consolidaron al PP en el gobierno, con su famosa abstención en la investidura de M. Rajoy. 

Todo ese fango alteró los resultados electorales de 2019 pero no destruyó a Podemos, que pudo conseguir formar el primer gobierno de coalición verdaderamente progresista y anticorrupción, desde la II República. Fue la culminación de lo que podíamos llamar el primer momento histórico de cambio real en las cosas del comer tras el pacto bipartidista de la transición. Como se ha podido comprobar la participación de Podemos en el Gobierno ha sido determinante para la forma en la que se ha afrontado la crisis por la pandemia, el avance legislativo conseguido en derechos políticos, civiles, laborales, el apoyo y mejora de la economía productiva, lo que habría sido imposible sin los morados en el Gobierno. 

No obstante, la lawfare, el acoso de los medios controlados por la caverna económica y política, con su partido popular de ariete, mediante bulos y falsas noticias no cesaron, se recrudecieron, por un lado, para hacer quebrar al Gobierno de coalición y, por otro rematar a Podemos y a sus dirigentes. Sin embargo, la verdad afloró entera, los audios del corrupto Villarejo los dejaron descubiertos, como la traición al buen periodismo, al que han asestado un golpe  casi mortal, si bien ese otro “más periodismo” ha perdido masivamente audiencia, sus programas estrella han caído, o desaparecido, aún su refundación, y los Ferreras han dejado de ser creíbles entre la audiencia progresista, aunque entreviste al Presidente del Gobierno, un acto de deslealtad para con su Vicepresidente y un error que le pasará factura. 

Al haberse probado la falsedad de las denuncias judiciales y los inconsistentes procesos judiciales sustentados en informes policiales simulados y noticias falsas, la consecuencia ha sido que Podemos recupera credibilidad, se ha revitalizado y millones de personas son ahora conscientes de la actividad golpista de esos poderes ocultos que ya no lo son tanto. 

Es así como nace el segundo momento histórico real tras el pacto bipartidista nacido de la llamada transición democrática, que permitirá seguir cambiando las cosas en favor de la gente, en la profundización y mejora de nuestra democracia, saneándola y, muy importante, asegura la continuidad del Gobierno de coalición y su reedición, si bien muy previsible, con una composición más equilibrada tras las elecciones generales de 2023. De esto es consciente la caverna mediática y los desleales Pages del partido socialista, que para impedirlo utilizan la Ley del Sí solo es Sí, haciendo de la misma una interpretación indeseada por la norma, a este fin dan voz mediática a una minoría judicial (ya pasó con la Ley de Violencia de Genero), dando a entender que es una Ley que está mal hecha, que favorece al agresor, a sabiendas de su falsedad. Intentando dar así un golpe a una Ley emblemática para Podemos y representativa del feminismo. Caen dos pájaros de un tiro.

A ese discurso ha cedido el Presidente del Gobierno, que al afligirse le han aflojado (a esto ayuda la posición de perfil silente de algunas voces que acompañan en el espacio transformador de la izquierda), y está por ver si con la intención de debilitar a Irene Montero, a Podemos. Si es así el error les será mayúsculo y el coste político, alto. 

Para que esa nueva ofensiva triunfe es crucial que Irene Montero admita que la Ley está mal hecha, cuando de lo que se trata, como la Cadena Ser ha informado, según fuentes directas del Ministerio de Justicia, es volver a la época anterior en la que la mujer tenía que acreditar que se había resistido suficientemente, abriendo así la puerta a que para apreciar agresión sexual debe darse violencia y/o intimidación o que la voluntad de la víctima esté anulada, como quiere el partido popular. Sacando el consentimiento del centro nuclear de la Ley.

La mayoría de juristas, cuya voz se silencia, están (estoy) de acuerdo en que la Ley está bien hecha y como todas tienen un periodo transitorio de adaptación que está previsto en la disposición transitoria quinta del Código Penal y aplicando las agravantes, como lo están haciendo la mayoría de jueces. El Tribunal Supremo lo ha hecho en una sentencia muy reciente en la que ha decretado, en aplicación de la Ley, que se debe mantener la pena de 11 años a la que fue condenado un militar que abusó de una niña pequeña.  

Irene Montero no debe ceder. Solo Sí es Sí. Si el PSOE se ha aflojado que asuma esa responsabilidad y el coste político de esa traición a las mujeres. Irene Montero no está sola. No hay que salir del Gobierno, ni tiene que romperse. Romper la Ley del Sí es Sí es el cauce para asestar un golpe demoledor al segundo momento histórico para impedir que sigan cambiando las cosas a favor de la gente con más fuerza, mejorando nuestra democracia, haciéndola más plena.

 

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