Carta de José María Pemán disculpándose por no poder participar con una conferencia en el ciclo organizado.
Carta de José María Pemán disculpándose por no poder participar con una conferencia en el ciclo organizado.

Si en la primera parte de este trabajo hacíamos un repaso de los antecedentes que llevaron a la Gestora Municipal franquista de Jerez en 1938 a organizar este ciclo de conferencias a modo de “desagravio” de la figura del escritor jesuita Luis Coloma y de reconocimiento de su obra, hoy concluimos con esta segunda parte nuestra colaboración dedicando sus páginas a las conferencias y a los conferenciantes participantes en dicho ciclo.

3. Las conferencias, los conferenciantes: algunas observaciones.

La apertura de este ciclo de conferencias tuvo lugar el 23-5-1938 con la intervención del bibliotecario municipal Manuel Esteve Guerrero. El título de esta primera conferencia, “El Padre Coloma, novelista misionero”, ya daba el tono de lo que iba a ser uno de los denominadores comunes de la mayor parte de las ponencias previstas, a saber, la presentación del autor jesuita bajo el “doble prisma” de escritor y misionero. Para Manuel Esteve el escritor Luis Coloma fue sobre todo un cruzado misionero que con el único auxilio de su pluma y “haciendo de su novela púlpito y cátedra" se habría lanzado a mostrar y a combatir los pecados y los vicios de la sociedad de su tiempo y al mismo tiempo a contrarrestar a través de sus novelas los efectos perniciosos de la “escuela literaria liberal” que habría hecho “del libro cátedra de errores, envenenando poco a poco a la sociedad”.

Como harían también otros conferenciantes, Esteve recogerá en su ponencia la idea repetida hasta la saciedad por los militares sublevados y sus apoyos intelectuales y religiosos según la cual el mal inoculado en las masas ignorantes y sin criterio por esa “literatura liberal”, que ya denunciaba Coloma en su tiempo, había seguido avanzando de manera imparable hasta convertirse nada menos que en la principal causa de la Guerra Civil de 1936. Por esta razón M. Esteve terminaba su disertación indicando que la única medida profiláctica capaz de erradicar el peligro que representaba la influencia de esos malos libros sobre los españoles no podía ser otra que la creación de “bibliotecas suficientemente dotadas que difundan cultura sana y patriótica. 

Hay que decir que esta idea de bibliotecas y libros propagadores de cultura “sana y patriótica” defendida por el bibliotecario Manuel Esteve en su intervención, frente a aquella otra literatura calificada por él mismo un año antes, en 1937, como “extremista y en general disolvente” fue la que desde agosto de 1936 había servido de base legitimadora para justificar e implantar en Jerez un clima insoportable de desenfrenada "bibliofobia" que se tradujo en la depuración, la incautación, el robo y la destrucción de grandes cantidades de libros cuyas características no se ajustaban, a juicio de las nuevas autoridades y sus servidores, a esos criterios de literatura "sana y patriótica" reclamados por el bibliotecario Esteve.(17) 

Su conocida condición de hombre activamente comprometido con el régimen político surgido de la rebelión militar del 18 de julio de 1936  y los cargos que desempeñó durante toda la Guerra Civil dentro del aparato de propaganda de Falange, primero como responsable provincial de Fiestas, Desfiles y Masas en la Jefatura Provincial de esa organización y posteriormente, a partir de enero de 1939, como Jefe Local del Servicio Nacional de Propaganda (Delegado Local de Propaganda de Falange), cargo este último en el que sustituyó a su propio hermano Rafael, no dejan lugar a dudas acerca de qué tipo de libros entendía el bibliotecario que debían entrar en la categoría de libros “sanos y patrióticos”(18) Pero como en estos asuntos relacionados con la investigación histórica no es aconsejable fiar nada a la imaginación, echen ustedes, si les apetece, un vistazo a algunos de los cuadernos de registros de entrada de libros en la Biblioteca Municipal entre finales de 1936 y febrero de 1940 y comprobarán en qué se estaba pensando realmente cuando se hablaba de la necesidad de “libros sanos y patrióticos”. 

Y como según reza el refrán para muestra es suficiente con un botón, ahí llevan ustedes solo algunos de los títulos de los numerosos “libros sanos y patrióticos” que tuvieron su entrada en la Biblioteca Municipal de Jerez, sobre todo a partir de 1937: Alzamiento Nacional de España, La francmasonería crimen de lesa patria, Guerra de España contra el judaísmo bolchevique, Guerra de Salvación, Málaga  bajo el dominio Rojo, Las fieras rojas, La vida en el Alcázar de Toledo, Estelas gloriosas de la escuadra azul, Nacionalsocialismo contra marxismo. Hitler, caudillo (Otto Dietrich), Edificios religiosos y objetos de culto saqueados y destruidos por los marxistas, ¡¡España!! Alzamiento de la Patria o, finalmente, para no hacer interminable esta enumeración, la conocida obra L´Indice dei libri proibiti, donado a la Biblioteca Municipal en febrero de 1937 precisamente por el padre Viu, uno de los conferenciantes.

PORTADA  DE LA CONFERENCIA DE PEDRO PÉREZ CLOTET QUE FUE PUBLICADA
Portada de la conferencia de Pedro Pérez Clotet.

También el jesuita Padre Viu dedicaría una parte considerable de su conferencia (“El Padre Coloma y la Compañía de Jesús”) a tratar sobre el peligro que a su juicio representaron en su momento para la Compañía de Jesús algunos de esos libros y “folletos” “liberales” inspirados por la Masonería. Particularmente -decía Víu- “El judío errante” (Eugenio Sue) y el libro (“libelo infamatorio” lo llamaba este jesuita) titulado  “A. M. D. G.” del “tristemente célebre Pérez de Ayala” [Ramón Pérez de Ayala] (19)

Para el abad Teodoro Molina Escribano “los vicios” que debió acometer el escritor jesuita Luis Coloma fueron importantes y estaban profundamente arraigados en la sociedad de su tiempo: Coloma –decía el abad- debió enfrentarse a una sociedad carcomida por esos vicios y pecados:“ Arriba, una aristocracia corrompida por las ideas liberales y los resabios volterianos de la Revolución Francesa [¡!]; abajo una plebe en parte fanatizada por la incipiente predicación socialista y anarquista; en medio una mesocracia idiotizada por la ilusión de una República que nos traería la felicidad en la Gaceta; en la sociedad, un desquiciamiento aprovechado ladinamente por la masonería para introducir sus raíces debajo del Altar, de la familia, de la autoridad”. Y es en este sentido en el que Teodoro Molina justificaba el didactismo y el tono moralizador presentes en tantos libros del escritor Coloma: como hombre de Iglesia, como sacerdote, Luis Coloma debía clamar sin cansarse elevando “su voz de trompeta y anunciar al pueblo de Dios sus delitos y a la casa de Jacob sus pecados” [Isaías 58:1] y debía hacerlo con el mayor realismo y de la manera más cruda posible. 

En consonancia con esto último Teodoro Molina dedicó la mayor parte de su conferencia a justificar y a explicar ese marcado y descarnado realismo presente en las novelas de Coloma frente a la crítica de aquellos que en su tiempo juzgaron este hecho como algo impropio de un escritor cristiano que además era sacerdote jesuita. Al contrario que en las novelas realistas y anticristianas engendradas por la hidra liberal y sus tentáculos Zola, V. Hugo, A. Dumas o Eugenio Sue que “ofrecen al lector el vicio embellecido con los más vivos y atrayentes colores, como una cosa buena y santa” –decía el abad-, en el realismo de las novelas de Coloma el vicio y el pecado, la realidad, “se describen por su lado detestable (…) para deducir de la descripción una tesis moral en la que tanto el pecado como el pecador siempre aparecen castigados.” En definitiva, resumía Teodoro Molina, un Coloma que utilizaba el realismo en literatura “para fines altamente cristianos”, algo que a su juicio justificaba el “dictado realista” para referirse a su obra.

Hay que ir acabando ya y lo haremos con unas breves observaciones sobre la conferencia impartida por Pedro Pérez Clotet (“Algunas notas sobre la Andalucía del Padre Coloma). El poeta de Villaluenga del Rosario residía en Jerez desde el comienzo de la Guerra Civil a donde, según se repite en casi todas sus biografías, se había trasladado por temor a sufrir algún tipo de represalia por su pasado republicano. Porque, efectivamente, Clotet había estado vinculado durante la II República a proyectos culturales y a personas de ideología republicana. No solo eso sino que él mismo había militado formal y expresamente en el partido azañista Acción Republicana en cuya asamblea extraordinaria provincial, celebrada en 1933 en el Conservatorio de Música de Cádiz para elegir el comité electoral, decidir la política de alianza con otras fuerzas políticas y para designar a los candidatos a las elecciones de noviembre de 1933, tomó parte como delegado por Villaluenga (20)  

Aunque afiliado a la Falange de Jerez desde los primeros años de la Guerra Civil, los informes emitidos  sobre él en 1940 por su Delegación de Información e Investigación de esta organización política aún seguían recordando y recogiendo su anterior condición de “hombre de izquierda” de antes del “Movimiento (…) cuya ideología había estado [de acuerdo] con estos nefastos partidos” (21). Por ello podría decirse que Clotet era el único de los conferenciantes que, inseguro aún en su nuevo estatus político, necesitaba pensar todavía en la manera de hacerse perdonar ese incómodo y aún cercano pasado político republicano y, sobre todo, convencer a todos de la sinceridad de sus nuevas afecciones políticas. Y bien podría ser este el motivo de que Pérez Clotet fuera también el único de los conferenciantes que considerara conveniente y oportuno presentarse ante el público el día de su conferencia ataviado con el uniforme de esa organización política (22).  

Como era de esperar, la conferencia del poeta de Villaluenga fue la más cuidada, completa y de mayor calidad desde el punto de vista del conocimiento de la obra de Coloma y de la crítica literaria. Pero al mismo tiempo fue también la de mayor maniqueísmo y contenido político pues Clotet se dedicó en todo momento, sobre todo en la segunda parte de su intervención, a trazar un supuesto paralelismo entre los principales acontecimientos políticos e históricos y personajes tratados, y atacados, por Coloma en sus principales novelas y aquellos otros que se habían dado durante la II República y en la Guerra Civil que aún tenía lugar en España, dos experiencias históricas estas últimas que a su juicio solo habrían sido la consecuencia lógica de la propagación de las ideas políticas y sociales (republicanismo, socialismo, anarquismo…) que ya empezaban a apuntar en tiempos de Coloma. Así lo expresaba Clotet: 

“La Andalucía del tiempo de nuestro escritor había llegado a ser teatro de tan tristes, sangrientas escenas, (…) de las que el autor nos presenta un muestrario vivo y animado, en toda su gama tragicómica, de ese estado a que las prédicas disolventes de los explotadores del pueblo habían llevado a nuestra región. Un cuadro del furor revolucionario rojo que ya preludiaba con notas bien fuertes otro que nosotros hemos tenido la desgracia de vivir en su culminación, aunque también la alegría de presenciar en su definitivo epílogo.” 

Porque hay que decir que para Clotet el perfil social de la Andalucía que refleja Coloma en sus novelas no era ya el de aquella otra Andalucía que el escritor conoció en su niñez y primeros años de juventud y por eso, como hombre de su tiempo, Coloma -añadía Pérez Clotet-“recoge junto con la Andalucía que ríe y que canta esta otra -rubricada de sangre inocente- de los clubs, las revoluciones liberales, el socialismo, la Mano Negra. Seres desheredados que sin la conformidad de antaño, comienzan a vomitar bocanadas de odio. No, el pueblo andaluz ya no era como antes. Los labriegos en los cortijos ya no pasaban en las gañanías como cuando Coloma era niño en sencillos entretenimientos, sino que aunque rendidos por la jornada, se agrupaban hasta la alta noche en torno de un Pericles de zamarra que a la luz de un candil leía y comentaba ante aquel areópago de gañanes periódicos como “El Cencerro” y El Tío Conejo, como en Ranoque.  

Obsérvese la carga ideológica y el tono hiperbólico, más reaccionarios aún desde el punto de vista político que los del propio Coloma, también presentes en este otro fragmento de la ponencia de Clotet referido en este caso a la obra de Coloma “Beatas”(…) en uno de sus primeros relatos nos pinta Coloma una estampa digna de estos tiempos de barbarie roja y una porción de tipos y tipejos que todos hemos visto pulular por nuestro lado y al fin, verdaderos marxistas ya, la profanación de templos por los amotinados (…), las imágenes destruidas a hachazos, el sacerdote atropellado, un insensato que sube al púlpito y tremola una bandera roja y unos tiros que ponen el triste colofón de unos cadáveres; los cadáveres de unas pobres mujeres que con viril entereza se oponen resueltamente, haciendo valladar con sus cuerpos a que aquellos salvajes  profanen la augusta santidad del sagrario. (23)

Ya se dijo más arriba: de todos los conferenciantes el poeta Clotet, por su anterior pasado político republicano, era el que más necesitaba aparecer ante todos como un hombre nuevo despojado ya de su viejo ropaje político y plenamente identificado con el nuevo régimen que se había implantado en julio de 1936 por la fuerza de las armas. Y para convencer de la “sinceridad” de este cambio debía presentarse ante todos derrochando estas muestras del furor ideológico tan característico de los conversos.  

NOTAS:

(17) La expresión de Manuel Esteve sobre“libros extremistas y en general disolventes”, en AMJF, Protocolo Municipal, tomo 639, Instrucción Pública, año 1937.

 (18) La información sobre Manuel Esteve relativa a su afiliación política a Falange, a sus responsabilidades dentro de ella y a otras actividades relacionadas con su compromiso político y con los objetivos del golpe de estado de 18-7-1936 puede verse, entre otros, en AMJF, Legajo 13 (Personal), expediente 37; AMJF, Protocolo Municipal, Tomo 634, Personal, fº134 y AMJF, Protocolo Municipal 643 y GARCÍA CABRERA, J.: “Represión del periodismo obrero y militante en Jerez durante la Guerra Civil. Colaboracionismo y depuración entre los periodistas “afectos al Glorioso Movimiento Nacional”, Revista de Historia de Jerez, nº 23, año 2020, pp. 329-332.  Y la información referida a su hermano Rafael como Jefe del Servicio Nacional de Prensa (Falange) hasta finales de 1938 o principios de 1939, en AMJF, Protocolo Municipal, tomo 647-B, Instrucción Pública, año 1938.

(19) El profesor Fco. Antonio García Romero ya señaló ciertas coincidencias entre Ramón Pérez de Ayala y Coloma, entre ellas el gran conocimiento que ambos escritores tenían de los autores grecolatinos y su interés por el mantenimiento de las humanidades clásicas en los centros educativos jesuíticos o, por ejemplo, “las anticipaciones de [del libro de Ayala] A.M.D.G que se descubren en “Pequeñeces”: GARCÍA ROMERO, F.A.: << “El trueque de Saulo en Pablo”. Los clásicos en el Padre Coloma>>,  Asidonense  nº 4, año 2009, pp. 85-86.

(20) La participación de Pedro Pérez Clotet como delegado por Villaluenga en esa Asamblea Extraordinaria de Acción Republicana, en el semanario “Hoy. Periódico Republicano de Información General” de 30-10-1933. Sobre su vinculación a personas y proyectos culturales republicanos, puede verse también “Hoy. Periódico Republicano de Información General” de 16-10-1933 y de 9-10-1933 o en el mismo periódico de 2-9-1933 y 9-10-1933 donde se aclara que Clotet era redactor y colaborador del menciona semanario republicano.

(21) El informe de antecedentes sobre Clotet en 1940, en AMJF legajo 502, expediente 12269.

(22) La fotografía del día de la conferencia de Clotet en la que aparecen este y otros conferenciantes y autoridades ha sido reproducida en GARCÍA CABRERA, J.: “Represión del periodismo obrero y militante en Jerez durante la Guerra Civil. Colaboracionismo y depuración entre los periodistas “afectos al Glorioso Movimiento Nacional”, Revista de Historia de Jerez, nº 23, año 2020, p. 325.

(23) Sobre la fuerte carga ideológica presente en la narrativa de Coloma debe verse el trabajo del profesor LÓPEZ ROMERO, J.: “Política y sociedad en tres novelistas jerezanos del siglo XIX: Luis Coloma, Juan Gallardo y Manuel Bellido”, en Tierra de nadie. Revista de Literatura, nº 3, mayo 2000, pp. 5-27.  

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