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"El artículo 166 de nuestra Constitución permite a los Parlamentos Autonómicos proponer una reforma de la Constitución, que posteriormente se deberá someter a aprobación en las Cortes Generales"

“Españolito que vienes al mundo te guarde Dios”. Estrofas de un andaluz, versionadas por un cantautor catalán. La mejor expresión de la riqueza cultural de los distintos pueblos que conforman nuestro país.

La II República logró conciliar las aspiraciones de los nacionalismos periféricos a través del llamado Estado integral, en el que se basó nuestro Estado autonómico de 1978. Sin embargo, el pacto constituyente de la Transición se ha roto en una parte del territorio.

Estoy firmemente convencido de que la mayoría de catalanes no quiere la independencia de España. Pero estoy más seguro aún de que sí que quieren poder mostrar sus preferencias a través de un referéndum. Probablemente la táctica del Gobierno de España no haya sido ni sea la mejor, pero la del independentismo catalán tampoco lo es.

No cabe duda de que el referéndum de este domingo (si se le puede llamar así) es no solo inconstitucional, sino también ilegítimo. Han sido los Grupos Parlamentarios nacionalistas (Junts per Sí y CUP), que cuentan con mayoría absoluta de escaños en el Parlament, pero no en número de votos, los que se han encargado de ello. Democracia no consiste sólo en votar, sino en respetar las reglas del Estado de Derecho y, sobre todo, los derechos de las minorías.

En España hemos vivido etapas de mayorías absolutas en el Congreso de los Diputados donde toda la oposición criticaba el rodillo de los partidos políticos que apoyaban al Gobierno en sede parlamentaria. Críticas provenientes, precisamente, de partidos que no han sabido respetar a las minorías parlamentarias en su propia nación. No se puede “debatir” una ley en un solo día sin conocer previamente su texto e impidiendo a la oposición hacer enmiendas para poder mejorarlo. Desde luego, más allá de su inconstitucionalidad, las leyes que son base para el posible referéndum de este domingo tienen un vicio de legitimidad manifiesto que explicó perfectamente Coscubiela (que defiende el derecho a decidir) en su intervención en el Parlament.

Estamos escuchando constantemente que es imposible poder celebrar cualquier tipo de referéndum en Cataluña en el que se pueda preguntar a su población sobre su futuro. Sin embargo, niego la mayor. Existen fórmulas que posibilitan su realización dentro del marco constitucional de nuestro Estado.

El artículo 166 de nuestra Constitución permite a los Parlamentos Autonómicos proponer una reforma de la Constitución, que posteriormente se deberá someter a aprobación en las Cortes Generales. La Generalitat de Cataluña podría haber realizado esa propuesta en el Parlament, donde se sometiera a debate el derecho a decidir para la posible independencia de Cataluña. Una vez aprobada por los cauces establecidos (probablemente saliera adelante, si tenemos en cuenta que los Grupos Parlamentarios favorables a un referéndum pactado tienen mayoría cualificada en la Cámara), antes de elevarla a las Cortes Generales, podría haber solicitado al Gobierno de España la autorización para realizar un referéndum sobre esta propuesta de reforma constitucional para revestirla, así, de mayor legitimidad democrática –siempre que votasen a favor de ella una mayoría de catalanes-.

En ningún caso se puede someter a referéndum de manera unilateral por parte de un Gobierno autonómico cualquier decisión de especial trascendencia, dado que el Estado tiene competencia exclusiva para autorizar la celebración de este tipo de consultas populares. Pero, ¿qué argumentos podría haber dado el Gobierno de España para impedir un referéndum totalmente legítimo y legal que solicita un Gobierno autonómico, en este caso el catalán, para someter a consulta algo de lo que es competente el Parlament? Si se negase es muy probable que los partidos nacionalistas hubieran obtenido aún más apoyo popular.

Quizás la táctica de los independentistas catalanes sea otra y prefieran una vía de insurrección que no hace más que polarizar aún más a la sociedad catalana, algo que no hace ningún bien a nadie. Excepto al Gobierno del PP, el más corrupto de la historia de España, porque, ante momentos de inestabilidad y de –esperemos que no- violencia, siempre se va a preferir la opción más conservadora, a pesar de su manifiesta incapacidad para ofrecer soluciones distintas al enquistamiento de los problemas.

En todo caso, tanto el Gobierno catalán como el español son incapaces de ceder un ápice en sus aspiraciones y, ya no digamos, de poner el diálogo y la política por encima de sus intereses personales. Es lo que está pidiendo a voces el pueblo catalán y, también, el resto de pueblo español. Finalmente, y focalizándonos en este domingo, es necesario llamar a llamar a la calma, el sosiego y la proporcionalidad. ¿Se respetará?

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