La Robin Hood del feminismo, así hemos acabado por bautizar a la mujer que esta semana era noticia por robar 40 Satisfyer (succionadores de clítoris) y repartirlos entre sus vecinas y un salón de masajes de su pueblo. Una heroína sin capa que se ha ganado el aprecio y el reconocimiento de muchas mujeres —entre las que me incluyo— por su heroica gesta de compartir felicidad con el resto de sus congéneres. Un acto de sororidad —solidaridad entre mujeres— que ha sido motivo de aplausos para nosotras y de burlas por parte de algunos hombres.
La popularidad de este juguete sexual ha provocado más de un disgusto y queja entre el género masculino. Mientras nosotras disfrutábamos del éxito de este aparatito en nuestras carnes, muchos hombres se revolvían en sus asientos ante el temor de que un “cacharro” pudiera relegarlos a un segundo plano en el terreno sexual. Así es la vida.
De esta forma, mientras las redes se llenaban de comentarios de mujeres alabando el robo y el hecho de que compartiera los aparatos entre sus vecinas, llegando a calificarla de “jefaza”, “heroína” o “Robin Hood”, hubo hombres que aprovecharon la tesitura para, en tono fingidamente jocoso, recurrir a esos tópicos machistas y con olor a naftalina en los que las mujeres siempre salen perdiendo en el terreno sexual.
“¿Estaría faltita?”, rezaba uno de los comentarios que pude leer en Facebook cuando solamente se conocía del robo pero no del destino de estos succionadores —recordemos que fueron a parar a unas 20 afortunadas mujeres—. El autor de dicho comentario trató de escudarse en el número de succionadores robados (40) para justificar su comentario cuando le dejé claro que no era necesario “estar a falta de nada” para utilizar un succionador o cualquier otro juguete sexual y que además era un complemento para usar también con la pareja.
“Le van a faltar manos”, replicaba otro. “Sin contar con la importante inversión en pilas”, añadía un segundo hombre. Cualquier excusa es buena para ridiculizar a las mujeres, y el Satisfyer está sirviendo de canalizador para expulsar todo ese machismo disfrazado de chiste.
Para el patriarcado, las mujeres siempre hemos estado “a falta de” o “malfolladas”, nunca hemos sido mujeres plenamente satisfechas donde simplemente disfrutamos de nuestra sexualidad y del placer. Cuando eso sucedía, automáticamente se nos tachaba de zorra, puta o guarra —elija usted el calificativo—. Algo que sigue sucediendo visto el caso.
La revolución del Satisfyer ha servido para eliminar tabúes entre las propias mujeres, que solo hemos hablado de sexo y de placer en entornos muy íntimos y de confianza. Ahora, cualquiera da buena cuenta de lo genial de este invento, ya sea famosa o anónima. Ha sido el regalo de estas navidades para muchas mujeres y uno de los juguetes sexuales más vendidos, ¿por algo será?
El succionador ha abierto la veda para las mujeres; esperemos que cierre la puerta del machismo que tantos años lleva abierta.
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