La figura política de Pablo Casado yace en el suelo de su despacho en Génova. Solo se aguarda a que llegue la autoridad judicial y ordene el levantamiento del cadáver político. Entre los barones de su partido lo han acribillado. Muchos de ellos hacía demasiado tiempo que no lo soportaban, que detestaban las interferencias de su segundo, Teodoro García Egea —en Andalucía hay muchos ejemplos—, y que aguardaban a esa tormenta perfecta que se lo llevara por delante.
Tras ver la primera plana del ABC de este lunes, Casado, una dimisión obligada, ya no había dudas. No han esperado más tiempo para encender las luces y señalar al gran sacrificado de la balasera que arrancó a finales de la pasada semana. Una dantesca guerra total en el seno del partido que ha tenido todos los ingredientes de un thriller político que ni el más imaginativo de los guionistas pudo soñar. Las protestas de varios miles de personas a las puertas de Génova, orquestadas o no, pidiendo la cabeza de Casado eran como un guiño a Peckinpah. Alguien debe comprar los derechos y ponerse a trabajar cuanto antes en la miniserie (conviene no cansar al espectador engordando temporadas en vano).
De Despeñaperros para abajo, el presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno Bonilla, que hace unas semanas, en la campaña electoral en Castilla y León, reconocía públicamente que pensaba en las autonómicas andaluzas y le temblaban las piernas, no cabe dentro de su traje de andalucista moderado. A la vista del macabro escenario, la fecha que dio hace ya tiempo Elías Bendodo para las elecciones en Andalucía, el 27 de noviembre de este año, último domingo posible para convocarlas antes de que expire la legislatura, se antoja muy corta. Si fuera por Moreno necesitaría bastante más tiempo para estabilizar las aguas y sortear el daño a la marca que entre una, Isabel Díaz Ayuso —con quien ya no quiere fotos, pues ha suspendido su encuentro pre-28F en Madrid— y otro —Pablo Casado— han provocado.
Tras varios días jugando al escondite para no posicionarse, navegando en esa equidistancia tan rajoyniana, Moreno ya no se oculta: también pide la cabeza de Casado y se pone en manos de Feijóo como futuro nuevo líder del partido. ¿Esto cambiará las cosas a corto y medio plazo? Imposible de predecir. Una vez, preguntado por si prefería las maneras de Feijóo o las de Ayuso, más amiga de lo ultramontano, Moreno sentenció a la gallega: "Cada maestrillo tiene su librillo". Pero el problema ya quizás no es ese.
¿Puede que asistamos al primer sorpasso de Vox al PP en las elecciones andaluzas? Hay quien ya se frota las manos con esa posibilidad. Olona va a dejar de calentar en la banda en breve para saltar al terreno de juego político con más hambre de gol si cabe. Si hasta hace poco ya no se contaba con Ciudadanos y todo se fiaba a la carta de un posible entendimiento de PP y Vox en un hipotético próximo Gobierno andaluz, ahora el escenario es radicalmente distinto. Donde antes eras socio externo con la sartén por el mango ahora puedes ser primera fuerza. Quizás es mucho suponer, pero viendo estos bruscos giros de guion, nada es descartable. Cosas de esta posmodernidad líquida, donde todo lo que hoy parece estable y hasta arriba de certidumbre mañana huele a muerto. Lo que ya sabemos, vamos.