Desconozco la marcha del proyecto de candidatura de Jerez, Capital Europea de la Cultura 2031. De cuando en cuando llega alguna foto y algún titular para salir del paso (o eso me parece; percepción, probablemente, completamente desacertada). Pero lo que veo es pura fachada a tres años de la decisión sobre qué ciudad europea recibirá tal designación. E insisto, debe ser fallo mío que sumo casi diez dioptrías entre ambos ojos. Pero lo que sí me ha llegado también, y esto es fetén, es que están suspendiéndose mesas para la configuración de ese ambiciosísimo plan estratégico de la cultura por la renuncia a participar de multitud de agentes sociales y culturales preseleccionados. Es lógico.
Con el telón semirruinoso del Palacio Riquelme esperando el siguiente titular, el Ayuntamiento no da ejemplo
Esto no es como aquella vez que el Ayuntamiento montaba planes estratégicos para el Jerez que viene, impulsados por empleados municipales con la ayuda de gran parte de la sociedad civil jerezana. Esta vez, se trata de un trabajo por el que una empresa adjudicataria cobrará unos 74.000 euros de dinero público para que este diseño inicial sea elaborado de manera altruista por muchos de los sufridos integrantes de un sector que parece que solo interesa cuando hay foto o fanfarria de por medio. Si es lícito que esta empresa se haya hecho con un concurso público, también lo es la negativa de muchos a querer participar de lo que ya puede ir llamándose la “gran farsa” de la Capitalidad. ¿O todavía no…? Conozco dos casos de invitaciones declinadas, y me han dicho más o menos lo mismo: "No pierdo tres horas de una tarde en este paripé, que no servirá para nada, y menos gratis".
Un proyecto, el de aspirar a ser Capital Europea de la Cultura, que tiene sentido y podría tener futuro si no fuera porque, entre otras ausencias clamorosas, ni se ha hecho trabajo previo, ni se ha llevado un mísero papel al pleno del Ayuntamiento, máximo órgano de representación de la ciudad, que haga de esta propuesta un verdadero y creíble proyecto estratégico de ciudad. ¿Cómo puede plantearse un supuesto proyecto estrella de ciudad burlando al pleno municipal la posibilidad de pronunciarse y oficializarlo?
Actualmente, creo que esa hipotética candidatura no existe legalmente. Por tanto, actos de fe, ni uno más. Papeles, trabajo, gestión, sensibilidad. Ir a Villamarta no solo cuando haya fotos, preocuparse de las cosas pequeñas que hacen cultura transformadora (no solo a instancias de otros grupos municipales como Ganemos), de que las bibliotecas abran y estén dotadas, de que los museos funcionen… Antes hay que normalizar al menos los servicios culturales existentes en la ciudad: por ejemplo, que las bibliotecas públicas están accesibles en horarios homologables a los del resto de Europa... que el domingo abran los museos, como en el resto de Europa. Y luego, pensamos a lo grande.
Un proyecto, el de aspirar a ser Capital Europea de la Cultura, que tiene sentido y podría tener futuro si no fuera porque, entre otras ausencias clamorosas, ni se ha llevado un mísero papel al pleno
Reflexionaba sobre todo esto mientras paseaba a mediodía de este pasado domingo por el intramuros jerezano, con los restos de otra botellona de la noche anterior a las puertas de casa, orines en el zaguán incluidos. Mientras algún día llega algo para el yacimiento de Asta Regia, uno se fija en las ruinas del Jerez medieval, solo recuperado para los pisos turísticos y las garras de la especulación. Y llegas a la plaza del Mercado. Domingo a mediodía. Y el Museo Arqueológico, donde hace solo dos noches acaban de inaugurar una exposición colectiva de arte contemporáneo —una feliz conjunción solo fruto de la gran labor de sus abnegados empleados municipales—, está cerrado a piedra y lodo. No abre los domingos. No es posible pasar por sus galerías, adentrarse en sus tesoros un mediodía de domingo.
Con el telón semirruinoso del Palacio Riquelme esperando el siguiente titular, el Ayuntamiento no da ejemplo. Solo hay que ver los bajos de la fachada de la Sala Julián Cuadra, repleta de desconchones que cualquier cuadrillita podría haber reparado en otro tiempo sobre la marcha. Ya otro día volveremos. Lo mismo han arreglado ya el ascensor de un museo que, cuando abre, es inaccesible para personas con discapacidad, mayores o carritos de bebé. Capitalidad de la Cultura. Lo importante no es la designación, es el camino, llevan repitiendo algunas y algunos como un espeso mantra desde que se encendió esta bombilla. Hasta 2031, desde luego, hay tiempo para coger el carril.
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