El rumor es insistente desde la esquina de la Victoria hasta la calle Puerto. No hay casi nadie del sector del ladrillo en la ciudad que no se haya enterado del runrún de que una afamada mujer de banca, de nacionalidad española —lo que reduce mucho el círculo de candidatas—, está detrás de la compra (o ha comprado) una imponente casa en el centro de Jerez.
¿Es una casa palacio en la calle Larga? Negativo. Dicen los expertos del sector, consultados por lavozdelsur.es, que en la calle Larga no hay casas palacios y que, por ende, tampoco pueden estar a la venta. ¿Es una casa señorial en la Porvera? ¿Al lado de la Cepa de Oro? Podría ser (obsérvese el condicional, por aquello del rumore, rumore).
Lo cierto es que, según cuentan, esa casa pertenece (o perteneció) a un directivo del banco de la referida entidad de la afamada banquera y en su día figura una compraventa por casi un millón de euros, según las mismas fuentes. Podrían haberse invertido dos milloncejos más entre obras de rehabilitación ("mucha fachada, pero poco fondo y sin jardín") y otro más en mobiliario y enseres. Ya saben, los archiconocidos po ya ques. Podría ser. La rumorología anda desatada estos días en Jerez. También en Consistorio, donde se regodean de ese pelotazo.
Porque más allá del cotilleo, la operación, de producirse o haberse producido, significa potencia para la marca Jerez
Porque más allá del cotilleo, la operación, de producirse o haberse producido, significa potencia para la marca Jerez, impulsa el realce exterior de una ciudad animada por la inversión privada de unos años a esta parte, con grandes proyectos industriales vinculados al vino y a la agroindustria (The Macallan y Estévez, Williams & Humbert, Herba Rice) o proyectos privados ligados especialmente al turismo. El imparable resurgir de la ciudad que en el siglo XIX producía el vino más caro del mundo y cuya capa caída ha durado más de medio siglo (si no más) entre una cosa y otra.
La semana en la que bodegueros han vuelto de Nueva York alucinando por la repercusión global de los vinos de pasto (los blancos nacidos de tierra albariza que lo andan petando), como símbolo de que Jerez vuelve a pintar cosas en el mundo, ha corrido como la pólvora que una famosa banquera tiene nueva casa en una ciudad que vuelve a sonar fuerte. No sería extraño, a tenor de las muchas otras adquisiciones que se están llevando a cabo y de, como dicen desde Consistorio, "las muchas bodas que gente adinerada está celebrando en Jerez". De confirmarse la compraventa, podría ser síntoma de prosperidad, quién sabe, para una de las tierras de España con más paro y deuda de su ayuntamiento con los bancos.