Mamen Sánchez y el PSOE de Jerez, en el ecuador de su segundo mandato: la mala memoria y la casa por hacer

Los socialistas retuvieron el poder un 26 de mayo de hace dos años, pero solo fue por un concejal más que el PP y por uno que le faltó a Vox. Los proyectos no llegan y el malestar va en aumento frente a un ejecutivo con síntomas de agotamiento

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Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Fundador y Director General de ComunicaSur Media, empresa editora de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero'.

Mamen Sánchez. aplaudida por sus compañeros de partido tras conocer los resultados de las elecciones municipales del 26M de 2019.
Mamen Sánchez. aplaudida por sus compañeros de partido tras conocer los resultados de las elecciones municipales del 26M de 2019. JUAN CARLOS TORO

"Lo más importante en política es tener claro que hoy estás aquí y mañana no", decía Mamen Sánchez en una entrevista con lavozdelsur.es hace cinco añosLa regidora socialista llega este 26 de mayo al ecuador de su segundo mandato en el Ayuntamiento de Jerez. Pese a que obtuvo más concejales que en las municipales de 2015 (pasó de 7 a 10), no hay que olvidar que obtuvo solo un edil más que el PP de Antonio Saldaña (3.269 votos menos) y que retuvo el bastón de mando por la sencilla razón de que Vox no alcanzó el 5% de los sufragios para entrar en la Corporación municipal. Con los 9 concejales del PP, los 4 de Cs y solo uno de Vox habrían bastado para que el PSOE hubiese perdido el poder en Jerez. La memoria es frágil y a veces se olvida que ni hay mayoría absoluta, ni hubo una victoria holgada como para vivir en calma.

Y lo cierto es que si el primer mandato fue de estabilización y recuperación de un ayuntamiento que venía hecho pedazos (especialmente en la prestación de servicios públicos) a raíz de la herencia de lo peor del pachequismo, los endiablados pactos de gobierno entre 2003 y 2007, el despilfarro de la etapa de Pilar Sánchez (PSOE), y los cuatro años de brutales recortes y recesión con la que tuvo que lidiar la exalcaldesa María José García-Pelayo (PP), este segundo mandato se suponía que debía de ser el de la materialización de proyectos e iniciativas que bosquejen siquiera cierta transformación y cambio en la ciudad. Apenas está siendo así. Solo hay que darse una vuelta por las calles, montarse en un taxi o escuchar mínimamente a la calle, no solo a las tóxicas redes sociales o a los palmeros.

Un año interminable para renovar apenas tres calles de la ciudad —el dichoso eje Corredera-Esteve-Santa María— con un resultado de suerte dispar constituye apenas el balance de una ciudad que se mueve con poco pulso, por la inercia de una reserva heredada (también se hereda lo positivo, estos días lo hemos visto con el Circuito o el Festival de Jerez) que ya no da para mucho más. Dos años después de confirmar su continuidad en la Alcaldía, dos años después de renovar e incrementar la nómina de delegados municipales (y asesores), el ejecutivo socialista presenta síntomas de claro agotamiento, sin líneas definidas, con todo fiado a un larguísimo plazo en torno a un proyecto (que por ahora carece, paradójicamente, de proyecto) en el que Mamen Sánchez no creía y que, esa es la verdad, aceptó por contentar a Paco Camas, a quien había retirado de la Delegación de Urbanismo para ascender a José Antonio Díaz. El cuento de la Capitalidad Cultural Europea, en el que al parecer si no crees en él eso te convierte directamente en un mal jerezano, no se resolverá hasta 2025, por lo que aún quedan cuatro años de entretenimiento (y, lo que es peor, gasto inútil) si no se enmienda esta ópera bufa.

Hablamos de José Antonio Díaz y, llegado el ecuador del mandato, es probablemente el mayor activo del ejecutivo local socialista —junto a la labor callada y concienzuda de otros responsables municipales como Laura Álvarez—, al menos en cuanto a trabajo a destajo en la calle y en cuanto a sacar adelante algo parecido a una gestión seria del urbanismo en la ciudad. Sus actitudes a veces groseras y chulescas no empañan un trabajo estajanovista que, en privado, reconoce hasta la oposición. De cuatro años de parálisis total, donde en Los Arcos aseguraban que el anterior delegado apenas pisaba el despacho, ahora las licencias no paran  y hasta algo tan básico como el registro municipal de solares ha vuelto a funcionar de manera ordenada y engrasada. Hay movimientos en los suelos urbanizables, entre los promotores y van llegando inversiones a pesar de la maldita pandemia, a la que tampoco conviene culpar en exceso por este gobierno a salto de mata.

Por ejemplo, culpar a Díaz del abandono de intramuros (incluso al gobierno local) sería injusto, pues en estos dos años al menos hay pasos adelante para el objetivo principal de su repoblación y hay proyectos en marcha que pueden definitivamente revitalizar el corazón de la ciudad. Responsabilizar al gobierno local de que cuatro de los cien barrios más pobres de España estén en Jerez quizás no hubiese sido justo en el anterior mandato, pero ya empieza a quemar que no se vean avances en estrategias serias y a largo plazo en materia de empleo y formación en una ciudad devastada por un paro cronificado. Los proyectos se caen uno tras otro y, si acaso, hay muchos culpables, pero no uno solo. Culpar al actual Gobierno andaluz de que se ha perdido el Centro Tecnológico del Motor o el sendero del Guadalete —cuando hubo que convencer al Gobierno de Susana Díaz para que Jerez pintara algo en la ITI que diseñaron los socialistas— no hay quien se lo crea.

El agrio lamento de La Junta de PP y Cs nos tiene manía —una queja que va a más y que ya no se corta ni en las notas de prensa institucionales— no tiene mucho sentido si, con el presupuesto andaluz en la mano, es precisamente la Junta de Andalucía la que en estos momentos está aportando más que el Gobierno central, pese a la afinidad de color político con la Moncloa. La realidad es que el sanchismo se sirvió de Jerez para sus fotos de campaña, pero hasta la fecha, muy poquito de bueno para la ciudad: ni proyectos, ni inversiones. Si acaso, vagas promesas que cuesta creer a una sociedad local cada vez más descreída. Han sido en estas últimas décadas muchos titulares a ninguna parte, mucho fuego artificial para nada, mucho bluf… y la calidad de vida en la ciudad no mejora y eso sí es palmario.

Mamen Sánchez tiene dos años de más difícil todavía para demostrar que no ganó de penalti en el último minuto de la prórroga en las pasadas municipales y que puede aspirar a otros cuatro años más en mayo de 2023 porque ha entendido la lógica de la ciudad y es capaz de presentarle un futuro a los jerezanos y jerezanas. En su partido, ya hay voces que hablan de primarias cuando pase el congreso local del año que viene (cumplirá cuatro años este 2021 como secretaria general del partido en la ciudad, pero la pandemia ha retrasado todos los procesos internos del PSOE). Enfrente, Saldaña va en patinete (mejor que en coche) recorriendo toda la ciudad, presentando a los colectivos su proyecto de ciudad que, a priori, se basa en mirar con lupa las incontables deficiencias de los barrios y, en paralelo, proyectar algo parecido al Jerez que viene. Contar con todos será imprescindible. Su gran incertidumbre, más que por ideas que poner en marcha, es saber qué ocurrirá con los partidos que pudieran apoyar su investidura como alcalde: en este sentido, es clave la caída que pueda sufrir Cs, y si realmente Vox en Jerez se organiza (algo que no termina de ocurrir tras cuatro años). De la izquierda del PSOE, clave en estos seis últimos años de política municipal en Jerez, ya hablamos otro día. 

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