El derrumbe de la finca entre las calles Zarza y Cruz Vieja se veía venir, aseguran los técnicos municipales. Y lo asegura Polo, presidente de los vecinos del histórico arrabal de San Miguel, y lo asegura cualquiera que haya pasado en los últimos años por la zona y haya hecho un mínimo de seguimiento visual a ese inmueble tan degradado. No es el único.
Junto al colegio público Al-Andalus, en la plaza del Cristo de la Expiración, hay un enorme casco de bodega que recientemente sufrió, como consecuencia del tren de borrascas de este mes de marzo, desprendimientos severos de su fachada. Los cascotes impactaron en coches estacionados y hoy siguen las vallas bajo el hueco de los cantos que se recortan en la silueta de un casco de bodega junto a la ronda Muleros cuyo derrumbe ya provocó daños personales irreversibles en el pasado.
Hay una parte de Jerez, especialmente del centro histórico de Jerez, que se cae a cachos o está a punto de hacerlo. Y hay un comentario generalizado contra las viviendas para fines turísticos que hacen negocio con la rehabilitación de muchas de estas fincas abandonadas. La cuestión es, ¿es preferible que se nos caigan encima o que vengan inversores a rehabilitarlas y a sacar tajada del boom turístico?
El otro día leía algunos comentarios negativos en redes sociales contra este periódico por publicar la noticia de que Eugenia Martínez de Irujo se había comprado una casa en el centro de Jerez. ¿Eso es algo malo ‘per se’? ¿El dinero no llama al dinero? ¿Cuánto mejor le vaya a la ciudad no es probable que mejor nos vaya a todos? ¿Publicar eso invalida la reivindicación justa ante la acuciante y brutal emergencia de vivienda asequible que hay en la ciudad?

Que Jerez sea un destino inmobiliario de moda para muchos que pueden permitírselo no significa que no sea de máxima gravedad que Emuvijesa, su otrora modélica empresa municipal de vivienda, haya quedado reducida a una gestoría de alquiler sociales, sin que promueva e impulse una VPO desde hace casi 15 años.
Y sobre vivir (o sobrevivir) en el centro
Y sobre vivir (o sobrevivir) en el centro. ¿Quienes critican los pisos turísticos estarían dispuestos a vivir en el centro, a invertir en rehabilitar, con sus costosas trabas e interminables peleas urbanísticas y constructivas; sin sus piscinas comunitarias, sin garajes, esperando para entrar a vivir y que acaben dando vueltas y más vueltas para encontrar aparcamiento o limpiando orina de la casapuerta los domingos cuando llega la época larga de Zambombas?
¿Hay una vía intermedia para que el centro histórico no se caiga a pedazos o no se turistifique y gentrifique? De momento, el Ayuntamiento de Jerez lleva años y años que, a las puertas de la Semana Santa, ya no bonifica al 100% la licencia y la ocupación de la vía pública para el saneamiento, arreglo y conservación de fachadas en el centro de la ciudad. María Jesús Montero —esto es, el Ministerio de Hacienda y su intervención sobre el Consistorio jerezano— no le dejan. El problema es de todos. La solución, también.