Moreno Bonilla, en su ruta de los pueblos peperos

Mientras que la inmensa mayoría de ayuntamientos pide interlocución y fondos por los gastos extraordinarios de la pandemia, el presidente de la Junta apenas acude de visita a localidades donde gobierne el PP. Esta semana han sido tres y se completa con un acto hoy viernes a mediodía con Casado

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Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Fundador y Director General de ComunicaSur Media, empresa editora de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero'.

Moreno Bonilla, en Riogordo este pasado jueves, gobernado por el PP, saluda a vecinos del pueblo.
Moreno Bonilla, en Riogordo este pasado jueves, gobernado por el PP, saluda a vecinos del pueblo.

Hay dos cosas que no fallan: los políticos de la Junta, generalmente, tienen actos los lunes y viernes cerquita de sus domicilios particulares, y el presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno, salvo honrosas excepciones, solo visita municipios que estén gobernados por alcaldes de su partido, el PP. Es lo que podríamos llamar la ruta de los pueblos peperos en la agenda del jefe del Ejecutivo autonómico. 

Andalucía, la comunidad más poblada de España, cuenta con 778 municipios, de los que 29 superan los 50.000 habitantes y 12 los 100.000. Hay, por tanto, infinidad de localidades y pueblecitos para acudir en visita institucional, pero claro, qué casualidad que siempre suele tocarles a algunos de los 189 de la región que tienen sillón de Alcaldía pintado de azul popular. En todas estas visitas, el mismo book fotográfico: acariciando el brazo de señoras mayores, pasando la mano por el lomo a un perro o sonriendo a un lado y a otro de la calle. Bañitos de masas que alimentan el alma, el ego y la autoestima. Como las fotos no tienen sonido por ahora, a saber lo que le dicen realmente...

En el regreso de las vacaciones, iniciado ya un curso político en el que aún no está totalmente descartado que se celebren elecciones autonómicas anticipadas, el presidente Moreno Bonilla fijó (o le fijaron) tres visitas. Esta semana acudió el lunes a Huércal-Overa (Almería); el miércoles a Vejer de la Frontera (Cádiz); y este pasado jueves a Riogordo (Málaga). ¿Qué tienen en común todas estas localidades? Están gobernadas por alcaldes del Partido Popular: Domingo Fernández, Manuel Flor y Antonio Alés, respectivamente.

 Una cosa es estar en campaña permanente —independientemente de cuando toquen las elecciones— y otra, este uso obseceno y chusco de las instituciones públicas para los exclusivos objetivos partidistas

Para redondear la semana, Moreno Bonilla comparte acto de partido este mediodía con Pablo Casado. En Alhaurín el Grande (Málaga, también gobernada por el PP, por Antonia Jesús Ledesma Sánchez), ambos intervienen en el "acto de inicio de curso político del PP-A". Si no van a estar muy pendientes del acto, les adelanto: Moreno se vanagloriará de que Andalucía es la "locomotora" de la recuperación en España, apuntándose el tanto de la bajada histórica del paro, y Casado atacará al Gobierno de Pedro Sánchez. Ambos habrán leído ya a esta hora un argumentario que cada día les pasan sus asesores y prácticamente los vomitarán ante sus fieles. 

En esta semana ha habido protestas de la comunidad educativa, nuevas quejas por el desmantelamiento de la atención primaria, y bronca con los ayuntamientos, los del PP también, que exigen a la Junta que, como poco, pague el gasto extraordinario en desinfección de colegios del curso pasado, pues el Estado ha transferido cientos de millones de fondos europeos de los que no saben absolutamente nada. Por no hablar de que hay alcaldes y alcaldesas que llevan ya dos años pidiendo interlocución con el presidente y otros, como el de Barbate esta misma semana, que tiene que rascarle apresuradamente unos segundos en un acto para contarle los problemas de su pueblo.

Moreno, como Blancanieves, solo ve el espejito que le devuelve lo guapo que es y lo bien que gestiona, mientras la mayoría señala que el rey va desnudo. Una cosa es estar en campaña permanente —independientemente de cuando toquen las elecciones— y otra, este uso obsceno y chusco de las instituciones públicas para los exclusivos objetivos partidistas. 

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