Saldaña, el nuevo ‘inmatable’

Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Director de lavozdelsur.es entre 2014 y 2024. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

Pacheco frente a Saldaña, el año pasado, en el acto de homenaje a los alcaldes y ediles en el 40 aniversario de los ayuntamientos democráticos. FOTOS: MANU GARCÍA

Antonio Saldaña se ha criado políticamente mecido en los brazos de la jefa. La jefa es como siempre ha llamado a María José García-Pelayo, ex alcaldesa, diputada y todavía presidenta del PP en Jerez. La jefa es la persona que más ha apoyado a su ahijado político en los últimos diez días. Sin embargo, aunque él difícilmente lo vaya a reconocer en público, siente especial debilidad por su alcalde. “Reconocer que Pacheco no fue un buen alcalde es perder credibilidad”. Lo piensa y lo dice. Se reconoce en su forma de liderar, en su forma de querer siempre tener manos libres, de no tener sombra.

“El problema que tiene Pedro Pacheco es que no quiere que nadie que venga detrás lo pueda hacer mejor que él, y yo lo podría hacer mejor que él. El problema es que le gusta decir que todo el que ha estado después de él es muy malo, y por eso le interesa tener a una alcaldesa mala, una persona que él sabe positivamente que no está a la altura de la ciudad. Su amor por sí mismo ha superado a su amor por Jerez”, aseguraba Saldaña en una entrevista reciente con lavozdelsur.es. Hace un año, en la campaña de las municipales, una antigua colaboradora del veterano exalcalde llegó a calificar que la figura de Saldaña le evocaba la de "un joven Pacheco". Decir eso en Jerez puede significar mucho.

“Usted siempre ha estado ahí, es a la persona a la que veía de niño en la televisión”, vino a decirle a Pedro Pacheco cuando fugazmente compartieron asientos en el pleno del Ayuntamiento. Desde esta semana, Saldaña, al que le gustan los maratones como al exalcalde, al que también le gusta embriagarse con el aroma de un buen jerez —desde ahora con mucha más moderación—, al que le gusta inventar proyectos de la nada —a veces fallidos, claro, pero es mucho mejor que no hacer nada—, ya tiene más cosas en común con el eterno alcalde de Jerez que con otros políticos propios y extraños de la zona. Sin ser comparables las trayectorias, ni en años de duración ni contextos, el perfil repleto de luces y sombras, de fanáticos y haters, del andalucista empieza a reflejarse en el saldañismo.

Desde esta semana, tras “aquella tarde”, como se refiere el político popular al episodio que protagonizó triplicando la tasa de alcoholemia y golpeando varios coches antes de ser detenido, Saldaña también es el inmatable, como Paco González Cabaña apodó en su día a Pedro Pacheco, inmerso en mil líos y a menudo capaz de salir airoso —salvo en la etapa final que parece que pagó por todos los excesos con quizás los capítulos menos graves de su largo serial político—. A Antonio no le hubiese dolido que lo expulsaran del PP. Tampoco, como han dicho, quedarse sin su jugosa nómina de Diputación porque, entre otras cosas, el partido estaba dispuesto a buscarle acomodo en un cargo más reservado e incluso mejor pagado. Lo que a Antonio Saldaña le hubiese dolido es no poder volver a intentar ser alcalde de su ciudad, lo que no se hubiese perdonado nunca es ser desterrado políticamente de “esta ciudad a la que amo”. Lo que le duele ahora a Pedro Pacheco, tras el paso por prisión, es no poder volver a integrarse en la vida política con mando en plaza.

Saldaña, como Pacheco, parece que ya no tendrá partido, aunque seguirá, a priori, siendo del PP. En todo caso, parece que seguirá construyendo su marca personalista con el único objetivo de acercar a su opción política a los votantes jerezanos en mayo de 2023. Como cuando el año pasado puso en marcha la campaña Jerez CaPPital en contra del sentir mayoritario de la dirección de su partido y acabó obtenido nueve concejales —"con los votos del partido Jerezanos o con un mejor resultado de Vox habría sido alcalde", aseguraban los analistas—. Un resultado tan bueno que ni los más cercanos se lo creían. Ahora anda confiado en que el lamentable episodio sea un mal sueño y se olvide pronto. Confiado en que, aun sin el apoyo explícito de su partido, se redima empuñando el ansiado bastón de Alcaldía. El nuevo inmatable le ha ganado el pulso al PP de arriba a abajo y hay incluso quien entiende que ha salido reforzado de este trance.

A nadie le gusta que se haga leña del árbol caído y a todos les gusta en el fondo comprobar que los políticos son humanos y la cagan. Los políticos son reflejo de la sociedad que tenemos, no surgen por generación espontánea, ni vienen de Marte. La empatía social y el valor de la redención son dos grandes bazas a su favor tras aquella aciaga tarde y se está comprobando si uno repasa algunas decenas de los cientos de comentarios de apoyo que está recibiendo. Ahora queda que aparque la prepotencia y la soberbia anterior, cosas a las que Pacheco nunca pudo dejar de resistirse, y aproveche la segunda oportunidad que él mismo se ha labrado sin más contestación que en una clave interna de la que ha salido tocado, pero no hundido.

“Me dedico a la calle, a la gente. Los temas orgánicos ya, sinceramente, no sé ni cuándo tocan”, decía en la misma entrevista sobre la renovación interna del partido en la ciudad. “Y lo mismo hasta acaba siendo alcalde”, confesaba a este cronista esta misma semana un destacado socialista de la ciudad. Pacheco ha asegurado esta semana que Saldaña, al que jocosamente ha llamado "el del amontillado", tendrá que acabar marchándose. Pero Pacheco sabe que a veces marcharse o no, no es ni tan sencillo, ni depende de uno mismo.