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Libreros libres

Las prohibiciones y secuestros de libros ya no tienen cabida en un mundo civilizado

10 de febrero de 2025 a las 20:22h
Libros tirados en el suelo, en la librería asaltada en Jerusalén.
Libros tirados en el suelo, en la librería asaltada en Jerusalén.

Cuando voy a una ciudad nueva me gusta visitar sus librerías. Me gustan todas, las que pertenecen a grandes cadenas, las independientes, las de viajes y las de segunda mano. Si no entro en dos o tres, me parece que no he estado en esa ciudad, como si hubiera pasado de puntillas. 

Así que al ver en las noticias las imágenes de los libreros detenidos en Jerusalén he sentido una punzada. Es algo más que tristeza, quizás una decepción ante la naturaleza humana. Menos mal que esa decepción no viene sola, porque los opresores, aunque no lo deseen, ponen en evidencia el valor de los libreros. Los que quieren acabar con la libertad de expresión siempre terminan, sin quererlo, subrayando el papel esencial de los libros en las sociedades verdaderamente democráticas.

En las librerías entran lectores para comprar libros y para intercambiar ideas. Son lugares plurales. Hay presentaciones de nuevas publicaciones y clubs de lectura. Hay muchas discusiones sobre el significado de las lecturas, la calidad de los textos y la trascendencia de lo que se cuenta en ellos. Cada lector que entra aporta un mundo, una perspectiva. Y los libreros se encargan de hacer posible esa conexión, de crear las condiciones para que nos sintamos a gusto entre sus estanterías. Hay muchas actividades, sin un programa ideológico que las determine. Los libreros saben juntar a gente que lee, que piensa y que sabe escuchar. En las librerías se respira tranquilidad. 

Algo tienen en común todos los lectores. Esperan encontrar algo importante en los libros, algo que haga mejor sus vidas. Puede ser el mero placer de leer o el conocimiento de nuevas teorías. Hay tantos intereses como perspectivas. Los lectores suelen pensar que la lectura les permite tener las mentes abiertas, ser tolerantes y gente de paz. El ámbito de las letras es un espacio ideal, utópico. El espacio que nos ofrece el librero está impregnado de ideales, sueños, y el anhelo de un mundo mejor. Y sabemos que hay miles de versiones de ese mundo mejor…

Conocemos alguna librería en nuestro país que ha sido atacada por seres violentos de ideologías opuestas. Se ve que los radicales de todos los bandos, los opresores o terroristas, coinciden en ese odio hacia los espacios de libertad y pensamiento. Las autoridades internacionales deberían tomar cartas en el asunto y proteger de forma más eficaz a los libreros de cualquier parte del mundo. Las amenazas que sufren son muy variadas.  

Las prohibiciones y secuestros de libros ya no tienen cabida en un mundo civilizado. Tampoco la censura y las cancelaciones. Es cuestión de libertad de expresión, un derecho fundamental. Detener a libreros y confiscar libros no es el mejor camino para promover la paz y evitar la violencia. Nada hay más contradictorio que desear mejorar tu país destruyendo la cultura y la libertad de pensamiento.

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