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Los límites de la literatura

Poner vallas a la literatura y la creación nunca es bueno ni fácil. Habría que tener muy claros esos límites y quiénes deben elaborarlos y establecerlos

23 de marzo de 2025 a las 17:34h
El parricida José Bretón, condenado en 2016 por asesinar a sus dos hijos en octubre de 2011.
El parricida José Bretón, condenado en 2016 por asesinar a sus dos hijos en octubre de 2011.

Dice Luisgé Martín, el escritor del El odio, que su objetivo era entender al asesino, a José Bretón, que está en prisión por matar a sus dos hijos. La madre, Ruth Ortiz, ha acudido a la justicia para que ese libro no salga a la luz. Quiere que se proteja el derecho a la intimidad y la imagen de Ruth y José. Y la editorial Anagrama y el escritor creen que tienen derecho a publicar esa obra. Sus argumentos se centran en la libertad de expresión y creación literaria. Prohibir la publicación del libro atentaría contra derechos fundamentales. Sin embargo, la abogada de Ruth considera que lo único que se va a conseguir con ese libro es aumentar el daño y el dolor.

Lo primero que se le ocurre a cualquiera ante esta noticia es “¿qué necesidad había de todo esto?”. Al lector le vienen a la mente las imágenes del proceso, largo y terrible. Rememora las escenas de sufrimiento aparecidas en todos los medios de comunicación. Ya tuvimos bastante. Ya se informó al detalle. La primera reacción del lector es decir que “no había necesidad de ese libro”, o incluso que “no es justo hacer sufrir más a esa madre”.

Luisgé Martín le ha explicado a Jorge Morla en El País cuáles eran sus intenciones al emprender la escritura de ese libro. Se trata de una investigación. Ha querido entender cómo pudo José Bretón llevar a cabo semejante crimen. Así pues, habría una necesidad de explicar y comprender lo que sucedió. Esa necesidad justificaría la publicación de la obra. Dice que no pretende dar voz a José Bretón, sino mostrar sus contradicciones, “los laberintos de la infamia y de la vileza de un asesino”. Dice en la entrevista, que “la literatura no está para divertir, está para doler”. Luisgé considera infantil fijar límites a los temas que puede tratar la literatura.

Poner vallas a la literatura y la creación nunca es bueno ni fácil. Habría que tener muy claros esos límites y quiénes deben elaborarlos y establecerlos. Habrá muchos lectores que piensen que una obra literaria tiene valor en sí misma y que no puede ser censurada. Incluso pueden decir que si se prohíbe el libro, se les está negando el derecho a estar informados de lo que ocurre en el mundo o a disfrutar de una obra literaria. La censura perjudica al creador y al receptor, ya que impide el desarrollo personal de ambos.

Entraríamos aquí en una discusión infinita sobre qué es el valor literario de una obra. A ver quién se atreve hoy a definir qué es la literatura, el arte, la música o el periodismo… Luego viene lo del realismo y el dolor: provocar dolor existencial y filosófico (al reflexionar sobre la naturaleza humana) no es lo mismo que provocar dolor concreto personal, con nombres y apellidos. Para unos, mostrar detalles concretos no aportará nada, solo será un espectáculo morboso. Pero para otros es necesario conocer la verdad, la abstracta y la concreta, aunque duela. Solo así evitaremos que vuelva a ocurrir y pondremos los medios necesarios.

Ahora bien, los jueces sí pueden proteger los derechos de todos los ciudadanos y hacer que se cumpla la ley. Tendrán que investigar, valorar los hechos e interpretar las normas. Quizás digan que nada hay por encima de los derechos fundamentales. Y que se está vulnerando la intimidad y la dignidad de varias personas al publicar ese libro. Quizás el juez diga que ese objetivo de explicar y comprender se podría haber alcanzado de otra forma: por ejemplo elaborando un ensayo de carácter general, comparando casos, sin dar nombres. Quizás diga que ese tipo de escritura no es una investigación científica que pueda aportar algo relevante, ya que solo va a describir un hecho concreto. O todo lo contrario, quizás sean los derechos de creación e información los que prevalezcan…

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