La llegada de un hermanito a la familia suele ser un acontecimiento feliz, pero a la vez estresante. Un nuevo bebé obliga a la familia a reubicarse de nuevo, a cambiar hábitos y pautas, a encontrar cada uno de ellos su nuevo lugar en la familia.
Para mamá y papá, como adultos que son, puede ser más sencillo de gestionar. De hecho, ya son papás, ya se reconocen como tal y se han enfrentado ya a los retos de la maternidad y paternidad. Pero ¿y ese niño o niña que se va a convertir en unos meses en el hermanito mayor?
Para abordar la llegada de un nuevo bebé, será fundamental tener en cuenta la edad de nuestro hijo mayor. La edad de éste ha de ser el punto de referencia para abordar el tema utilizando un lenguaje comprensible y adaptando a su edad.
¿Cuándo debemos explicar a nuestro hijo que estamos esperando un bebé?
Siempre recomiendo no anticiparnos demasiado. Los niños suelen ser impacientes, por lo que recomiendo comunicárselo al pequeño cuando hayan pasado unas semanas, incluso cuando a mamá se le comience a notar el embarazo. De esta manera, el niño/a podrá evidenciar los cambios y podrá ir gestionando la idea de tener un hermanito que está creciendo en la barriga de su mamá.
Es igualmente importante que el resto de la familia lo sepa al mismo tiempo o, en todo caso, después de saberlo el niño/a. Pues no es conveniente que éste se entere por otro familiar que no sea mamá o papá.
¿Cómo explicar a nuestro hijo que tendrá un hermanito?
En este sentido, es fundamental tener en cuanta la edad de tu hijo/a. No es lo mismo un niño de 2 años que uno de 9. El lenguaje que utilices debe ser comprensible y adaptado a su edad.
Siempre recomiendo dar la noticia con alegría y naturalidad. Nuestro estado anímico en el momento de dar la noticia puede condicionar cómo nuestro hijo/a enfoque la llegada de ese bebé.
Puede resultar de ayuda utilizar un cuento que nos de un hilo conductor a nuestro discurso. Del mismo modo, nos ayudará ser sinceros sobre qué implica un nuevo bebé en casa. Por ejemplo, un niño de 3 años puede pensar que su hermanito llegará el primer día a casa dispuesto a jugar a cochecitos. Debe saber que los primeros meses, su hermanito no jugará con él de ese modo.
Cuando durante el embarazo siento que no puedo con todo lo que hacía antes, ¿cómo hago para cambiar algunas rutinas con mi hijo sin sentirme culpable?
Esto es algo que inevitablemente va a pasar. El primer embarazo no se vive igual que el siguiente. Hablar con naturalidad con nuestro peque es muy importante. Podemos explicarle que estamos cansadas y que el embarazo es algo temporal.
Es importante cambiar rutinas poco a poco para que todos los miembros de la familia se vayan adaptado de manera paulatina a la nueva realidad.
¿Cómo debería ser la “presentación” del hermanito?
Creo que ese primer momento en que tu hijo/a vea a su hermanito es muy especial e importante. Es un momento que queda grabado en la memoria de la familia y fácilmente se recuerda a posteriori. Por lo que creo importante cuidar ese momento.
Deben ser mamá y papá quienes dirijan ese momento. A pesar de que pueda haber algún otro familiar presente, los padres deberían poder manejar ese momento. Recomiendo siempre que sea papá el que de la noticia del nacimiento del bebé y el que acompañe a conocer al hermanito.
Aunque parece un detalle sin importancia, creo que es interesante que el niño/a no encuentre a mamá con el bebé en brazos. Sino que, reciba primera un beso y un abrazo de mamá y entonces pueda conocer a su hermanito. Esto lo recomiendo porque esa primera impresión de ver al bebé en los brazos de mamá puede acentuar el sentimiento del niño de verse desplazado.
Con ayuda y cuidado, podemos dejar que nuestro hijo coja a su hermanito en brazos si lo pide. Papá o mamá pueden ayudarle a sujetarlo de manera segura.
Enfocar este momento como un momento único y especial en el que el niño también es partícipe ayudará al mayor a sentirse incluido e igualmente especial.
¿Qué herramientas nos puedes dar para gestionar los posibles celos del (de los) hermano(s)?
Los celos entre hermanos son una respuesta que, aunque no nos guste, son normales y se dan con frecuencia. Aparecen en ocasiones, por el nacimiento de un hermanito, o cuando éste empieza a gatear y a recibir la simpatía del entorno.
Decir que los padres deben relacionarse con sus hijos de igual manera es un tópico y, a mi modo de ver, es erróneo. Cada hijo tiene su personalidad y nos relacionamos con él/ella en función de ésta y de su carácter. Por tanto, es erróneo pensar que la relación con ellos va a ser idéntica, pero los padres deben exigir lo mismo sin diferencias y darles las mismas opciones. No se debe exigir a un hermano poner la lavadora y al otro permitirle no colaborar en casa. El nivel de exigencia debe ser el mismo y las expectativas deben ser realistas y coherentes. Lo contrario solo generará envidia entre ellos y frustración.
Otro aspecto importante es evitar compararles. Cada hijo es como es, depende del adulto ver ventajas o desventajas en esa forma de ser. Muchos progenitores se muestran más exigentes, menos tolerantes, más críticos con aquel hijo que consideran más fuerte, más débil, similar a ellos, de su mismo sexo, etc. Del mismo modo, hay que evitar criticarles en público. Eso sólo avergonzará al niño/a y dañará su autoestima.
Intermediar en las peleas no siempre es una buena opción. Los niños deben aprender a gestionar sus conflictos. A menos que haya violencia física o verbal en esas discusiones, es preferible dejarles hacer.
Intentar potenciar las ventajas de tener hermanos es, sin duda, la mejor opción para favorecer una relación de amor y respecto en su vida adulta.