En estos días ha surgido una noticia que nos deja boquiabiertos. El presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno Bonilla, ha decidido que su Gobierno otorgue a una de las Medallas de Andalucía el nombre de Manuel Clavero Arévalo, Ministro para las Regiones de la UCD, como “Padre de la Andalucía Moderna”. Cuando leo la reseña, después de la sorpresa inicial, me acuerdo de mi amigo José García Pérez, diputado de UCD por la provincia de Málaga, quien semanas antes del referéndum del 28 de febrero del 80, se dedicó a recorrer con su modesto seat toda la circunscripción defendiendo el sí a la autonomía plena para Andalucía. A los pocos días, recibe la orden desde Madrid, con la decisión de no apoyar el voto afirmativo. Acto seguido, como un gesto de honestidad, abandona el partido y, junto a Clavero, se sientan en el grupo mixto. Posteriormente ingresa en el Partido Andalucista. Una historia poco conocida y, por tanto, nada reconocida.
Pero, a continuación, me acuerdo del que desde hoy ya es el “segundo” padre de Andalucía: Blas Infante junto a lo sucedido en agosto pasado. Es lo que ocurre por tener a la derecha en el poder, apoyada por Vox. Quieras o no, al final tienes que pasar por el aro.
Las medidas políticas impopulares, que pueden despertar polémica, se hacen con la búsqueda de argumentos difícilmente criticables. Porque la crítica puede ser incluso más impopular, menos correcta que la medida en sí mismo. Creo que estamos ante un caso semejante. ¿Cómo desvirtuamos la figura de Blas Infante, tal y como nos ordena quien nos tiene cogido por nuestro vital espacio político? ¿Cómo lo hacemos sin que se note demasiado? Pues se sacan de la chistera otro padre: el Padre de la Andalucía Moderna. Entiéndase Moderna no en el sentido historiográfico del término, sino en el posmoderno: lo “actual”, lo más “guay”. O sea, que en el próximo Estatuto tendremos dos padres: el antiguo y el moderno.
Vamos a ver. Esto responde a una estrategia para minusvalorar la vida y obra del nominado por el Parlamento Andaluz como Padre de la Patria Andaluza. Llenamos Andalucía de padres (ojo ¿dónde están las madres?) y así Blas Infante queda difuminado. Como no nos sirven o no calan los argumentos de los ignorantes que lo califican como “islámico” -creyendo así que lo descalifican ante los racistas quienes consideran al islam como el enemigo a batir- hemos de buscar otro contra el que es difícil estar en desacuerdo: ¿Quién puede dudar de la labor autonomista de Clavero? Nos obligan a comparar, contrastar, unir dos personajes ilustres de Andalucía: Infante y Clavero.
No se trata de renegar del exministro o de despreciar su trabajo por Andalucía. En absoluto. Todo lo contrario. Pero son dos personas bien distintas. Son dos ideales distintos. Dos tiempos. Como diría la gran filósofa e ideóloga del Partido Popular, Ana Botella: "Las manzanas no son peras. Si se suman una manzana y una pera nunca puede dar dos manzanas". Aunque la aplicó para un asunto digno del mayor de los desprecios, en esta ocasión consultando su reciente recopilación de magníficas obras, nos viene que ni pintado.
Y lo que es peor. Esa sí que es puñalada política de amigo. Con elogios de ese tipo, no hacen falta tener enemigos. Manipular el nombre, la vida y bien hacer de Clavero para obedecer de forma sumisa a quien te sostiene en el sillón, y con ello, hundir más a Infante, no me parece digno de un gobierno que representa a los andaluces.
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