Quiero referirme a un artículo de mi amigo José Ángel Lozoya Gómez, un referente del movimiento de hombres por la igualdad en España, recientemente publicado en una revista digital y titulado "- No somos plantilla, somos familias -. Una huelga de más de cuatro meses por la conciliación". La frase inicial, que figuraba en una de las pancartas, simboliza la esencia de esta reivindicación que trasciende lo puramente laboral y se convierte en una lucha por la igualdad entre mujeres y hombres.
El artículo de José Ángel aborda la huelga de más de cuatro meses llevada a cabo por los trabajadores de la empresa siderometalúrgica Acerinox, ubicada en el Campo de Gibraltar. De su reflexión me interesa destacar cuestiones inusuales, extrañas, e innovadoras.
Acerinox es una empresa predominantemente masculina, con un 97% de su plantilla compuesta por hombres, en un sector, el siderometalúrgico, también altamente masculinizado. Representa, por tanto, el prototipo de empleo que se asocia con la masculinidad hegemónica tradicional: si imaginamos a un trabajador de Acerinox, probablemente pensemos en un hombre fuerte y resistente, capaz de soportar jornadas laborales arduas y agotadoras. Es decir, pocos pensaríamos en una mujer. Esta masculinización del empleo es uno de los aspectos que merece atención.
Otro punto importante es la duración de la huelga: más de cuatro meses. La huelga es una medida de presión extrema, el último recurso al que se recurre, ya que implica la suspensión de los contratos de trabajo y, con ello, de las obligaciones tanto de trabajar como de remunerar el trabajo. Es el máximo sacrificio que la clase trabajadora puede hacer, ya que supone renunciar a la principal fuente de ingresos personales y familiares.
Tradicionalmente se ha criticado mucho al mundo sindical y laboral por centrar casi exclusivamente sus reivindicaciones en el salario, dejando de lado otros aspectos importantes de la relación laboral. Esta huelga rompe con esa tendencia, ya que su causa no es exclusivamente económica, sino la búsqueda de una mejor y mayor posibilidad de conciliar la vida familiar y laboral. Además, que esto lo hagan hombres, quienes históricamente hemos estado alejados de los cuidados por pensar que son tareas femeninas que nos hacen menos hombres, es notable y merece subrayarse.
La empresa que funciona en un sistema de cinco turnos de trabajo las 24 horas del día, había exigido a sus trabajadores plena disponibilidad, lo que dificultaba la conciliación y suponía un retroceso en las posibilidades de equilibrar la vida laboral y familiar.
Otro aspecto es el silencio. Es inaudito que, en una sociedad tan conectada, donde la difusión de noticias es inmediata, una huelga de más de cuatro meses en una empresa importante en el sector y en Andalucía, que emplea a 1,800 personas y genera mucho empleo indirecto, pase prácticamente desapercibida. Esta falta de cobertura mediática y social plantea preguntas sobre si es que esta reivindicación no interesa al poder masculino, o de si el comportamiento de los sindicatos mayoritarios, poniéndose de perfil, e incluso pidiendo el voto favorable a la propuesta de la empresa, aceptando las condiciones impuestas por esta, en contra de una parte importante de la plantilla es ético, digno y legítimo de sindicatos que se llaman sí mismos “de clase”. El feminismo nos enseñó que lo que no se nombra no existe, y esta es la estrategia que parecen haber seguido patronal, sindicatos mayoritarios, partidos políticos, instituciones públicas, y medios de comunicación para invisibilizar esta protesta que debería haber sido centro de atención, y que probablemente habrá que incluir en manuales sobre igualdad y nuevas masculinidades. Porque, este silencio no solo invisibiliza una importante reivindicación, también contribuye a perpetuar un mundo desigual que discrimina a las mujeres y nos convierte a los hombres, en sombras de nosotros mismos y esclavos de la masculinidad, y donde las violencias machistas siguen siendo el pan nuestro de cada día.
Acerinox parecía apostar por la igualdad de género y había implementado un programa de formación en igualdad para su personal masculino. Sin embargo, esto resultó ser solo una ilusión, una fachada que ocultaba sus verdaderos objetivos. Al igual que muchas empresas que promueven lo ecológico solo como estrategia de marketing, a Acerinox le importan poco estos asuntos; su única preocupación real es su cuenta de resultados. Esta situación revela la realidad de un sistema económico respaldado por el poder político, donde cualquier causa es válida si contribuye a aumentar los beneficios y el poder de unos pocos.
A los trabajadores, trabajadoras y familias de la plantilla de Acerinox, Algeriras, gracias por ser ejemplo e inspiración.
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