La ciudad, aquel imprescindible y delicioso libro de Manuel Chaves sobre Sevilla y tan alejado del sevillanismo, del que se cumplen cien años de su publicación, fue mi primera lectura del periodista sevillano, allí ya estaba claramente la adhesión del escritor hacia la realidad vital y su tiempo, su gran fuerza original.
Hoy, que casi nadie con decencia intelectual duda de la importancia central de su figura y obra, todavía algunos lo continúan haciendo de sus posiciones políticas y de su defensa y lealtad a la República desde los espacios de la España reaccionaria y sus afines, tan huérfanas siempre de referentes. Recordemos el olvido incomprensible en el que tantos años permaneció, pero también de la manipulación e indigencia intelectual a la que por parte de los herederos del franquismo le siguen sometiendo en una operación más grosera que la del olvido.
Vendría bien que esa derecha dejará de manipular al gran periodista en una visión pobre y amputada con claras intenciones ideológicas. Chaves fue un republicano convencido y exigente en su compromiso, hijo notable de su tiempo, forjado en aquella Sevilla naciente, popular, progresista e ilustrada de principios del siglo XX, desde muy joven ya es un excelente conocedor de los males endémicos de su ciudad, cuestión que traslada después a sus escritos, para más tarde hacerlo con los de España y el resto del mundo, con una tenacidad admirable.
Por eso no deja de molestarnos, aquí o allá, ese intento de la derecha en definirlo casi como una figura no republicana y desencantada de la República, situándolo en esa farsa fantasmal de la tercera España que tan bien ha desmotado el historiador Francisco Espinosa y hasta su biógrafa y especialista Isabel Cintas. Hace años que no cesan en su ridículo revisionismo al situar a Chaves en ese espacio, casi por despojarlo y alejarlo de su republicanismo, porque va implícito también en ese alejamiento la equiparación de la Republica a un régimen fracasado e ilegítimo que no fue víctima, sino causante del terror, una falacia con la que blanquear conciencias a muchos herederos, ¿no les suena con la rabiosa actualidad política y cultural española? Esa conducta no es solo la descarada de la derecha mas cerril, que todos conocemos y padecemos, siquiera la ultra, sino una más sibilina y de rostro más amable, también más peligrosa y hábil, le sucedió a Cernuda y a otros muchos, porque intentan revisitar figuras y obras y hacerlas ser y decir lo que jamás fueron y dijeron, ya saben, ni derecha, ni izquierda, en el limbo liberal.
No era, nunca lo fue, comunismo o fascismo, fue República legítima o fascismo golpista con su sangriento terror para hacerla desparecer, el comunismo no gobernó nunca en España, pero sí el fascismo durante cuarenta años y sus dolorosas secuelas vigentes.
¿Que pensaría y escribiría hoy Manuel Chaves Nogales ante el panorama político y social sevillano, andaluz o español, de su propia profesión?. La respuesta estará siempre en su monumental obra y ejemplo.