Se acaban las Zambombas. Mi amigo Fernando GT (que a ver, que no es que sea la versión berlina de sí mismo), habitante a la sazón del centro de Jerez, mantiene que con lo del adelanto de las celebraciones al último finde del mes de los difuntos ocurre lo que ocurre, que ya llegando el 20 de diciembre el personal está como desfallecido, exhausto tras este período maratoniano. Y no se trata solo de dinero, que también, sino del 'todo' en general. Sin más, el viernes 20 este cronista pasó por la puerta de un restaurante cuqui de Jerez en el que se oía que había la típica Zambomba de grupo de amigos o del trabajo y aquello, simplemente, no 'pitaba': ni la pandereta sonaba pizpireta, ni las voces lo daban todo ni los 'madroños' salían en dirección al Niño, ni nah. Todo mal. Parecían (y no lo eran) de fuera. Es que es mucho tiempo. Es como que la gente ya está en otra cosa. Tal vez pensando incluso en la Navidad... o en los Santos, si me apuran. Simplemente, ha pasado de fase. Zambombas amortizadas.
Y eso que el fin de semana pasado (4ª stazione de las cinco programadas por el Ayuntamiento), salvo algunos excesos, ya se notaba que las aguas estaban volviendo a su cauce, a medida que los jerezanos se van quedando solos en su celebración y que las personas mayores que siguen viniendo en bus de provincias más o menos cercanas no representan ningún peligro, al contrario.
Al final, es verdad que detrás de todas las críticas que se han producido estos días puede que haya algo de 'turistificación', que el problema real no es el pis ni los ruidos ni la seguridad, que eso son solo circunstancias y el problema tal vez sea que queremos la Zabomba para nosotros solos y eso no puede ser. También en la invasión turística de gente que se ve que no entiende gran cosa de la fiesta puede que haya algo de eso que llaman FOMO, por sus siglas en inglés (Fear of Missing Out), esa necesidad actual de desazón, de miedo a estar perdiéndote algo, sentido último de las redes sociales.
A ver. Les invito a ver imágenes de cómo eran los encierros de San Fermín –una de las fiestas con las que se compara de manera recurrente a la Zambomba actual– hace cosa de sesenta años. No hace falta que los comparen, está claro lo que este cronista quiere decir. Mucha menos gente. O de la propia Feria del Caballo de Jerez a principios de los 90, nada que ver. Lo de la Zambomba se veía venir y lo que ha ocurrido, en plan sociología barata, es que la pandemia lo ha agrandado y el tal FOMO le ha dado el remate.
A ver, durante la pandemia, muchos prebostes de la comunicación, principalmente afines al Gobierno, decían esa gilipollez de "cuando esto pase, vamos a salir más fuertes" y lo cierto es que el personal, además de más maleducado, lo que ha hecho es salir con ganas de ir a todas partes para hacerse las fotitos de rigor que luego van a subir a sus redes sociales. A todas partes. Como si no hubiera un mañana. Lema punki reconvertido en lema FOMO. La Zambomba de Jerez ha ocupado el nicho Navideño en modo juerga, no hay más que hablar. Es cierto que Vigo está igual de lleno para ver la iluminación, es cierto que a Torrejón de Ardoz van muchas familias de Madrid a pasar el día en lo que llaman la Ciudad de la Navidad... y es cierto también que a Jerez se viene a beber, comer, cantar y bailar. De francachela de toda la vida. Punto. Y la gente tiene derecho, claro, el problema al final es de educación de los propios y de los que vienen, como reflejaba el otro día en LA ROTONDA Paco Sánchez, pero sin dejar de lado que algo tiene que ver también el Ayuntamiento de Jerez en haber creado ese evidente clima de 'todo vale'.
El gobierno municipal ha anunciado que próximamente abordará el tema de la Zambomba con unas ordenanzas especiales, justo el año en que ha ampliado a cinco los fines de semana de cachondeo y holganza. Son señales en direcciones opuestas. El anuncio de ordenanzas solo se debe a dos posibilidades y seguro que ninguna tiene realmente que ver con un análisis propio del desfase de los tres primeros fines de semana: o el Ayuntamiento ha recibido un toque de una instancia superior –léase subdelegación del Gobierno– o el run run de los vecinos del centro empieza, cuando menos, a ser tenido en cuenta. En realidad, nos referimos más a que ese hartazgo pueda buscar su propia expresión en las urnas que a una toma de conciencia real de los problemas de convivencia que se están produciendo los fines de semana, que tienen su respuesta sumaria unas líneas más arriba, "ah, que ya os estabais quejando con cuatro, pues toma cinco".
Pues eso es lo que hay, amigas y amigos. Denlo todo hoy, 5 stazione de Zambombas, si ya, total... Ah, y comiencen a poner a raya su propio FOMO.
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