¿Astracanada o lección magistral de Tamames? Claro, hablamos de la moción de censura presentada en el Congreso por VOX y defendida por el peculiar profesor de Economía y ex político. En realidad, aunque se utilizó –de nuevo- esa figura recogida en el artículo 113 de la Constitución y el propio reglamento de la Cámara, el acto solo fue propiamente una moción de censura en las formas… en el fondo, como tal, no lo fue nunca.
Ramón Tamames, un hombre ya al borde de sus fuerzas, pretendió, además de satisfacer su inmenso ego –que lo tiene… recuerden por ejemplo la prensa local y el personal del aeropuerto de Jerez de la Fra el incidente de hace, no sé, quince o veinte años-, poner sobre todo a la clase política actual ante el espejo. Vale… y debo decir que, desde mi punto de vista, en algunas ocasiones de su exposición lo consiguió, como cuando habló de la falta de diálogo real entre las fuerzas políticas, más preocupadas cada una de lanzar su rollo para consumo de su público que en escuchar y, llegado el caso, rebatir lo que está diciendo el oponente, algo que, es cierto, ocurría en mayor medida en el parlamentarismo de su época como diputado, con el uso de la llamada "esgrima parlamentaria", hoy prácticamente desaparecida.
Además, predicó con el ejemplo cuando dijo, en el turno de réplicas, que le había parecido interesante la intervención de la portavoz de la CUP, lo que seguro que sacó de una plácida cabezadita a más de un diputado o diputada de VOX. ¿Se imaginan hoy a al alguien de VOX o del PP diciendo que le había parecido "interesante" la intervención de la CUP o, viceversa, a alguien de Bildu o la CUP destacando una propuesta de VOX o del PP…? Inimaginable, ¿verdad?
Estos ejes de argumentación, que podrían resumirse en "más política y menos propaganda" y "más diálogo y menos frentismo", fueron lo más importante, sin duda, de la intervención de Tamames… no vamos a entrar en la crítica a la gestión del Gobierno o sus (escasas) propuestas en este sentido. Empecé a ver su intervención en el programa de Susana Griso y resultó de lo más curioso el enfrentamiento de dos periodistas como Rubén Amón y Miguel Ángel Aguilar que estaban comentando lo que se oía en el hemiciclo. Mientras Amón no se bajaba del burro de que estábamos viendo un esperpento –que oye, que también, si pensamos que, al fin y al cabo, esa intervención era una moción de censura, con todo lo que eso significa-, a un veterano como Aguilar la música que escuchaba le sonaba bien, entendiendo que un prohombre de la Transición, que al fin y al cabo sentó las bases de la democracia en España, con todas las dificultades que tuvo aquel proceso, daba un tirón de orejas a la tercera generación que se sienta en el hemiciclo.
Y bien… llega el momento que la lectora habitual, el lector impaciente, estaban esperando: giro total en MARCA ACME, otra vez dos artículos por el precio de uno, uno de corte serio y otro más macarra, una oferta imbatible. Vamos allá: ¿Por qué los ayuntamientos no programan algo parecido a lo que ocurrió el martes y el miércoles en el Congreso? Sí, sí… ya sabemos todos que los municipios también disponen de la posibilidad de la moción de censura e incluso celebran un pleno sobre el estado de la ciudad, pero tal vez podría instaurarse algo parecido a la intervención de Tamames, solo que ya como figura jurídica de nuevo cuño con alcance político meramente expositivo: 'El Día del Repaso', 'Un Día sin Autocomplacencia' u 'Hoy se ponen las Peras al Cuarto', algo así bien podría llamarse.
¿No se suele invitar un día al año a alumnos de instituto a que digan lo que piensan sobre la ciudad, los políticos, sus profes y sobre cómo les va la vida, con especial atención a la siempre insuficiente paga dominical que se da los viernes? Pues eso, no parece descabellado invitar a alguien de cierta edad, preferiblemente que también haya sido prohombre o ‘promujer’ (aparentemente no existe esta palabra… tal vez la RAE podía hacer algo, sustituyéndola por algún engendro de esos que han metido cagando leches y con calzador, tipo ‘vapear’) de la ciudad para que dé un pequeño repaso –y llegado el caso alguna loa también, claro- a los políticos actuales.
Desde Jerez de la Fra quería mojarme en lo que toca a mi ciudad, pero de verdad que no me salen nombres. Bueno, nombres sí, lo que no me salen son los apellidos. Me vienen a la cabeza un escritor que se llama Paco, un periodista que se llama Manolo (para un poco más adelante… vamos Manolo), un político que se llama Pedro (pero que si por él fuera seguiría en primera línea, así que habría que dejarlo para dentro de diez años por lo menos); otro político que se llama Miguel; también Rosa, tal vez, claro… ah, y por supuesto está Luis, tal vez nuestro auténtico primer designado, un catedrático y ejecutivo bodeguero que también fue político en la Transición, y del que, por supuesto, aceptaré gustoso la colleja que sin duda me dará cuando nos crucemos…
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