Hace algunos años, este cronista tuvo un debate por escrito enriquecedor con un antiguo colaborador de lavozdelsur.es que también residía en el casco histórico de la muy noble, muy leal y muy céntrica Jerez de la Fra. Este señor fue de los primeros en denunciar –puede que haga ya cinco o seis años, antes de la pandemia, en cualquier caso– los primeros movimientos de turistificación y gentrificación en el centro histórico de Jerez, palabras que movieron a este cronista a ponerse al día, ya que si palabras como turistificación solo necesitan sentido común para su comprensión, gentrificación requiere, requirió en su día, de dos o tres googlelazos para entender exactamente el tema y su magnitud...
El tema está en que este cronista, siempre ávido de polémica, señaló que, teniendo en cuenta el estado de degradación en que se encuentra esta zona, un poco de gentrificación no le vendría ni mal. En realidad, sigo pensando lo mismo, pero con algunos matices… No, lo voy a decir de otra manera: da igual lo que me parezca, en la recuperación del casco histórico veo inevitable que acabe habiendo gentrificación. Y esa es la cuestión real.
Hacer un transfer antigua comisaría-Bailén-Mercado (que, por supuesto, no hacen los guías voluntarios con sus turistas) da una idea muy aproximada de la magnitud del problema, aunque en realidad no hay que meterse tanto en el Jerez ‘profundo’, basta con echar un vistazo, por ejemplo, a la calle Francos, lo que fue y lo que es ahora.
Hace bien el gobierno municipal en prever una serie de inversiones propias y/o en colaboración con otras administraciones públicas, pero al final siempre tiene que aparecer la inversión privada para rematar la faena e inevitablemente el público que se buscará y que podría sentirse atraído por vivir en un sitio histórico, en período de restauración, en una ciudad media, con buen clima y a diez minutos de la playa es un público profesional de la mitad para arriba, de alguna de las grandes ciudades de España o incluso eso que ahora se da en llamar nómada digital. Es así. Los jerezanos fueron abandonando el casco histórico por muy distintas razones (no vamos a idealizar aquí la vida en una casa-puerta compartiendo baño) para irse a vivir a las barriadas de nueva construcción y, sencillamente, han decidido no volver a un sitio que, salvo por la Semana Santa, en general, les sigue resultando inhóspito. Pero lo que es cierto es que los vecinos de siempre, los que se han quedado, deben tener sus derechos, derechos muchas veces no escritos, como que no te suban el alquiler porque se genere una nueva demanda, después de que llevas, en muchos casos años y años, soportando algo así como el síndrome del ‘último de Filipinas’.
Está bien, insisto, que el gobierno municipal de Jerez de la Fra intente recuperar esta zona, como lo han intentado todos los gobiernos, desde Pedro Pacheco hasta la actual Pelayo III, algunos con estrepitosos fracasos, otros con desdén, ninguno –y esto es lo realmente importante– con éxitos tangibles. Museo del Flamenco, bien; Palacio Riquelme, estupendo; Centro de Interpretación de Lola Flores, magnífico; recuperación del servicio de microbús para la zona, mejor para mañana que para la semana que viene… pero es evidente que todos estos proyectos y realidades y los que puedan venir tienen que estar sometidos a un plan real de qué se quiere hacer con esta zona y contar con los propios vecinos.
Vendrán inversiones privadas, pasará el tiempo y seguramente se terminará cumpliendo aquel mítico sueño de la anterior alcaldesa, Mamen Sánchez, el de un casco histórico con un sky line repleto de “pérgolas y piscinas”, un sueño que lleva dentro una evidente gentrificación y, probablemente, no termine de ser justo para los vecinos de toda la vida. Tómese nota de lo ocurrido en la zona con buenas ideas que luego, por lo que sea, no se han mantenido en el tiempo, como el zoco de artesanos, y de cómo van otras que están en marcha, como los mimbres en los que se basa la tenue recuperación de San Miguel en Jerez de la Fra o incluso el barrio de La Viña, en Cadi Cadi, sobre los que habría que ver si se están cumpliendo las expectativas de ciudad porque lo que le espera al casco histórico 'recuperado', es más o menos eso, ya saben: hostelería, turismo (hoteles y apartamentos) y algunos buenos edificios restaurados para buenos bolsillos. Fin del eufemismo, pero lloverá, esto tampoco es ni para hoy ni para mañana...
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