El agua, la lluvia, siempre trae de vuelta a la muy noble, muy leal y muy húmeda Jerez de la Fra problemas que podríamos llamar eternos. La teoría del eterno retorno podría valer para el enunciado, aunque luego Nietzsche se pone un poquito jondo con sus cozita y no acaba de encajar en el tipo. La vigilancia del Guadalete; los desalojos, más o menos voluntarios más o menos obligatorios, en buena parte de la vega jerezana del río en función del agua que venga, con especial atención a Las Pachecas, La Corta, El Portal, La Greduela, Lompordo, incluso…; las inundaciones en la zona sur de Jerez ciudad, el polígono de El Portal y en algunas calles del centro que son siempre las mismas: Porvera, Honda, Ancha, puede que Larga y Arcos… es todo algo así como un ‘deja vu’, que dirían los franceses entre queso y queso, con trago de vino de por medio.
El problema en el casco urbano es cierto que se ha atenuado, que se aumentaron los colectores, que se mantienen limpios los imbornales, etc, pero el de la zona rural sigue ahí y tiene pinta de que eso sí es algo por siempre jamás. Si hay una serie de construcciones en zona inundable, ojo, zona inundable, hay poco que hacer más allá de que, al menos, el cauce del río esté limpio y fluya la información, por supuesto. El porqué de la construcción en su día de esas viviendas es harina de otro costal y seguro no va a ser el gobierno municipal el que vaya a entrar ahí con todo, si quieren plantearlo otras administraciones, pues…
La presencia del consejero de Interior, el jerezano Antonio Sanz, y la alcaldesa María José García-Pelayo, en el centro de mando avanzado algunos días de esta semana deja a las claras no solo que la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Jerez se toman este tema muy en serio –como no podía ser de otra manera– sino que se busca visibilidad, se pretende que quede claro que los políticos a los que les corresponde la responsabilidad están en primera línea y arremangados. ¿Por qué? A ver, lo ocurrido hasta ahora no puede siquiera mirar de lejos a los terribles hechos acontecidos en Valencia a finales de octubre con la dana que se llevó por delante más de doscientas vidas, pero a nadie se les escapa que hay ciertas semejanzas y nadie quiere que le endilguen un ‘mazón’ (en referencia al apellido del señor que, incomprensiblemente, sigue siendo presidente de la Generalitat valenciana), no estar presente cuando pasa algo y hay que tomar decisiones. No estar donde hay que estar y a lo que hay que estar, vaya.
Y el caso es que el PSOE ha estado buscando ese ‘mazón’, aprovechando que la alcaldesa Pelayo, al comienzo del episodio de lluvias, estuvo en Madrid atendiendo a su calidad de senadora por la provincia de Cádiz, si bien volvió a Jerez rápidamente. A este cronista, personalmente, no le parece justa esa situación, llevar la ciudad atada al tobillo, valga el símil antiguo de la bola de los presos, pero sí es cierto que estos períodos de lluvias siempre tienen un punto imprevisible, no sabes nunca exactamente qué va a pasar y la gente quiere ver a sus políticos en la toma de decisiones, aunque no sean expertos en la materia. Eso es así. La gente quiere ver que se lidera… y los políticos son los primeros que saben que está bien, para sus intereses, que la ciudadanía perciba que se lidera. Segundo esto es así.
El otro día, en una intervención que no viene al caso, la alcaldesa Pelayo negaba, sin pregunta de ningún tipo de por medio, esa cierta sensación de exceso de fiesta en Jerez que, en algún momento puede que esté calando entre la ciudadanía. Ya saben: la Zambomba esto, la Feria del Caballo lo otro, la Semana Santa lo de más allá (perdón, broma facilona)… son temas que copan muchos, tal vez demasiados, titulares de prensa local. Tal es así que ella misma lo reconoce –el run run– cuando tiró por ahí en dicha intervención sin ser, ya decimos, interpelada al respecto por nadie. Por ese motivo, qué mejor que cuando toca arremangarse, simplemente hacerlo. Y, a veces, valga el tópico, una imagen vale más que mil palabras, ¿no? Pues eso… Ah, y con chubasquero.