El otro día, almorzando con un grupo de amigas amigos (empate a tres), charlando de unas cosas y de otras, caímos en la cuenta de que Jerez, en los últimos años, ha ampliado todas sus fiestas. En realidad, ha sido en menos tiempo que en una década, pero había que buscar, digamos, una frontera, nunca mejor dicho. Además, ‘la década del cachondeo en Jerez’ siempre tendrá más fuerza que ‘el lustro del cachondeo’, que lustro es una palabra que suena así como a novela de Galdós.
Jerez, ciudad para invertir… sí, en cachondeo. Hay que tener cuidado con 'cachondeo', por cierto, más bien con sus adjetivos, cachondo-a, que sirven perfectamente de ejemplo para cuando a un guiri que está aprendiendo español hay que explicarle la diferencia en la aplicación de los verbos ser y estar…
Bien, una vez que ya ha aparecido la habitual digresión en Marca ACME, vayamos al ‘turrón’. Pues sí, la ‘década del cachondeo’ se sostiene en las distintas medidas de ampliación que han ido introduciendo todos los gobiernos municipales que se han sucedido (los dos mandatos de la socialista Mamen Sánchez y los dos años, mal contados, que lleva la popular María José García-Pelayo) o bien otras autoridades, al final con la necesaria aquiescencia municipal. Hablamos, claro está, de la Feria del Caballo, de las Zambombas y de la Semana Santa (huelga decir que esta es la festividad a la que nos referíamos unos renglones más arriba cuando hacíamos mención a ‘otras autoridades’, en este caso, las eclesiásticas).
Así es, todos estos ciclos festivos se han ampliado. El primero en hacerlo fue la Feria del Caballo, que lleva ya varias ediciones (pandemia de por medio) celebrándose de sábado a sábado, con el añadido del lunes festivo, en detrimento habitual de San Dionisio. A ver, en realidad, la ampliación 'oficial' en cuanto a días de la Feria es discutible (era o no feria el último domingo ya inhábil en la práctica; es feria o no el previernes, que tampoco es algo nuevo, solo que ahora está pegado al inicio oficial...), lo que no es discutible es que de 'sábado a sábado' el bolsillo tiene esa sensación. Digamos que el primer fin de semana se ha convertido probablemente en el principal, lo que crea a su vez un problema: no deja de ser algo extraño que una fiesta de varios días vaya de más a menos. Ah, por cierto, hay que recordar que Sevilla, que adoptó un calendario igual al de Jerez (por primera no fue justo al revés), se ha desdicho tras la consulta ciudadana impulsada por su Ayuntamiento y tras varias ediciones de sábado a sábado volverá a tener ‘el pescaíto’ en lunes, como debe ser, o lo que es lo mismo, un primer fin de semana de feria ‘no feria’ que los sevillanos, de facto, disfrutarán con muchos menos turistas.
En lo que se refiere a la Semana Santa, las hermandades, con la aquiescencia del Obispado y, en último término, el Ayuntamiento de Jerez –que es el pagano, como se diría en Cádiz– han recuperado el Sábado Santo. Desde que se reinstauraron las salidas procesionales este día, este cronista no ha estado todavía ningún Sábado Santo operativo en Jerez, a Dios gracias, así que, de lo que no conoce, no opina. Eso sí, le viene a la cabeza ese viejo chiste que cuenta la gente de El Cristo de por qué el Cristo sale el viernes y no el lunes o el martes. ¿No lo sabe? ¿No es de Jerez? Porque si El Cristo saliera al comienzo de la Semana Santa al día siguiente está todo el mundo en la playa. Tiene su cosa, sí, tal vez no sea justo, pero qué lo es hoy en día.
Y, por último, llegamos a las Zambombas, que es un tema exponencial, que estas pasadas Navidades –no sé por qué decimos Navidades hablando de Zambombas, la verdad, casi debería ser al revés– alcanzó la que, por ahora, es su máxima expresión (hablamos exclusivamente en cuanto a días). Por primera vez, Jerez ha disfrutado de Zambombas en pleno mes de noviembre, pese a la advertencia de que eso puede que dé hasta mal fario, cuidado, cuidado. En lo que un equipo científico y nigromante al 50% lo comprueba, lo cierto es que han sido cinco fines de semana de Zambombas, una de ellas de puente, a lo que hay que añadir la Tardebuena, la Tardevieja, el Visir, los Reyes en día 4… en fin, la opinión de este cronista es bien sabida y coincide con lo que buena parte del gobierno municipal dice en privado, situación que difícilmente conseguirá embridar una ordenanza que se anunció en plenos festejos, con los vecinos del centro subiendo el tono contra las prebendas de las hostelería, las hermandades y otros organizadores de estos festejos. El Ayuntamiento apretó tras la declaración de las Zambombas como Bien de Interés Cultural (BIC), sin prever que, al cabo de los años, BIC se convertiría en el acrónimo de Botellón Intensivo en el Centro y los villancicos, en muchos casos, de teloneros del reguetón, eso sí, ocupando el espacio público a deshoras, dejando el terreno de juego empercochao y, además, todo por la patilla.
Y eso es lo que hay, amigos-as. Y el que no lo quiera ver, como se decía antiguamente en Jerez, pues a Alejo Pica…