No, no es Santorini, es Jerez de la Fra

La 'muy noble y muy leal' ciudad se suma a uno de esos clásicos de los últimos veranos en prensa, que es el de comparar las fachadas de la turística isla griega con cualquier muro patrio blanco rematado en azul

Carlos Piedras, nuevo jefe de Edición y Opinión de lavozdelsur.es, en un retrato en la redacción del periódico.

Nací en Madrid, en 1965, aunque llevo exactamente media vida viviendo en Jerez. Soy licenciado en CC de la Información (Periodismo) por la Universidad Complutense. He sido jefe de la sección local del Diario de Jerez y también he trabajado en Información Jerez y el Diario Ya (época de Antena 3). He colaborado con El Mundo, Economía y Empresas, Notodo… Soy socio fundador y colaborador habitual de lavozdelsur.es. Últimamente he publicado el libro ‘Sherry & Brandy 2.0’ y he redactado el guion del documental sobre el vino de Jerez ‘Sherryland’. Todo esto ha hecho que me vaya haciendo una idea aproximada de las cosas… 

Una casa blanca con apliques en azul... nada, nada Santorini.
Una casa blanca con apliques en azul... nada, nada Santorini. MANU GARCÍA

Si hay algo especialmente hilarante –con un puntito irritante, todo hay que decirlo… ah, y perdón por la rima– del periodismo veraniego (joder, dicho así suena más a género que a circunstancia) es la manía de intentar atrapar al lector con similitudes más o menos reales, más o menos traídas por los pelos o simplemente delirios del redactor de turno, afectado por el calor, el retraso en el pago del alquiler o la ansiedad, aparentemente sin tratamiento satisfactorio, del jefe de turno.

Desde que el periodismo entró en la era ‘dig y tal’ hay un clásico que se repite verano tras verano: Santorini. Todo lo que se puede parecer –y para eso basta simplemente con decirlo– a la isla griega, se parece. Va y se parece. Y se publica. Es llegar a la redacción una foto de un pueblo o simplemente de unas casas blancas con ‘bordes’ en azul (me van a perdonar los arquitectos por lo de ‘borde’) y ya se ha liado: “no, no es Santorini, está usted en…”, así, con el también irritante “no, no…”, como de maestrito enmendando la plana.

Este verano la percha la sirvió en bandeja una publicación de tronío, National Geographic, que se ve que de querer bajar a la arena se ha pasado de frenada y ha acabado en el barro. “La Santorini de Portugal” decía este medio de Burgau, una pequeña localidad –muy coqueta, que todo hay que decirlo– del Algarve, que ni siquiera es municipio propio. Fue ver ‘Santorini’ en Google y lanzarse distintos medios a recoger la recomendación de National Geographic (desde 2019 propiedad de Walt Disney Company), eso sí, preferiblemente siempre con Santorini en el titular, a no ser que se opte por la modalidad titular ‘en acertijo’, muy en boga en el periodismo ‘dig y tal’.

En realidad, lo de Burgau fue el pistoletazo de salida. A partir de ahí comenzó la ‘caza y captura’ de todo tipo de ‘Santorinis’ ya en España, pero como viene siendo habitual un verano tras otro. Por supuesto, volvimos a ver la bajada a la playa de Los Caños de Meca (de La Meca para los madrileños) por el bar El Pirata, que al parecer se ha convertido en algo instagrameable, o así, desde que al muro que está al fondo de las primeras escaleras lo han acondicionado con un borde y un toldo en azul… y ya. Ya está: Santorini, en una única bajada a la playa. Delirante.

Altea, en Alicante, es otro clásico de todos los veranos. En este caso, el parecido no es de la modalidad ‘delirante’, se queda en ‘traído por los pelos’.

Frigiliana, en Málaga, es otro de esos pueblos que en los últimos veranos se ‘santoriniza’. Ni el hecho de que esta localidad no tenga mar –que hombre, que parece imprescindible– frena su aparición en estas listas como una 'Santorini'. Delirante.

El caso ha llegado a tal extremo que un medio vasco llego a sacar una callejuela ¡de Bilbao! como su propio Santorini, que para eso Bilbao es mucho Bilbao y también tiene una pequeña calle blanca con algún detalle en azul. Delirante no, al borde del delirium.

Pero el caso es que después de lo de Bilbao no hemos tenido más remedio que animarnos en Jerez de la Fra. La muy noble, muy leal e instagrameable no puede quedar por más tiempo al margen de este fenómeno, por lo que, avisamos, no hemos dudado en otorgarnos ya la etiqueta de ‘delirante’ por lo que pueda venir. Y en el caso de Jerez no ha habido que dar muchas vueltas. Los que viven o van a libar y yantar al centro conocen perfectamente a qué nos referimos: es la casa en el Carmen que hace chaflán justo entre Juana de Dios Lacoste (que le da número) y Carpintería Baja, sí, ese inmueble blanco (vale, le hace falta un repaso) que tiene los bordes en celeste. Chulísima. Da la casualidad de que este cronista ha estado en esta vivienda, en la planta de arriba, donde vivió hace años una amiga de su tía Espe. Una casa un tanto complicada, estrecha, debido al patio que tiene, pero ese no es el tema. “Jerez de la Fra, la Santorini de la Baja Andalucía”, un titular de ese tipo y fotón de la casa. Hala. Y que digan que no.

Disfrutemos de nuestro propio Santorini, pero tenga cuidado el querido lector, la estimada lectora: ni se les ocurra enmarcar en azul una buena fachada blanca, que el peligro de que se les llene la calle de pesadísimos instagramers es latente.

Y segunda advertencia: atención que se viene Mykonos. Por ahora, en Andalucía solo afecta a La Isleta del Moro, en Cabo de Gata (Almería), donde este cronista da la casualidad que también ha estado un par de veces y, en atención a la paz de sus habitantes, no recomienda su visita, que se está muuu malamente.

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