Como aquella vieja canción de electro-pop que decía 'Pop, pop, pop muzik', llega a Jerez el esperado momento de las 'Zam, zam, Zambombas'. Cuando el inteligente lector, la avispada lectora, tenga delante de sus narices estas líneas, en Jerez de la Fra habrá comenzado oficialmente la temporada de Zambombas (e incluso la de zambombás, que ya saben que ‘haberlas, haylas’) e incluso la Navidad, con el adelanto del alumbrado. Hay que enfatizar lo de la oficialidad, ya que se trata de una expresión que ha comenzado a utilizar hasta el propio gobierno municipal, yo diría que después de verla en algún momento en la prensa (que levante la mano el periodista que ha sido).
Me encanta lo de la ‘oficialidad’, ya digo. Es una palabra que da empaque, incluso cierta marcialidad, y eso es lo que ha debido ver el gobierno municipal para comenzar a utilizarla en referencia al espacio de tiempo en el que permite que los actos se celebren en vía pública, que este año va del 22 de noviembre al 24 de diciembre, fecha, esta ya, solo apta para auténticos profesionales del zambombeo, que hay que tener ganas.
Además de lo de la ‘oficialidad’, debo decir que también me hace gracia la disciplina que se produce entre los hosteleros para programar sus zambombas, que a ver, que si tú tienes un local en buenas condiciones de insonorización (que estamos en Jerez de la Fra, que con un poco vale) y no ocupas la vía pública, como si celebras una Zambomba el 15 de agosto con el personal en bikini y meyba, que a ver quién te va a decir nada.
Este cronista recuerda que hace ya unos años había un bar en las inmediaciones de Porvera que se vanagloriaba de ser la primera zambomba de la temporada y era allá por el último fin de semana de octubre o el primero de noviembre, vaya, por el Halloween, cuando no era ‘fiesta de guardar’. Ese espíritu underground, esas Zambombas (e incluso zambombás) alternativas se han ido perdiendo con el tiempo, en aras de la ‘oficialidad’ que propugna el gobierno municipal para los próximos 32 días, que se dice pronto, que lo de ‘el mes largo de Zambombas’ ya es literal, ha dejado de ser una manera de hablar.
Se ve que todo el mundo entiende que en 32 días cabe todo, que por qué andar sacando la cabeza del tiesto con poses ‘contraoficiales’ que no llevan a ninguna parte… y con la posibilidad de tener enfrente a la autoridad municipal cuando llega el momento de la verdad. Si al final, las cosas fluyen por sí mismas. Por ejemplo, tras el vacío creado en buena parte de la ciudadanía por una Magna que, al final, está claro que no ha sido lo que se pensaba, comenzó a verse por Jerez de Fra a grupos de amigos, todavía en manga corta, buscando refugio en los villancicos. Parafraseando esa vieja frase del rock “demasiado viejo para el rock, demasiado joven para morir” (creo recordar que es un disco de Jethro Tull), esos grupos sentían que era demasiado tarde para la playa y no les importó que fuera demasiado pronto para los villancicos, que ya está bien de prejuicios, que además otra cosa no, pero en Jerez se puede montar perfectamente un repertorio en el que no aparezcan ni de lejos el Niño Jesús y la familia. Ya ven, amigas y amigos, que corren tiempo de individualismo, incluso grupal, que ahí queda el concepto para algún sociólogo despistado o a punto de cambiar de gafas.
Ya hablaremos en próximos ACME del desarrollo de la temporada de Zambombas, nuestras particulares carreras de Kentucky, el San Fermín sureño, el Mardi Gras en cinco fines de semana y un puente, todo ello alentado hasta el infinito y más allá por todos los gobiernos municipales que en Jerez han sido.
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