INOCENTE. Como haya un fallo del servidor y esto no salga exactamente el martes 28 de diciembre se me va a caer la cara de vergüenza. Como es comprensible, siempre escribo el domingo o el lunes y lo mando a redacción justo después de revisarlo. A principios de septiembre haciendo el repaso de efemérides sobre las que merecía la pena escribir vi que el día de los Santos Inocentes caía en martes y desde entonces llevo reteniendo esta pequeña inocentada. Como buena broma, tiene sus puntos de conexión con la realidad y su espacio para la reflexión, y de esto tratará el resto del artículo.
Imposible olvidarme de mi buen amigo Medrano. Desde que me afilié al PSOE después de haber pasado por las Juventudes Comunistas me pincha diciéndome que me afilie al PP para que le haga compañía y que es mi destino dada mi trayectoria. Desde que ganaron las autonómicas la broma es mucho más recurrente. Por desgracia para él, no va a ser el caso. De hecho, últimamente me siento volver a posiciones ideológicas de la izquierda alternativa. Paso por al lado de El Corte Inglés con rumores de que vaya a ser cerrado y pienso: “Con lo fácil que sería que los trabajadores tomaran el negocio”. Sin embargo, a la mañana siguiente recuerdo los datos de las fábricas que fueron tomadas por milicianos durante la Guerra Civil y pierdo la fe en toda cooperativa que haya nacido de una insurrección popular.
Cierto profesor muy cercano me decía que lo que me pasa es que de vez en cuando me vuelven los ramalazos comunistas, secuela de haber estado tanto tiempo allí dentro. De la misma forma, algunos de los que siguen dentro me dicen que todavía hay esperanza en mí y que puedo volver a la luz. Llegados a este punto las metáforas de Star Wars podrían ocupar el resto del artículo. Puedo reconocer que el partido tiene fallos. El ser humano es imperfecto, y consecuentemente cualquier tipo de organización que diseñe también lo será. Pero en mi opinión el resto tiene más fallos aún. Dicho esto, prometer una victoria dando falsas esperanzas a la gente a sabiendas de que no se va a conseguir ni un grupo parlamentario me parece más ruin que cualquier supuesta concesión a los poderes fácticos.
Dentro de dos o tres meses cumpliré cuatro años como militante del PSOE, igualando el tiempo que estuve en la UJCE, y quizá la lección más importante que he aprendido tras nueve años en política —incluyendo el de descanso— es que no vale la pena juzgar a nadie por su ideología. Hay buenas y malas personas a partes iguales en ambas mitades del espectro político. Y si otra cosa saco en claro es que mi posicionamiento es definitivo. Parafraseando a Raffaella, tuve muchas experiencias y he llegado a la conclusión que perdida la inocencia en el PSOE se pasa mejor.