Diría que no soy de despedidas a la francesa, pero alguna vez lo habré hecho. Sin embargo, me debo a mis lectores, que salvo sorpresa son mis amigos, familiares y, en definitiva, personas muy cercanas. Tampoco puedo olvidarme del pequeño servicio de inteligencia que vigila por si escribo cosas subidas de tono. Como suficientes problemas tiene ya con la que se le viene encima, voy a quitarle un pequeño peso de encima y me voy a retirar por un tiempo. La convocatoria de mis oposiciones salió el jueves, y el viernes me dejé un buen pico en tasas. Principalmente, por mi propio bien, he decidido dejar de escribir hasta después de que termine el proceso selectivo, con tal de poder centrarme en estudiar. Lo quieras o no, a lo largo de la semana siempre suena un eco en tu cabeza que te pregunta sobre qué vas a escribir, y una vez que lo tienes claro, las ensoñaciones sobre cómo proceder también te distraen.
Otra razón de peso es que, de seguir, la calidad de mis artículos bajaría notablemente. Apenas tendría tiempo para informarme. Con suerte pillo el telediario de rebote y Hora 25 de los negocios cuando vuelvo conduciendo de Sevilla los miércoles al anochecer. Aunque pudiera escribir cualquier cosa los domingos por las mañanas en un par de horas, la pieza no merecería la pena. De esta forma, aparte de hacerme un favor a mí mismo, ya que me prometí no volver a escribir mierda, se lo haría a mis lectores, que como se puede deducir del primer párrafo, les tengo gran estima. Aparte, dada mi situación actual tendente a la clausura para estudiar y lejos de todos mis seres queridos que han tenido que emigrar, mi columna se tornaría de un negro depresivo muy muy oscuro. La racha de noticias desastrosas que llevamos y las que están por venir tampoco ayuda.
No lo he hecho queriendo, pero este sería mi artículo 150. Dentro del cómputo se incluye la vez que escribí para la sección de cultura y otra vez que subieron mi columna a las 6:45 y por error mañanero salió como un editorial de lavozdelsur.es, de lo cual no dije nada porque luego revisándolo me di cuenta de que un par de cosas podían ser interpretables y porque aparte me sentí halagado de que pudiera considerarse dentro de la línea editorial.
En los últimos meses se puso de moda el refrán es de bien nacido ser agradecido. Tendría que agradecer en primer lugar a lavozdelsur.es por dejarme escribir durante casi tres años, y pedir perdón por al menos 30 artículos más malos que la peste negra, que serían los chavales de redacción que tenían que revisarlos los únicos que se los leerían hasta el final. Y por supuesto, agradecer a mis amigos y conocidos que también se los leen, a veces por compromiso, cual amigos que van al concierto de los chavales que acaban de montar una banda de rock. Como mi intención es volver tarde o temprano, tampoco quiero escribir algo mucho más sentimental. Por ahora, ha sido divertido.