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Miren al cielo y al suelo, por si acaso

Las ruinas acechan por todo el centro histórico de Jerez. Mayor penitencia no van a encontrar: sortear miles de boquetes, socavones y adoquines descolocados

12 de abril de 2025 a las 10:14h
Bondad y Misericordia, en el Martes Santo de la Semana Santa de Jerez.
Bondad y Misericordia, en el Martes Santo de la Semana Santa de Jerez.

Tendrán que mirar al cielo los cofrades, como siempre, como es debido. Los cielos son impredecibles, lo mismo que sus dioses. Tormentas, ciclones, huracanes y otras inclemencias acechan. Ya nos hemos acostumbrado. Hemos visto por la calle Porvera de Jerez fenómenos dignos de otras latitudes, escenarios propios de películas apocalípticas. Hay que mirar al cielo, de arriba puede caer de todo.

Tendrán que mirar al cielo, claro. Los dioses menores también son impredecibles. Del cielo pueden caer cascotes y escombros. Las ruinas acechan por todo el centro histórico. Los dioses de la burocracia tienen otra noción del tiempo. Se ve que Cronos pinta poco en todo esto de las ciudades y su mantenimiento. Los dioses menores andan enterrados de papeles, de solicitudes, permisos y otras diligencias. El hombre del tiempo de estas lluvias poco pude decirnos. Nadie conoce semejantes misterios administrativos. 

Ser ciegos y no querer ver lo que ocurre no es buena solución. Mirar para otro lado o esconder las ruinas nunca ha sido un acierto político. Cambiar de ruta no siempre es la mejor opción. Recuerden el cuento oriental. “Me extraña verte aquí”, dijo la muerte al que huía de ella. Es tanta la ruina que cualquier recorrido terminará por desvelar la verdad. 

Tendrán que mirar al suelo los cofrades. Más les vale. Mayor penitencia no van a encontrar: sortear miles de boquetes, socavones y adoquines descolocados. Las hondonadas pueden recordarles al infierno de Dante. Bailarán los santos con más miedo que gracia por las calles del centro. El cielo prometido de las calles terminadas les sabrá a poco. Como mucho será un limbo a medio terminar donde redimir todos los pecados. Nadie se merece estos infiernos.

Los laberintos de la administración son extraños, ocultos. Y los fines que se proponen nuestros gobiernos son tan misteriosos que ni la Sibila los descifraría. Solo sabemos que en 2031 todo resurgirá de sus cenizas. Veremos un mundo nuevo, Seremos deslumbrados por las luces de la razón y las artes. Donde ahora vemos losas levantadas, plazas recién terminadas y ya destartaladas, en 2031 veremos calles decentes, obras terminadas y adoquines en su sitio. 

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