Mujer florero

En 2024 no hay cantantes setentones casposos alardeando de su vigor sexual en las revistas

Periodista & docente. Enseño en Universidad de Zaragoza. Doctora por la Universidad de Sevilla. Directora de Radio Unizar. Investigo en Grupo de Investigación en Comunicación e Información Digital de la Universidad de Zaragoza.

Grupo musical Ella baila sola.

De mayor quiero ser mujer florero. Quienes me conocen de verdad saben la cantidad de veces que he utilizado esa frase. Me sedujo ya en 1996, hace casi treinta años. Ahí es nada. La escuché en boca de Marilia y Marta -siempre preferí ese orden al inverso, más comercial-, dentro de aquel maravilloso disco homónimo: "Ella baila sola". Un nombre premonitorio para un grupo musical que cantaba con ironía y descaro letras semejantes. Metidita en casita yo te espero y lo echamos a suertes. 

"Y hablaré sin parar de mi día casero. No me miras, no me escuchas. ¡Ay, cuánto te quiero!". La protagonista de la canción del dúo madrileño era una mujer entregada a su cometido de servir y estar a la sombra de su maridito. A finales de los noventa, ciertas artistas estaban convencidas de la necesidad de reivindicar su habitación privada. Podría parecer que entonces era evidente. Sin embargo, ahora las cosas son demasiado diferentes.

En 2024 no hay cantantes setentones casposos alardeando de su vigor sexual en las revistas. Ni tampoco lo hacen mientras proclaman desentenderse de los hijos que puedan tener las mujeres florero que sean lo bastante tontas como para cuidarse poco. Estas cosas, afortunadamente, no ocurren. Tampoco tenemos a deportistas estrella, borrachos de éxito y de millones, defendiendo que ellas cobren menos que ellos si generan menos ingresos. No tenemos a directores de teatro acosando a decenas de actrices. Ni a políticos sin escrúpulos acusando a colegas mujeres de la bancada contigua de lanzarse a una bragueta para medrar.

Definitivamente, no es país para Ella baila sola. Ya no. No tenemos a presentadores de televisión preguntando por la ropa interior a las invitadas. No hay señores alegando tener hermana, esposa y madre para desmarcarse del machismo. No hay problemas que solventar ni retos por conseguir, pues todas las montañas están ya escaladas. No como en 1996.

"Quiero ser tu florero, con mi cintura ancha. Muy contenta cuando me das el beso de la semana. Es mi sueño todo limpio, es mi sueño estar en bata. Y contar a las vecinas las desgracias que me pasan". Yo, sin duda, de mayor quiero ser mujer florero, para no pensar, para dejarme llevar y dejarme mantener, para obedecer en lugar de actuar. Para sonreír en lugar de hacer el chiste. Y para no reafirmar ningún tipo de personalidad. Acarrea demasiados problemas y es una falacia sobrevalorada. Así que yo quiero deslumbrar en mi florero, junto a otras bellas damas con las que alternar. Porque ahora que el mundo es nuestro, podré elegir el color del cristal de mi jarrón. Elegantes, calladitas y perfumadas.