El niño del coro

Fue en Santiago, vivíamos en la calle Juan de Torres, donde mi madre me preguntó imperativa que qué iba a estudiar

Mario Ortega

Estoy casado y tengo una hija. Licenciado en Ciencias Químicas y Doctor en Ciencias Ambientales.

Ambiente flamenco en Santiago este sábado.
Ambiente flamenco en Santiago este sábado. MANU GARCÍA

Os voy a contar porqué me hace mucha ilusión publicar de vez en cuando en la sección de opinión de lavozdelsur.es. Este medio digital tiene sus raíces más profundas en Jerez de la Frontera, donde nació. Yo viví varios años en Jerez de la Frontera, justo los últimos años de colegio y los primeros de instituto. Se dice que uno es de donde estudia el bachillerato. Ahora sería la secundaria. Entre unas cosas y otras tengo mi corazón partío y repartío por toda Andalucía, pero en Jerez tengo el bachillerato.

Nací en Granada, mis padres se conocieron en el Albayzín, soy de Granada. Todas las navidades pongo en casa villancicos flamencos. Los que más pongo son los villancicos que canta Jerez. Jerez de la Frontera. Afortunadamente por razones de trabajo, cuando yo era un niño, mi familia recaló en ese pueblo auténtico que lleva en sus genes la esencia cultural mestiza de Andalucía. Esencia que Jerez siente, conserva y promueve gracias a la fuerza expresiva del pueblo gitano andaluz.

Hice octavo de EGB en el colegio público Carmen Benitez. En Jerez lo saben, pero para quien no lo sepa les diré que el colegio estaba en el corazón del barrio de Santiago. No es bueno comparar porque Andalucía es la matria del flamenco, pero es justo decir que Santiago, y Jerez entero, en cuestión de flamenquería gitana, está fuera de concurso. El antiguo BUP lo hice en el Padre Luis Coloma, el COU y Químicas en Granada.

En ese edificio neoclásico de principios del siglo XX, el Carmen Benitez, y en ese barrio jerezano habitado por familias gitanas, el niño que era no era consciente de que estaba construyendo una identidad que, años después ya en Granada, se le revelaría como propia al volver a visitar la casa del flamenco que estaba en su memoria.

Fue en Santiago, vivíamos en la calle Juan de Torres, donde mi madre me preguntó imperativa que qué iba a estudiar. Un negado para la música, no digamos ya para el cante, como yo era, ya se sabía por entonces de memoria la tabla periódica de los elementos. Le dije que química. Mi padre al lado se quedó ojiplático pidiéndole a mi madre que me preguntará que a dónde iba yo a ir con eso en Andalucía. Años después cuando me acuerdo de ese hecho anecdótico pongo en casa el tema Química de Diego Carrasco. Disfruto con su ritmazo, soniquete y compás santiaguero, recreando aquella escena en la cocina de casa.

También fue en Santiago, en el colegio público Carmen Benítez donde me echaron del coro. Un maestro de música retaquillo y pelirrojo preparaba el coro del colegio para la gira navideña. El coro del Carmen Benitez no tenía rival. Me apunté al coro, como me apunté al baloncesto o a escribir redacciones. Llevábamos tres días de ensayos cuando Don Carmelo, nos ordenó y dijo: hoy vamos a hacer una pruebas de sonido. Vamos a empezar cantando esto, no me acuerdo el tema, cuando yo baje la mano, todo el mundo se calla ipso facto.

Y así a la tercera vez me quedé solo. El maestro, aún vivía el dictador, no se andó con miramientos. Me miró fijamente y me dijo: vete de aquí y no vuelvas más. No recuerdo frustración alguna. Llegué a mi casa y en la misma cocina en que le dije a mi madre que iba a estudiar química le conté lo sucedido. Mi madre, que me conocía como si me hubiese parido, me dijo: ¿que te han echao del coro? Normal, tu dedícate a otra cosa que tienes el mismo oído que tu padre. Ahí terminó el disgusto.

Muchos años después, recuerdo estas anécdotas y otras, las recuerdo con más emoción cuando escucho los villancicos que Jerez ha llevado al altar de la historia de Andalucía. Las recuerdo escuchando las maravillas que hace Luis de Perikín con su gente en Así canta Jerez por Navidad y pienso, con alegría, que, en ese coro de Santiago, quién sabe, podían estar La Macanita o José Mercé, y que yo, claro, como dijo acertadamente mi madre, no estaba hecho para destrozar la belleza flamenca y gitana del coro de voces de Santiago.

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