La infancia no debería ser jamás ese lugar de donde te expulsan a bofetadas o con insultos.
En su segundo libro, El niño que no fui el activista y divulgador LGTB Daniel Valero, conocido en redes como Tigrillo, cuenta como siendo niño, mucho antes de que tuviera conciencia siquiera de lo que significaba la palabra “maricón”, y muchísimo antes que se planteara siquiera su sexualidad, ya le insultaban a diario con ella en el colegio con la complicidad de sus compañeros y compañeras de clase y ante la indiferencia de los profesores.
A través de las páginas del libro, nos induce a tomar conciencia de cuánto sufrimiento pueden llegar a soportar tantos niños y niñas a los que no solo se les roba la que debería ser una de las mejores etapas de su vida, la infancia, sino que además se les infligen una cantidad de heridas y de daños emocionales que en muchos casos no cicatrizan nunca. Sí, el maltrato, la violencia, el acoso, la crueldad, también son cosas de niños. Porque la homofobia interiorizada permea por todos los resquicios, por todas las personas, por todas las edades, por todas las condiciones sociales, por todas las situaciones, por toda una sociedad profundamente homofóbica que en multitud de casos ni siquiera es consciente de que lo es.
El autor describe bien todo ese complejo entramado al que llamamos sociedad que puede acribillarte con infinidad de presiones en todos los ámbitos de tu vida, y que pueden llegar hasta el punto de hacer creer a ese niño o esa niña pequeña que son merecedores de todo el desprecio y de toda la violencia que tienen que soportar. Un caudal de sufrimiento y de dolor que demasiadas veces lleva al encerramiento en sí mismos, a no confiar ni abrirse a nadie, ni siquiera a sus padres, llegando a veces a situaciones de padecimiento tan extremas que incluso conducen al suicidio.
El niño que no fui es un ensayo sobre las terribles consecuencias de este tipo de vivencias en las que el autor a través de su propia historia contada en primera persona, y sin abandonar nunca el buen humor, convierte en un honesto y útil testimonio no sólo para personas jóvenes que puedan sufrir o hayan sufrido discriminación o rechazo por ser quienes son, sino también para padres y familiares y profesores en general.
Decía muchas veces en sus entrevistas Almudena Grandes que no se vive la vida igual cuando eres angelito que cuando eres arbolito en el colegio. No se tiene nunca una vida igual cuando de pequeño tus peores temores son que te castiguen sin ir a una fiesta de cumpleaños de tus amigos o que no te compren el último videojuego, a cuando no quieres levantarte por las mañanas porque literalmente te mueres de miedo cada vez que tus compañeros de clase se acercan a ti. Nunca será igual.
El texto hace un recorrido desde esa infancia robada a base de insultos y desprecios hasta la conversión de todo ese dolor en un leit motiv vital, en un grito de liberación y de llamada a la reivindicación de ser uno mismo y a la comunidad. Siendo un testimonio que a veces puede ser doloroso para aquellas personas que el tema les afecte de alguna manera, también es un canto a la alegría del encuentro, al reconocimiento en muchos semejantes, al creciente apoyo desde fuera del colectivo, a la esperanza de conseguir entre todos una sociedad que no maltrate ni desprecie la diversidad. Una sociedad en la que merezca la pena ser uno mismo, ser libre. “La liberación llegó tan fuerte, que acabé por convertirme en una persona completamente distinta: la que realmente era” escribe Daniel Valero.
El niño que no fui se presentará en Jerez el próximo sábado 28 de Mayo a las 19,00 horas en el Jardín de la Luna Nueva, en la calle Barja nro 3. Charlará con el autor la también periodista jerezana Claudia GR Moneo, compañera de promoción y amiga personal de Tigrillo.
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