El "no hay plata" de Juanma Moreno

El presidente andaluz transita de los problemas de financiación a defender que más no se va a poder hacer hasta que el Gobierno central no arregle la financiación

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Subdirector de lavozdelsur.es. Graduado en Derecho por la Universidad de Cádiz, licenciado en Periodismo y Máster en Comunicación Institucional y Política por la Universidad de Sevilla. Comencé mi trayectoria en cabeceras de Grupo Joly, con varios años de experiencia también en empresas de marketing.

María Jesús Montero, ministra de Hacienda, con Juanma Moreno, en una imagen de archivo del pasado 28F.
María Jesús Montero, ministra de Hacienda, con Juanma Moreno, en una imagen de archivo del pasado 28F. MAURI BUHIGAS

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En el nombramiento de Carolina España como portavoz del Gobierno andaluz no hubo, parece, una retirada de quien había ejercido como tal en la legislatura, Ramón Fernández-Pacheco, sino lo que viene a llamarse una 'declaración de intenciones'. Y es que los dos años que vienen por delante estarán marcados por el acuerdo con Cataluña y, en general, por la financiación. La Junta, y el PP -o el PP, y por consiguiente la Junta-, tienen asunto central hasta las próximas elecciones autonómicas.

Las cábalas dicen que serán dos años en los que, en principio, Pedro Sánchez seguirá en La Moncloa. Si eso cambiase, habría que ver el discurso de todos los partidos, eternamente en movimiento. Lo cierto es que aún hoy Susana Díaz, como expresidenta, se lamenta de perder las elecciones porque empeoraron notablemente los servicios públicos a cuenta de los recortes en las legislaturas de Mariano Rajoy. Entonces, y eso es impepinable, era María Jesús Montero la que reclamaba mejoras en la financiación de Andalucía.

Ahora, Juanma Moreno parece que inicia un camino que podría resultar evidente: si Andalucía no marcha, 'a mí no me digan, es cosa del Gobierno central'. Ha dicho que Andalucía ha llegado "al tope de sus capacidades financieras" en Educación, Sanidad y Servicios Sociales. Y que el resto de consejerías han reducido su presupuesto.

Es, con otras razones, el "no hay plata" que ha popularizado el presidente argentino, Javier Milei. Hay miles de razones que nada tienen que ver con Andalucía. La evidente fragilidad económica argentina, con una inflación disparada de forma endémica, ha tenido recetas expansionistas en el pasado y el ultra Milei ha traído la propuesta contraria y para nada atemperada, la de eliminar el gasto público al absoluto y poner en marcha una utopía ultraliberal. A ojos de Milei, Moreno, el PP, y en general, el centro derecha de Europa, de amplia raíz democristiana -aquella derecha que pactó con los socialdemócratas tejer el Estado del Bienestar desde los 70 en el continente-, serían unos tremendos socialistas. Unos zurdos.

Pero, mediáticamente, políticamente, electoralmente, ha esgrimido Moreno un argumento que los políticos raramente usan: no hay para más. Suena a tiempo de vacas flacas, de recortes prometidos hace más de una década por el mencionado Rajoy. No promete Moreno recortes, claro, pero sí ha venido a anunciar un freno en la inversión en tres parcelas fundamentales. Que se hace lo que se puede, pero que cuando el ciudadano se cabree en una lista de espera, mire a Madrid y no a Sevilla.

La culpa, explica el presidente andaluz, la tiene el Gobierno central. Lleva tiempo reclamando, como poco, 1.500 millones de euros procedentes de la recaudación del Estado, un déficit arrastrado año a año. Las cifras no engañan, dicen muchos. La cuestión es cómo se lean. 

El asunto de la financiación tiene varios puntos de interpretación. Históricamente, ha habido comunidades que reclamaban atención al reparto según el número de ciudadanos -usuarios de servicios públicos-; y otras que reclamaban que se atendiera a la extensión del municipio -es más caro atender zonas despobladas, porque obligas a prestar servicios donde hay pocos y muy repartidos-. Hay más factores, como si el Gobierno debe privilegiar a quien menos tiene, o que quien más contribuya vea mejores servicios a disposición de sus ciudadanos. 

Argumentos tiene Andalucía para reclamar más, lógicamente. Pero a ojos de los ciudadanos podría estar cometiendo un error la Junta si aplica el pesimismo para decir que no hay tierra prometida, la de ver descender listas de espera. Eso, hoy, aburre a la gente. Moreno habla de ser "realistas" e insiste que no quiere engañar. Pero si ante el evidente descontento en Educación y Sanidad le acaba respondiendo con que la cosa no podrá mejorar, el mensaje puede volverse en contra.

Habrá que estar atentos, ahora, a muchas posibilidades: que el Gobierno central acabe dando el brazo a torcer y trate mejor a Andalucía -sea por acuerdo multilateral o bilateral-; que la Sanidad no solo no mejore sino que empeore; o que las cosas sigan como siempre y las declaraciones de Moreno se vayan enmendando con futuras inauguraciones, gestión pura y dura. Si a cada vez que un sindicato o la oposición le afea la gestión de servicios públicos la Junta responde que la culpa es de Sánchez, puede ser difícil de salir del laberinto, porque se le reclamará a Moreno que suba impuestos, o le negará entonces que Andalucía, económicamente, va como un tiro.

A Milei le votaron por el hartazgo histórico hacia el peronismo y la intervención estatal a niveles que en Europa no concebiríamos. Pero le votaron para eso, para desmantelar el Estado, como un trago amargo de 30 años que Argentina debía asumir para progresar, por duro que fuera el proceso. Porque "no hay plata", como rezan incluso camisetas con el eslogan. Nada que ver con lo que traía Moreno. Y más aún, con un pesimismo que hasta ahora no había demostrado sobre el futuro. "El agravio en la financiación limita el bienestar de los andaluces". La jugada, la de convencer de ello al andaluz, como poco, es arriesgada.

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