El cartel de Semana Santa de Sevilla: de la sana crítica a los lamentables comentarios homófobos

La crítica desde los sentimientos de cada cual o desde el estudio de la obra de Salustiano es sana. La línea está en convertirla en una ola de odio que no representa a Sevilla ni a su universo cofrade

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Subdirector de lavozdelsur.es. Graduado en Derecho por la Universidad de Cádiz, licenciado en Periodismo y Máster en Comunicación Institucional y Política por la Universidad de Sevilla. Comencé mi trayectoria en cabeceras de Grupo Joly, con varios años de experiencia también en empresas de marketing.

La presentación del cartel de la Semana Santa de Sevilla 2024, en imágenes
La presentación del cartel de la Semana Santa de Sevilla 2024, en imágenes MAURI BUHIGAS

Vaya por delante: el cartel de la Semana Santa de Sevilla que ha presentado el Consejo, obra de Salustiano, puede gustar mucho o nada. A muchos no gusta, y que no te guste no tiene nada de malo. No es la primera vez ni será la última que se líe. Hay quien opina que mejor una fotografía que un cuadro. O que la pintura que se utilice tenga más de clásico que de vanguardia. Todo eso es respetable. Diría incluso que a mí no me convence. Pero ese es otro tema.

Porque el problema de las críticas a la obra presentada por Salustiano son solo aquellas que rebosan homofobia. Pueden nacer como rechazo a la obra desde las entrañas, pero cuando se expresa así, hay que hacérselo mirar. 

Salustiano no ha pecado de cobarde, está claro. Pero ni él ni el Consejo. Porque cuando se le encarga a él un cartel anunciador de la Semana Santa, se entrevé que usará el color rojo, y que será un retrato, probablemente. Porque mucho de eso tienen otras obras anteriores. El encargo tenía grandes dosis de rompedor, y en ese aspecto, no ha defraudado.

Si no gusta el color, el mensaje, es cosa de cada uno. Entre quienes más saben de pintura, hay opiniones tan diversas como entre quienes más desconocen. Para un cartel de Semana Santa, tan importante es la opinión de un devoto como de un académico, porque es un mensaje que emboca con una tradición, con un sentimiento de una ciudad.

Pero lo que a uno le produce el ojú no es el cartel. Ni siquiera es la ristra de sabihonduras, de opinadores que creen saber y no dicen que no les guste, sino que no vale, que no es bueno. Hasta eso tiene bula. Lo que no la tiene es ofenderse con este cartel porque ofrece una visión, vienen a decir, poco masculina de Cristo.

El barroco, aquel tiempo que retrató la oscuridad, obligatorio estudio para quien de verdad quiera ir más allá en el mundo de la imaginería, no para de ofrecer imágenes de Cristo doliente o ya muerto. Y lo hace, no por casualidad, mostrando la piel herida. 

Esa misma piel, cuando es la de un Resucitado, está curada, brillante, casi de plata. No en el cuadro de Salustiano, sino siempre. E implica belleza, implica algo especial, inalcanzable, de proporción áurea. Eso ha venido a explicar Salustiano en la presentación de este sábado.

Y, ¿saben qué? Solo es la mirada de otros tiempos la que se ofende con la belleza de un cuerpo masculino. Porque desde esos ojos no lo identifica con Dios, sino con el pecado. Es de vergüenza e intolerable cada uno de los chascarrillos que dicen que es el cartel de un Día del Orgullo y no de una Semana Santa. O que comparan la imagen con Conchita Wurst. Si de entre las emociones que te generan este cartel esta esa, de verdad, sin necesidad de hacer daño, te invito a que reflexiones.

Quizás, para rechazar la obra, porque simplemente no te gusta, has elegido expresarlo así en alguna red social, en un corrillo, en un whatsapp o en un bar a lo largo de este sábado. Y quizás en tu día a día no rechaces a nadie por su sexualidad. Pero si eso es lo que te ha venido a la mente, reflexiona.

Porque un cuerpo masculino que, a tus ojos, tenga rasgos femeninos o aniñados, adolescentes, propios de un imberbe, no es una ofensa. Un cartel puede provocar chistes, vale, pero no expresarse en esos odios.

Y, como posdata, recordemos: el Ayuntamiento nada tiene que ver y hasta hay alguna voz que le achaca el cartel a José Luis Sanz, que, como cualquiera sabe, acude al acto en representación del Ayuntamiento, pero ni pincha ni corta. El alcalde, a esta hora, no ha dado su opinión. El anterior, Antonio Muñoz, un hombre del mundo de la cultura sevillana, lo ha defendido. Cuestión de gustos.

Pero, por favor, paremos esta ola de homofobia, que no representa ni a Sevilla ni a la Semana Santa.

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