En la ciencia, hay dos formas de entender el comportamiento humano. Uno, el del individuo, bajo el prisma de la psicología, estudia los porqués de cada persona. Uno es quien es por su yo y su circunstancia. El otro prisma es la del comportamiento de la sociedad, área de estudio de la sociología. Uno no puede desligar aquello de esto. Y el ser humano, parece, desde que vivimos la crisis sanitaria de 2020, ha cambiado enormemente su comportamiento. Razones del uno que, sumadas, modifican a la sociedad.
Eso, parece, está detrás del aumento significativo del turismo. Hay más conciertos que nunca, más caros que nunca, con más gente que nunca dispuesta a pagar mucho por una experiencia. Algo nos cambió a todos. Y eso se ha trasladado, de forma obvia, a las calles de Semana Santa en Sevilla este 2024.
Hay más gente que nunca, dicen. Hay más gente de fuera, quizás, porque las cifras de alojamientos son altas, tanto en hoteles como en viviendas turísticas. Se paga mucho por un balcón o hasta se sortea una petalada, se revenden sillas de Carrera Oficial. No hay quien se mueva por la calle.
Incluso, se da el fenómeno de que cofrades de toda la vida, en fechas concretas, en vez de seguir en Sevilla, prefieren acudir a otras localidades en busca de cierta tranquilidad. Jerez, Cádiz o Córdoba no están tan lejos. De siempre, y actualmente, ha sido al revés. Sigue llegando gente a Sevilla en busca de tal o cual hermandad.
No hay que ser exagerados, porque es cierto que Sevilla siempre ha reunido a miles y miles. No en vano, tiene ya dos décadas aquello de las carreritas de la Madugá. Pero a este nivel, a cualquier hora, quizás no.
Es posible que haya que pensar también en que, si hay menos hermandades en la calle -ninguna jornada ha sido plena, por culpa del tiempo-, las que sí se atreven tienen mayor seguimiento. Una matemática muy básica. Pero no. La calle Imagen, por ejemplo, como punto de encuentro al paso de las cofradías antes de entrar en Carrera Oficial, deja muestras de ello.
Posiblemente, no haya que pensar en términos como 'mejor' o 'peor'. Pero sí cabría reflexionar sobre cuál es el camino a seguir en el futuro. Porque si esta pasión por querer vivirlo todo, no perderte un plan, sigue a este ritmo, todo será más difícil.
Los empujones, parece, aumentan en las calles. La distancia entre bandas y pasos a los que ponen música se amplía. Los nazarenos que rompen con el decoro, empujados quizás por 'vivir la experiencia' que por una fe real, aumentan. Las sillitas, los ruidos y las borracheras. No es que sea peor. Pero es más difícil disfrutar de la Semana Santa de Sevilla.
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