Alfredo Sánchez Monteseirín dejó la Alcaldía de Sevilla en el año 2011 después de no presentarse. Habían sido 12 años en los que su imagen pública se había deteriorado. En aquel año, el del 15M en las plazas, acabó derribándose el zapaterismo y comenzó casi una década de Mariano Rajoy en la presidencia del Gobierno. En aquellas municipales venció el PP en casi todas partes, y lo acabó haciendo también Juan Ignacio Zoido en la capital.
Era el final de la carrera pública de Alfredo Sánchez Monteseirín. Uno de sus últimos actos como regidor fue la inauguración de la estatua a la duquesa de Alba en los Jardines del Cristina, tres días después de la derrota electoral de los socialistas, que en la papeleta llevaban a Juan Espadas.
La Sevilla de Monteseirín fue una de transformaciones. Diferente en todo a la que rodeó a finales de los 80 previos a la Expo, que había cambiado los mapas de la ciudad. En tiempos de Monteseirín, Sevilla comenzó a caminar a hacia conceptos urbanísticos ya del siglo XXI. Para el 92, había que integrar el río, establecer avenidas, conexiones con el centro, integrar los trazados preexistentes y los no preexistentes. Pero entre el 99 y 2011, había que colocar a la ciudad en el nuevo siglo.
Hoy se hace justicia a Alfredo Sánchez Monteseirín, no solo con este acto, sino con el reconocimiento de la sociedad sevillana a un verdadero visionario que dejó una huella imborrable. Su legado es la base de una ciudad moderna y competitiva a la que hoy rendimos homenaje.
— Javier Fernández de los Rios (@JFdezdelosRios) January 12, 2025
Se ha… pic.twitter.com/PrEwmd7uo1
En el mandato del alcalde se estrenó la primera (y única) línea de Metro. Pero también se arregló por fin la Alameda de Hércules, se construyeron -gracias a un pacto con IU- la mayor red de carriles bici imaginables, que hoy es uno de los orgullos de la ciudad y con la que ni sueñan todavía muchas ciudades. Monteseirín, a pesar de su inicial impopularidad, tomó decisiones clave en la humanización de la ciudad como las peatonalizaciones, fortaleció los autobuses, modificó trazados en las rondas.
Hoy son medidas que el resto de ayuntamientos de España toman. Son principalmente decisiones que vienen marcadas por las directrices de Europa. Podría decirse que hasta algún funcionario de Bruselas tiene estudiado lo que se hizo en Sevilla. Con Monteseirín, desde luego, no se habría llevado la Zona de Bajas Emisiones a La Cartuja, donde apenas tiene impacto, no molesta y se cumple con el papel, con lo que marca la Ley, en lugar de afrontar la necesaria descarbonización.
Como ha dicho hoy @JFdezdelosRios , por fin se hace justicia con Alfredo Sánchez Monteseirín, el alcalde a quien Sevilla le debe un cambio de piel, de mentalidad, proyectándose al futuro. pic.twitter.com/4NEuCsDILe
— Antonio Muñoz (@antoniomunozsev) January 12, 2025
Y no hay que olvidar que se hizo un PGOU que aún hoy sigue vigente para impedir ciertas barbaridades urbanísticas. De no ser por aquel esfuerzo y enfrentarse a las constructoras cuando nadie lo hacía, los años del ladrillazo, el pelotazo, y todo lo que acabe en azo, hoy habría bloques de pisos en la inundable Tablada. Monteseirín no miró para otro lado.
Basta mirar con ojos de historiador contemporáneo para entender que mucho de lo que es hoy Sevilla se debe a Alfredo Sánchez Monteseirín. Tiene hasta un símbolo para los sevillanos, el Metropol, las Setas de la Encarnación, que a pesar de polémicas, como la Torre Pelli, se ha acabado integrando en la idea de ciudad.

Este domingo, el presidente de la Diputación de Sevilla recibía al exalcalde y a su predecesor en la Diputación entre el 95 y el 99. En silla de ruedas, mientras aún se recupera del ictus que le ha tenido fuera de juego demasiado tiempo. Fue un acto con presencia de socialistas como Juan Espadas. La huella que ha dejado en el partido no es menor. Fue alcalde de varios concejales que acabarían siendo consejeros de la Junta, pero también, de toda una presidenta, Susana Díaz, y de un vicepresidente del Congreso, Alfonso Gómez de Celis.
Monteseirín es una de las figuras municipalistas más importantes del socialismo.
— Alfonso R Gómez Celis (@gomezdcelis) January 12, 2025
Humanista, visionario, servidor incansable de lo público.
Su retrato luce ya en la galería de presidentes de @dipusevi con un acto rebosante de emoción y cariño.
Gracias por tanto, Alfredo 🌹 pic.twitter.com/6MG0wJHW3U
Porque Monteseirín también dio paso a la juventud en un tiempo en que lo nuevo era tener en sus filas a la primera generación de políticos que conocía la Transición no por vivirla sino por haberla estudiado en los libros de Historia.
Como María Jesús Montero, Alfredo Sánchez Monteseirín es médico. Y es inevitable llegar a la conclusión de que le metió el bisturú a Sevilla y la puso guapa para el nuevo siglo. Tenía una idea de ciudad, algo que tantos dirigentes dicen tener pero difícilmente acaban demostrando. El reconocimiento que merece es más que un cuadro o una plaza a los pies de la Torre Pelli. Y debería ir más allá de siglas. Aunque ya es implícito. Porque tanto que se le criticó acabó siendo aceptado, reconocido y, en la práctica, defendido, por quienes más le intentaron tumbar. Las calles recuerdan. Y con una visión más amplia que en 2011.