El alcalde de Sevilla, José Luis Sanz, comparecía esta semana tras su ronda de contactos con los grupos municipales, aplazando las reuniones de calado a después del pleno de este jueves. Es decir, lo que se llama en política una primera 'toma de contacto'. En esa ronda, Sanz trasladó a Antonio Muñoz, líder de los socialistas sevillanos, que tiene en mente construir dos nuevos túneles para descongestionar los atascos de la ciudad. Como adelantó ABC, en San Lázaro y en Montes Sierra. Una idea que ya estudió el anterior ejecutivo local.
Sin embargo, en paralelo a ese plan hay poco o nada de la reducción del vehículo. El Plan Respira ya murió la noche electoral. El PP no tiene prisa, ni siquiera, por aplicar las Zonas de Bajas Emisiones, a las que obliga Europa. No habrá, de primeras, multas ni en La Cartuja ni en el Centro. Una decisión, esta, que no es exclusiva del ayuntamiento sevillano, sino que sigue la dinámica de otros gobiernos populares.
A estos túneles se suman los tres miniaparcamientos que el Ayuntamiento pretende construir en Los Remedios, La Macarena y el entorno de Santa Justa, para que los vecinos de barrios periféricos tengan dónde dejar su coche. La movilidad es el gran quebradero de cabeza de los sevillanos y, por ende, de los sucesivos ayuntamientos.
A lo largo de 2024 -parece, y esperemos-, acabarán las obras de San Francisco Javier y Nervión tendrá conexión por MetroCentro. Más adelante, durante el mandato de Sanz, llegará la lanzadera con carril propio del bus eléctrico hacia Sevilla Este. Pero ambas medidas son herencia del anterior ejecutivo.
El alcalde no renuncia al coche. En su caso, como él cuenta, eso sí, a la moto con la que se mueve frecuentemente. La recuperación del doble sentido en Carretera de Carmona tuvo un aire de revancha más que de gestión pura y dura, por no venir amparada directamente por un informe en profundidad. La respuesta municipal, parece, es que tampoco se tomaron decisiones en el pasado para cambiar sentidos del tráfico con esos informes exhaustivos, ni siquiera para peatonalizar.
Es la batalla de cada año. Y si bien Sanz ha marcado como prioridad la limpieza de la ciudad, que centró buena parte del discurso en campaña, no se olvida del tráfico. El reto es lograr que Sevilla tengo menos atascos, lo cual eliminará frustraciones entre los conductores y contentaría a muchos sevillanos. Pero todo apunta a que si buena parte de su presupuesto -tanto el de 2024 como el de los siguientes del mandato- van en la línea de pasar a la historia como el alcalde que eliminó los atascos, la lógica y los precedentes no parecen muy alentadores.
Entre otras cosas, porque por más túneles que se construyan, si aumenta el aparcamiento en el centro, estará haciendo un llamamiento a coger más el coche. Y si es así, si aumenta el tráfico, no habrá obra que descongestione esas arterias de tráfico.
El PSOE tiene en su mano evitar que los próximos presupuestos sean los de Vox. Por su parte, la portavoz de la formación ultra, Cristina Peláez, no renuncia a entrar en el gobierno. El lunes fue paradójico. Porque en una entrevista en la radio dijo que se ponía a disposición de lo que sea mejor para los sevillanos, ofreciéndose a pactar, pero en un tuit indicaba que lo mejor para los sevillanos es que Vox entre en el gobierno.
Es decir, que parece que sigue siendo esa su línea roja, que Sanz en este momento no parece que quiera cruzar. Y que sería la gran contradicción de un equipo de gobierno que en los plenos parece más cómodo en el rifirrafe con Vox que con el PSOE. El concejal de Hacienda, Juan Bueno, le dijo en el pleno de las ordenanzas a Peláez que ni siquiera se leía las ordenanzas, que ya no esperaban de su partido propuestas. El tono evidenció que les acusaba, en realidad, de no tener ni idea de cómo funciona el Ayuntamiento. Peláez, a cambio, llamó "traidor" a Sanz por pactar con el PSOE.
Los socialistas, como alternativa, parecen lo mejor para Sevilla. Podrán rescatar quizás algunas medidas de movilidad que Sanz ha desechado y aprovechar para apuntarse un tanto, y no estarían en realidad incómodos con la idea de los túneles. No hay que olvidar que Sanz quiere renovar la flota de vehículos municipales por otros sostenibles. Que facilitará algo tan sencillo como pagar con tarjeta de crédito el billete de autobús, un sistema que ya tiene el Metro. Pero, con todo, lo que no se le quita al modelo de movilidad es el olor a diesel. El que ya tiene Sevilla habitualmente. Y el que, si nadie lo remedia, tendrán las cuentas del próximo año en el Ayuntamiento.
Comentarios