La cultura vuelve a ser el quebradero de cabeza del alcalde de Sevilla, José Luis Sanz, que desde su llegada no ha parado de afrontar 'incendios' en el área del que es delegada Minerva Salas. Esta vez ha sido la inesperada salida de Ruperto Merino, director de programación del ICAS. Inesperada, porque apenas lleva dos meses en el cargo. Su fichaje se acometió después del verano, procedente del Gobierno de Isabel Díaz Ayuso, y allí vuelve para hacerse cargo de los Teatros del Canal y el Auditorio de San Lorenzo de El Escorial.
Merino fue pieza clave en la reconstrucción del ICAS tras la salida al mes de ser nombrado de José Lucas Chaves. Y era clave porque el propio gobierno local vendió el fichaje de Merino como la llegada de un gran experto en el área de la cultura, con amplio bagaje previo.
Con este son ya varios los problemas en un tema, el cultural, que importa a los sevillanos, quizás más de lo que importa a otros vecinos de otras localidades. Muestra de ello es, por ejemplo, lo que pasó en el anterior gobierno local. Antonio Muñoz pasó de la cartera de Cultura a la Alcaldía, porque Juan Espadas había ubicado en el área a la persona sobre la que depositaba mayor confianza. Porque Cultura, a diferencia de otros tantos muchos lugares, sí abre los periódicos en Sevilla.
La salida de Merino se suma a la de Chaves, pero también al aplazamiento luego enmendado del Festival de Cine de Sevilla, que ha salvado los muebles con una versión parcialmente reducida. Hay que recordar que Merino fue quien embarcó a apenas cinco semanas de la celebración del festival a Manuel Cristóbal para ser el coordinador -no podía ser nombrado director porque el que ostenta el cargo está de baja, Tito Rodríguez, algo que también ha elevado las especulaciones-.
Merino se hizo cargo de un 'gran marrón' en su desembarco: el cierre precipitado en verano del Teatro Lope de Vega, cuyo director no renovó en el cargo nada más llegar Sanz al gobierno local. La programación fue trasladada a otros teatros de la ciudad, lo que ha supuesto un verdadero quebradero de cabeza para Merino.
Y luego, la manera en que el gobierno local ha generado polémica entre los integrantes del gremio. Profesionales del cine con temor a que se perdiera para siempre el Festival, o profesionales de la literatura anonadados por unas declaraciones de Sanz en las que venía a decir que la feria sevillana era de tercera.
La salida de Merino -a quien, por cierto, Sanz ha felicitado a través de redes por su nuevo cargo en Madrid- pone bajo el foco la gestión de Minerva Salas, que además es portavoz del gobierno local. No es difícil oír comentarios internos sobre su gestión, que además han trascendido a artículos de opinión de columnistas de referencia para la Sevilla conservadora.
Frente a todos los problemas que han ido surgiendo se encuentra lo que queda por delante en la cultura sevillana. Por un lado, los eventos que son anuales, que están previstos en el calendario, pero también otras gestiones que planean sobre Sevilla: la casa museística de Cernuda, que coincidirá con el centenario de la generación del 27, u otras oportunidades relacionadas con el turismo cultural.
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