Las informaciones de la última semana, cuando se cumplen exactamente siete días de la desaparición y fallecimiento de Álvaro Prieto, ha generado muchísimo debate en base a las informaciones que se han ido conociendo sobre el caso. El último, que la Policía Nacional tenía desde el domingo por la tarde las cintas de las cámaras de seguridad que serían claves para determinar exactamente qué ocurrió.
Una gasolinera, que da directamente hacia la zona de cocheras, al otro lado del puente de Carretera de Carmona, grabó cómo el chico se subió al techo de un tren apoyándose en los elementos que unen dos vagones. Justo tras subirse, recibió una descarga eléctrica y falleció al instante, quedando su cuerpo oculto entre esos dos vagones, hasta que, al moverse el Media Distancia, pudieron verse las piernas, captadas por TVE.
El debate está en si se actuó correctamente. Primero, desde la estación de Santa Justa. Álvaro perdió el tren que tenía previsto coger y se quedó sin batería en el móvil. Intento coger el siguiente en dirección Córdoba saltando entre los andenes, algo prohibido, y fue captado por la seguridad de la estación. El joven no tuvo una actitud violenta. Dicen desde la estación que ofrecieron un cargador de móvil, pero que Álvaro lo rechazó.
Posteriormente, se marchó de Santa Justa y, por alguna razón, intentó subirse al techo de un tren que no podía circular, donde finalmente falleció. Ese tren estaba parado desde agosto tras arrollar a dos personas en un vehículo en agosto.
La Policía Nacional, conocedora de la desaparición de Álvaro desde el mismo jueves, no obtuvo las cintas de las cámaras hasta el domingo. Esto ha generado cierto revuelo. Sin embargo, todo es más complejo.
Porque igual que obtuvo las cintas de esta gasolinera en Carretera de Carmona, lo hizo también de otros establecimientos alrededor. Miles de horas de grabaciones para ser analizadas. No hizo falta verlas al completo. Porque el cuerpo apareció antes. El domingo, la Policía buscó entre las vías en base a los relatos de algunos vecinos que aseguraban haber visto al chico la mañana del jueves. Pero el cuerpo apareció antes.
Esto ha provocado que tanto desde Santa Justa como desde Policía Nacional haya que realizar aclaraciones. Sin embargo, no es tan sencillo. Si bien ya se sabe cómo murió Álvaro, a la pregunta de por qué actuó como actuó no hay manera de responder por el momento. Y puede que nunca se pueda hacer.
El problema de la falta de información es que genera ruido, especulación. En redes sociales se ha llegado a apuntar que el chico quería marcharse porque era presuntamente perseguido. Toda una película que carece de sentido. Si estaba siendo perseguido, ¿cómo llegó a pie hasta Santa Justa? ¿Por qué salió de la estación?
En cualquier hecho ocurrido tan injusto como es la muerte de un chaval con toda la vida por delante, a menudo se buscan explicaciones... y culpables. Lo que ocurrió a Álvaro fue un accidente, de circunstancias extrañas, sí, pero un accidente.
Cargar sobre empleados de la estación la responsabilidad sobre la muerte del chico es, a todas luces, irresponsable e injusto. Al igual que culpar a la Policía. Porque ni siquiera si hubiera obtenido las cintas de seguridad de la gasolinera días antes habría cambiado el resultado. Quizás, se habría hallado el cuerpo antes, acortando la triste espera de la familia, el entorno del chico y hasta de parte de la sociedad que ha estado conmocionada por el asunto.
Y señalar a colectivos por lo ocurrido, o inducir que todo es un problema de seguridad y vigilancia en las vías del tren, no se corresponde con la realidad, probablemente. Porque unas vías del tren, que recorren miles de kilómetros en España, no pueden ser totalmente aisladas del entorno, ni construyendo vallas más grandes, ni contratando vigilancia. A veces, ocurren los accidentes y las injusticias. Álvaro ha sido víctima de uno de esos accidentes.