La web de Renfe es como las previsiones meteorológicas: sabes que nunca dicen del todo la verdad, pero por si acaso no pones más lavadoras de la cuenta y no pides que te recojan en la estación a la hora a la que se supone que vas a llegar. Por eso, pocas veces se puede ser optimista. Y bajo ese prisma hay que leer los horarios del AVE entre Sevilla y Madrid.
El trayecto más rápido entre la capital de Andalucía y la de España es de 2 horas y 33 minutos. Un cuarto de hora más para el trayecto más lento de la alta velocidad, cuando realiza todas las paradas de Córdoba y Ciudad Real. Si Renfe te dice que se tarda ese tiempo, puede que se cumpla, o puede que se tarde un poco más. Raramente, menos de ese tiempo.
Así, si los dos partidos que posiblemente conformen el próximo Gobierno de España, PSOE y Sumar, dicen que eliminarán los vuelos que tengan alternativa en tren de menos de dos horas y media, difícilmente afectará al vuelo Madrid-Sevilla.
Además, en ese acuerdo programático de los dos partidos -no se ha aprobado como norma, no es ley, es que se comprometen el uno con el otro bajo esos términos- pone que no se eliminarán los vuelos que, aunque tengan alternativa de menos de dos horas y media por otro medio de transporte, conecten con una terminal internacional (un hub, una palabra que aspira a ser la del año, porque se utiliza para todo). Es el caso de Barajas, que en la T4 enlaza con todo el mundo, como gran aeropuerto español que es. Lo explicamos este mismo martes en esta información.
Por tanto, es un bulo afirmar que el Gobierno va a eliminar el vuelo entre Sevilla y Madrid. No es lo que han dicho. De hecho, no hay que estar excesivamente atento para entender que podrían haber puesto la frontera horaria en las tres horas, pero decidieron no hacerlo. Prefirieron las dos horas y media, para salvaguardar los trayectos con las capitales periféricas: Barcelona, Valencia, Bilbao, Sevilla o Málaga.
Es como lamentar que te vayan a multar por circular a 115 km/h en una carretera con límite en 120. Una polémica absurda y artificial. No creo que le falten argumentos a Sanz para salir a pelear en favor de Sevilla ante el Gobierno central (y ante la Junta, dicho sea de paso, a cuenta de la Ley de Capitalidad). Pero no por esto. Porque dice que dijeron lo que nunca dijeron ni Yolanda Díaz ni Pedro Sánchez.
Este 'cabreo' se transformó en tuit en redes, declaraciones en una entrevista en la radio y nota de prensa en la tarde del martes. Más útil sería seguir trabajando por la famosa conexión de Sevilla con Estados Unidos, algo que el sector agradecería. Pero Sanz ha llorado por una herida que nunca se ha producido.
El alcalde ya ha estado cerca en varias ocasiones de cruzar la línea de la verdad. Hay dudas en el sector cultural de la ciudad sobre el cierre del Teatro Lope de Vega para su reforma, por ejemplo, sobre si estaba justificada o si tenía solución que evitara que se reprogramase el calendario. Las hay también sobre si el Ayuntamiento de Sevilla, con la excusa de los Latin Grammy, estaba decidido a cargarse el Festival de Cine, para acabar reculando, organizándolo en noviembre, y asegurando que en todo caso estuvo sobre la mesa aplazarlo, nunca eliminarlo.
En este caso, Sanz, alentado por una parte de su partido que le pide salir al enfrentamiento directo con todo lo que huela a izquierda, está poniendo el prestigio de su palabra en riesgo. Porque si unos dicen que llueve y otros dicen que no, la labor periodística consiste en mirar por la ventana. En este caso, comprobar que el tren de Sevilla a Madrid tarda más de dos horas y media, y leer el acuerdo de PSOE y Sumar, donde dice que están exentos de la restricción las conexiones con Barajas.
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