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La Sevilla de los guarros

Este ayuntamiento, el anterior y el que venga podrán y deberán reforzar la limpieza. Pero el problema, en el fondo, es la pérdida de civismo y decoro en paralelo a un crecimiento de la ciudad sin conciencia de barrio

18 de diciembre de 2023 a las 09:43h
Basura tirada por las calles de Sevilla.
Basura tirada por las calles de Sevilla.

Sonaba la pasada semana que Sevilla no llega a los 700.000 habitantes y, en una especie de escalas del orgullo, se siente como cierto temor a que Zaragoza acabe desbancando a la capital del cuarto lugar de poblaciones con más habitantes. Pero esa cifra tiene mucho de mentira. Porque Sevilla, diga lo que diga el INE, supera ampliamente los 700.000. Para empezar, porque es una ciudad universitaria, con estudiantes que vienen de otras localidades, que residen, comen y duermen, sin darse de alta como habitante. Y segundo, porque el área metropolitana de Sevilla supera los 1,5 millones. Zaragoza ni se acerca a ello. De ese 1,5, hay sevillanos 'migrados' a los alrededores que igualmente viven y trabajan en Sevilla. Solo hay que ver cada mañana las entradas a la ciudad.

Las pasadas municipales las ganó José Luis Sanz por muchas razones. Cada votante tenía la suya. Se puede resumir en el desgaste municipal de 8 años en los que pasó de todo, o la marcha del alcalde al final del mandato, de Juan Espadas, hacia la política andaluza. O una especie de pérdida de orgullo y sentimiento de falta de sevillanía en las calles de la ciudad. Pero, teóricamente, porque basó en eso su campaña, Sanz en parte ganó, parece, por la limpieza. Porque Sevilla estaba sucia y lo sigue estando.

"La limpieza es una de las prioridades de este equipo de Gobierno y estamos realizando un gran esfuerzo para que nuestras calles estén limpias. Aún queda mucho por hacer pero seguiremos trabajando para mejorar la limpieza", decía este fin de semana José Luis Sanz sobre el anuncio de 465 contratos para refuerzo en Navidad. El próximo presupuesto municipal apunta a un importante incremento de fondos para Lipasam, que van desde la contratación de personal hasta la renovación de maquinarias.

El problema de Sevilla es más profundo: hay muchos guarros. Porque Sevilla, con el desembarco del turismo, ha pasado a estar masificada no solo en el centro, sino en sus barrios periféricos. Ese incremento de personas provoca que el carácter vaya mutando. Hay más prisa, más malestar ante los atascos, más añoranza de un tiempo perdido y más 'coraje' ante las colas, ya sean para comprar un décimo o para usar el transporte público. Sevilla es ciudad de los empujones.

basura calles 16 diciembre (4)
Calles de Sevilla, la pasada semana, llenas de basura.

Y ante tanta gente, parece existir una menor conciencia del espacio público. Una sensación de impunidad, de ser uno más entre decenas de miles. Para qué me voy a preocupar de mi calle si nadie más se preocupa. Tirar una colilla o dejar bolsas de basura junto al contenedor son cosas que se hacen en una gran ciudad, no en un pueblo de 12.000 habitantes. Porque ahí habrá alguien que te conoce, y aunque no lo reproche públicamente, te observará y te sentirás observado.

No es que Sevilla haya sido idílica en limpieza porque esta ciudad fue la capital de la peste, porque siempre ha sido capital, porque siempre ha estado hasta la bandera, porque las calles se recorren mucho desde hace siglos. Pero a más gente, menos civismo. En una gran masa, caben gentes de todo tipo a mayor número. Y en Sevilla, por desgracia, no faltan los guarros. El gobierno local ha hecho públicas varias imágenes de bolsas de basura tiradas alrededor de los cubos, obra de una persona con algún desequilibrio, parece. 

Y dicho todo esto, no es que en los pueblos no pasen estas cosas. En Utrera, esta semana, ha pasado algo muy similar. La diferencia es que en Utrera, seguramente, pillarán a la persona y será seguramente enfrentada por el primer vecino que le pille sacando bolsas del cubo y tirándolas alrededor. En Sevilla capital no puede saberse si esto es obra de una persona o de varias. Y lo que es seguro es que aquellos a los que de verdad les importa, a cuenta de su decoro y civismo, tendrán pocas armas para realizar un reproche social. Porque los cívicos, en una ciudad tan ciudad, tan capital, con tanga gente y con tanta prisa, son por desgracia minoría. Este ayuntamiento, el anterior y el que vengan tienen el mismo reto: reeducar en hacer de Sevilla un lugar mejor, más limpio. Mientras, se seguirán sucediendo las contrataciones de personal de limpieza. Pero el problema es ese: Sevilla es capital de guarros.

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