La situación política de Sevilla se ha empapado de la tensión entre bloques ideológicos que azota lo nacional desde hace unos años. Posturas irreconciliables, muchas dificultades. Tiene Sevilla más población -y más presupuesto- que algún país del mundo. Es una de las grandes ciudades de España, así que su pleno tiene a veces más aires de parlamento que de sede de una gestión municipal.
En este universo propio sevillano, se ha dado una ruptura también muy nacional: la del PP y Vox. Si bien en otros puntos de la geografía las dos derechas colaboran, en Sevilla se han enfrentado. Palabras gruesas contra el alcalde, sacando asuntos como Cataluña contra PP y PSOE, hablando de traición... Intentó el gobierno municipal en su momento aterrizar el asunto a Sevilla. Juan Bueno, de Hacienda, y un portavoz del día a día del ejecutivo local, pidió volver a la "ideología de las jacarandas", recordando que la limpieza y el mantenimiento era algo más que derecha e izquierda.
Ahora, el alcalde, José Luis Sanz, ha logrado sobreponerse a la difícil relación con Vox. Con varios capítulos, como aquel presunto acuerdo que salió a la luz antes de tiempo. Vox decía que o entraba en el ejecutivo local o que no contaran con ellos como aliados de pleno para aprobar presupuestos. Unas cuentas que son clave en un primer gobierno municipal cuando éste cambia el color. Al final, Sanz, que llegó a reconocer que se quedaría 2024 con las cuentas del 23 prorrogadas -con el lío burocrático que eso significa, con la tardanza para muchos trámites menores-. Pero finalmente las ha aprobado por minoría con una herramienta legal poco conocida, que viene a ser así: si tenéis una mayoría alternativa para quitarme el bastón de mando, poneos de acuerdo; y si no es así, los presupuestos que propuse se aprueban. Moción de confianza atada a sacar adelante las cuentas.
La jugada aísla un poco más al gobierno municipal tras un pleno, el de la moción de confianza, muy tenso. Históricamente tenso. Pero a la vez dota al Ayuntamiento de poder de disposición de fondos que tiene. Son las cuentas municipales de más de 1.000 millones de euros, fruto de un aumento en la actividad municipal. Habla el gobierno local de una bajada de impuestos de un 1%, pero a la vez mayor recaudación. 2023, económicamente, en la actividad privada, no fue tan malo como 2022 o anteriores de pandemia. Y la inflación hizo que donde se pagaba X por un impuesto, ahora se acabe pagando más. En todas las administraciones, no en Sevilla. Así que habrá dinero para los grandes retos de Sevilla.
El Ayuntamiento se ha fijado mucho en la situación de los colegios. Millones de euros en lo que sí es su competencia, infraestructuras de infantil y primaria. Está el asunto de la limpieza, la sensación de que no se cumple tras un año la gran promesa electoral. Hay necesidades de inversiones en los barrios, arreglos importantes, dotación para puesta en marcha de proyectos previos.
Políticamente, el equipo de Sanz ha recordado todo 2024 que muchas cosas no se podían hacer porque no había presupuestos. Hasta arreglos urgentes en el cementerio se tenían que pelar partida a partida para que el Ayuntamiento pudiera usar los fondos, que estaban pero que tenían otro uso en las cuentas prorrogadas. Burocracia que el sevillano que quiere que sus problemas se solucionen ni quiere oler.
Lo que sí pide es que prácticamente todo se solucione. Fondos para hacer 'de todo' parece que hay. Aunque no sea infinito, sí es un presupuesto municipal potente el que tiene la capital de Andalucía. Y en, más o menos, todo ha ido prometiendo el gobierno municipal que haría cambios. Con prudencia, porque siempre avisó que ni en un año ni en dos ni en tres se puede cambiar una ciudad. Sin exceso en realidad de promesa, pero con una urgencia. Que el cambio de color político se note en las calles. Mucho, casi todo por hacer.
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